jueves, 20 de noviembre de 2025

Luces de bohemia (2). Valle-Inclán. Estrellitas y duendes




“Escapa la chica salvando los charcos con sus patas de caña”

Luces de bohemia (2) 
Valle-Inclán 

Escena segunda 
La cueva de Zaratustra parece un zoo de animales domésticos que intervienen en la tertulia como personajes, allí reinan un perro, un gato, un loro y ratones que arratonan el rimero de libros que hacen escombrera y el mismo Zaratustra abichado y giboso. El hecho de introducir animales como personajes y esas acotaciones dramáticas tan literarias ya indican que a Valle le importaba poco que la obra se representase o no, al menos según las normas convencionales del teatro del momento; él es muy critico con el teatro burgués, quiere innovar. 

Max exclama al entrar y sentir tanto animal suelto entre montoneras de libros: “¡Mal Polonia recibe a un extranjero!”. Enseguida sospechamos que esto de Polonia tiene que ver con el Segismundo de “La Vida es sueño” de Calderón. La IA trabaja por nosotros y nos lo corrobora en menos que se presina un cura loco. 

El motivo de la visita nocturna es deshacer el trato del atijo de libros de Max Estrella hecho por  don Latino con Zaratustra, el asunto no ocupa más que un breve dialogo en la obra. Valle lo une a un visto y no visto guiño de Zaratustra a don Latino mientras le dice que ya los ha vendido con escaso beneficio cuando, en realidad,  los tiene todavía encima de la mesa. Don Latino cochambea con el librero para estafar al ciego que no se entera de la traición de su lazarillo. 

Aparece por la puerta de la librería don Gay, recién llegado de Londres donde según él se vive el cristianismo “limpio de imágenes milagreras”. “¡Recémosle un Réquiem! Aquí los puritanos de conducta son los demagogos de la extrema izquierda”, exclama Max Estrella. Es la actualidad de atornillarse al poder, cualquier cosa por la poltrona. 

La entrada en la librería de una chica preguntando por el desenlace de una novela por entregas y la negativa del librero a desvelarlo echa el telón a la escena (es tan absurdo como pedirle al del quiosco que en el sobre te entre el torero que te falta para completar el álbum de cromos sin tener que ir a cambiar los domingos a La Alamedilla)

“Escapa la chica salvando los charcos con sus patas de caña”. Olé el Valle y sus acotaciones de plata, esto es escribir. El ciego y su ayudante se dirigen a la taberna de Pica Lagartos en la calle de la Montera

Escena tercera 
Max y don Latino “se regalan con sendos quinces de morapio” (dos chatos de tintorro a granel) en la taberna de Pica Lagartos. Enriqueta la Pisa Bien entra en la taberna ofreciendo a los parroquianos varas de nardos baratas, cuando ve a Max, le reclama las tres pesetas del décimo que su madre le ha fiado. El número es de los que tocan, número de los bonitos, un capicúa de sietes y cincos. Como Max no puede pagar porque está mas afónico que un gallo sin cresta, le dice al chico de la taberna que empeñe la capa, pero cuando vuelve con nueve pesetas, la Marquesa del Tango ha volado con el décimo. 

Los espectadores que acuden a una representación de Luces de bohemia ya conocen la obra y esperan las frases que se han hecho famosas con la obra, entre ellas destaca “cráneo privilegiado”, la exclamación de admiración de Zacarías, el borracho,   porque los niños, los borrachos y los locos siempre dicen la verdad. El bebedor repite el sintagma tres veces en esta escena y es el grito que precede a la caída definitiva del telón, el que manda a cada mochuelo a su olivo. 

La escena abunda en expresiones castizas y una espectacular vivacidad en los diálogos, pero en general aparece un desajuste en las expresiones cultas en boca de los personajes gatos auténticos, como esta réplica mística de El Chico de la Taberna a Max
MAX: Niño, huye veloz. 
EL CHICO DE LA TABERNA: Como la corza herida, Don Max. 
MAX: Eres un clásico”. 

El décimo de lotería capicúa es la excusa para abandonar la taberna y dirigirse a la Buñolería Modernista donde recala la Pisa Papeles y su marido morganático, el Rey de Portugal.


"Viviré en tu recuerdo
Como un simple aguacero
De estrellitas y duendes
Vagaré por tu vientre
Mordiendo cada ilusión"
 Juan Luis Guerra y Sting




Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.

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