jueves, 15 de marzo de 2012

Perseguí quimeras


"Por la sombra del cielo iba la luna sola, lejana y blanca como una novicia escapada de su celda"



MEMORIAS DEL MARQUÉS DE BRADOMÍN. VALLE-INCLÁN

SONATA DE INVIERNO (5)

Bradomín conmueve a la adolescente quinceañera que le cuida cuando le dice que la poda de un miembro regenerará el tronco viejo. Se adormece al sentir el terciopelo de los ojos de la niña poblados de sueños. De nuevo el autor sondeando los límites de lo prohibido.

“¡Viva Dios, Viva el Rey!” es el grito medieval que le llega de la calle y une a la gente de fe inquebrantable. Son los vítores que le recuerdan la guerra, la misión incumplida y que le acercan a la realidad de brazo amputado: “Un dolor sordo que me fingía tenerlo aún, pesándome como si fuese de plomo”.

Sobresaltado por la fiebre y el dolor remoto del brazo que no existe, se despierta al atardecer. Sor Simona se presenta en la casa con la satisfacción del deber cumplido. Trae con ella los rusos que el Cura de Orio tenía prisioneros. El cura se ha librado por poco de hacer de Infanta Carlota: arañazos en la cara.


Massaguer

Valle-Inclán se esfuerza en acomodar no sólo el ritmo a la expresión, también la elección de las palabras y asociaciones de nombres, adjetivos y verbos:

“Seguía oyéndose el toque vibrante y luminoso de la corneta que parecía dar sus notas al aire como un despliegue de bélicas banderas. Yo sentí alzarse dentro de mí el ánimo guerrero, despótico, feudal, este noble ánimo atávico, que haciéndome un hombre de otros tiempos, hizo en éstos mi desgracia. ¡Soberbio Duque de Alba! ¡Glorioso Duque de Sesa, de Terranova y Santángelo! ¡Magnífico Hernán Cortés! Yo hubiera sido alférez de vuestras banderas en vuestro siglo. Yo siento, también, que el horror es bello, y amo la púrpura gloriosa de la sangre, y el saqueo de los pueblos, y a los viejos soldados crueles, y a los que violan doncellas, y a los que incendian mieses”.


El párrafo es un ejercicio de búsqueda de fórmulas y combinaciones que dan a la prosa un atractivo formal indudable. El autor arriesga porque no elige el camino fácil. En lugar de adjetivos como: infame, asesino, violador o torturador - que serían los apropiados y probablemente los seleccionados por cualquier autor en su sano juicio para definir la infamia que se narra -, escoge: soberbio, magnífico y glorioso con objeto de provocar confusión con su ironía en el lector, al tiempo que libera a la literatura de ataduras. Resulta claro que el autor busca el embellecimiento de su prosa a través de la provocación, y nadie podrá decir que esa acumulación de palabras con connotaciones negativas sea un muro que el autor ponga entre el lector y la imagen que quiere dibujar. Se trataría entonces de algo aburrido y tedioso: Literatura pesada y anticuada, siendo Valle-Inclán ejemplo de todo lo contrario, sus frases son tan rítmicas y hermosas, que
parecen invitar a la lectura y relectura.

Bradomín habla con la elocuencia hueca de un Demóstenes inflamado de patrioterismo. Oradores de mítines de trinchera que convocan y calientan el oído sectario y selectivo de los ya convencidos del mensaje de antemano.

Los prisioneros son padre e hijo. El padre viajero es el mismo ruso que la Niña Chole había intentado seducir a bordo de la fragata, Dalila, y que había provocado una situación de celos en Bradomín: bello pecado, “regalo de los dioses y tentación de los poetas”.

Por la noche hay batalla en el cercano Santuario de San Cermín. De mañana, empiezan a llegar las consecuencias: heridos de bala, despojos humanos incapaces de valerse por sí mismos, escombros tristes del fanatismo, maldicientes espejos empañados de la muerte, vástagos de la derrota. Hijos del agobio. El Marqués pasa el día con el ánimo abatido, apesadumbrado por la mutilación y hundido por el goce de algunas viejas amigas. Sólo el cerco a Maximina, la niña que le atiende, le saca del sopor de la derrota. El bálsamo de sus ojos aterciopelados y tristes, la frialdad de sus labios de novicia y un "te quiero" de sumisión le dejan solo con la blanca luna, sombra blanca y lejana que el cielo arroja.

"Perseguí quimeras por la acera del desamor
Ya no es primavera
Qué temprano se pone el sol
No tengo banderas
La que tuve se destiñó."
Sabina/Serrat





Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


6 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

Me ha gustado eso de que "el autor arriesga porque no elige el camino fácil". Muy cierto en el caso de Valle Inclán. Si, señor. Besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Bradomín persigue quimeras: no puede ver la realidad que tiene delante porque se le derrumbaría su sueño aristocratizante. Cómo me ha gustado tu análisis de la forma en la que Valle consigue generar el ritmo...

Myriam dijo...

Dentro de todas las quimeras que persigue el Marqués, está la descripción real del dolor del brazo amputado. Un dolor que el mismo Valle-Inclán vivió en su propia carne.

Es tan marcada la idealización del horror de esa guerra inútil, que resulta imposible dejar de verlo en toda la magnitud de su absurdo.

Has hecho un excelente trabajo. ¡Bravo! por tu consta (al igual que Abejita, Gelu, Luz, Paco) . Ya sabes que yo claudiqué en cuanto a entrega de trabajos para esta Sonata de Invierno.

Abejita de la Vega dijo...

Un remedo irónico a las glorias patrioteras, con un ritmo que tú has señalado maravillosamente.

No tiene nada que ver; pero me recuerda a cierta persona que insulta a su mayor enemigo con un ¡adiós guapo!

Bello cielo enladrillado, quién lo desenladrillará.

Magnífica entrada, Pancho.

Besos

Paco Cuesta dijo...

Adjetivos en su sano juicio. ¡Magnifica exposición amigo!

Gelu dijo...

Buenas noches, pancho:

Acabo de pasar ¡cinco controles!, -antes de publicar el comentario que he dejado en tu última entrada- porque el ordenador seguía insistiendo en si soy un robot.

Ya empiezo a tener dudas...de las excelencias de mi visión de cerca.
Además te confieso que la fotografía, todas las veces que la he mirado, siempre me ha parecido, nieve en el suelo, en lugar del cielo.

¿Tendrá razón la computadora? ¿O es que ya me ocurre lo mismo que a La paloma, de Alberti ?.
Estupenda caricatura, resumen y canción. Y de Bradomín, a estas horas no voy a decir nada más.

Un abrazo