miércoles, 26 de enero de 2022

Insolación (Historia amorosa). Emilia Pardo Bazán.





"-Simplón, monigote,  feo.

-Reina de España." 


Insolación (Historia amorosa) 
Emilia Pardo Bazán 

La primera impresión que uno recibe de la lectura de Insolación es que “Sola y borracha quiero llegar a casa” no está al nivel literario de Los Pazos de Ulloa. No cabe decir que la novela sea un petardo, sólo que mantenerse en la excelencia cuya lectura impacta es más difícil que llegar a ella. A mi juicio la novelilla se salva por el afán innovador de los primeros espadas de la escritura - entre los que se encuentra doña Emilia, por supuesto- que ofrecen al lector algo nuevo en cada proyecto que emprenden. Insolación se publica en 1889, pero lo esencial ya está escrito en 1887, como señala Ermitas Penas Varela en el estudio preliminar que acompaña al ejemplar que tengo entre las manos (Recuérdese que Los Pazos y Madre Naturaleza se publican en 1886 y 1887 respectivamente). 

La acción trascurre en Madrid, durante las fiestas de San Isidro. Los valles hondos y verdes y las montañas brumosas de Galicia contrastan con el retrato del Madrid polvoriento y popular, rebosante de costumbrismo, de la Romería de San Isidro, anunciador de los calores rabiosos de los veranos de la capital. La autora reduce el tiempo de la narración a seis días que empiezan a contar el 14 de mayo, la víspera de San Isidro, narra la evolución del enamoramiento de la pareja y termina con la promesa de boda, en un brindis al sol que hace de testigo, y el anuncio de Diego Pacheco, buen ejemplar de raza española, de asentar la cabeza en la política al presentarse a diputado por Vigo. Antes debe irse al otro lado de España a dar la noticia a la familia… ¡Échale un galgo! 

El tema principal de esta novela que empieza y termina con la protagonista en posición horizontal es la atracción física que Francisca Taboada siente por Diego Pacheco, la lucha encarnizada entre defender la fortaleza de la virtud o entregarla a un don Juan, seductor y calavera que se presenta ante la viuda joven como una forma de romper la anodina vida cotidiana. Las relaciones amorosas vistas desde el punto de vista de Asís, la voz narradora y de Pacheco sostienen la historia. La autora se detiene en estudiar la personalidad de la protagonista sin olvidarse de una visión de la atmosfera densa de Madrid en fiesta, descrito a veces a través de los ojos escrutadores del señorito Gabriel Pardo de la Lage, de moral superior, viejo conocido de Los Pazos de Ulloa y aburrido antitaurino, siempre dispuesto a endosar al personal sus homilías planas sobre la crueldad de la fiesta, extraídas de la cadena de montaje de discursos sobre la corrección y la barbarie del español medio. Crítico con las costumbres del pueblo llano a los que mira por encima del hombro. 

Cuando doña Emilia arma el andamio narrativo no es para dejarlo vacío, sino para meter una liebre que te sorprenda al saltar y que conviene analizar. La voz narradora actúa como voz de la conciencia, severa con la dama. La autora construye la tensión narrativa entre la rigurosa voz de la conciencia que actúa para reprender la actitud de la viuda y lo que piensa Gabriel Pardo sobre la igualdad ante el sexo de hombre y mujer. Al final apoya la decisión final de uncirse en matrimonio como reparación del pecado de la carne. Se establece un debate interno entre la fuerza del deseo propio de entregarse al hombre y la moral de la época que actúa en forma de narrador que con voz inflexible riñe a la marquesa ya en el primer capítulo: “De todos modos, confiesa, Asís, que si no hubieses tomado más que sol... Vamos, a mí no me vengas tú con historias, que ya sabes que nos conocemos...” Por esta voz sabemos que la viuda cuenta con 32 años y una hija.

Doña Emilia Pardo Bazán dedica la obra “A José Lázaro Galdiano en prenda de amistad”. 

La técnica narrativa que la autora usa para meternos de hoz y coz en la historia es conocida, la han utilizado muchos autores más tarde para empezar sus escritos, se llama “In media res”. La usan comienzos memorables como: 
 “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo". 
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”.
“Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes”. 

A ellos se puede unir esta de Insolación, a mi juicio la mejor descripción del día después de la noche anterior, una resaca como un piano y su evolución. Lo novedoso es que el malestar afecte a Asís Taboada, una mujer de la alta sociedad que en vez de contar ovejas para dormir, reza y se siente acosada por los resquemazones morales de la confesión, el qué dirán, el padre Urdax, de manga estrechita y duro de pelar. El padre debe ser de la facción radical de la orden, nada que ver con el Santo Padre actual, argentino de pura cepa. Aquí se le perdona malamente que aún no haya puesto el pie desde que es Obispo de Roma, el país que echó de Europa a los infieles, llevó la fe y la cruz con la espada al nuevo mundo y se arruinó por defender en toda Europa su trono de Roma

Perdonen la digresión, a lo que íbamos era a trascribir la manera tan magistral que tiene doña Emilia de contar la convalecencia de una resaca y su evolución: 
“La primer señal por donde Asís Taboada se hizo cargo de que había salido de los limbos del sueño, fue un dolor como si le barrenasen las sienes de parte a parte con un barreno finísimo; luego le pareció que las raíces del pelo se le convertían en millares de puntas de aguja y se le clavaban en el cráneo”[…] “El barreno que antes le taladraba la sien, se había vuelto sacacorchos, y haciendo hincapié en el occipucio, parecía que enganchaba los sesos a fin de arrancarlos igual que el tapón de una botella”. 

La autora nos emplaza el 16 de mayo, el día de la resaca, como Bailaor y Joselito en la plaza de Talavera, el Rey de los Toreros había toreado en la plaza vieja de Madrid con mala crítica el día anterior, sábado 15 de mayo y ya sabemos cómo desaparecieron del mapa los dos. Cambia la voz narradora, ahora es Asís en primera persona la que nos coloca en la tertulia que se había celebrado en casa de la Duquesa de Sahagún dos días antes, frecuentada también por don Gabriel Pardo de la Lage, el evolucionado, hermano de Nucha de Los pazos de Ulloa. Es la duquesa la que presenta a Pacheco y Asís, los dos personajes principales del relato, a ésta como viuda de Andrade y así nos enteramos los lectores de los antecedentes y pasado de la protagonista. 

La autora hace un esfuerzo por reproducir por escrito la gracia del habla popular gaditana, repleta de ceceos, seseos, yeísmos, acortamientos de palabras y tono característico: 
“No compares chiquiya, no compares…Tonterías que se disen por pasá el rato, pa que se encandilen las mujeres… Contigo… ¡Virgen Santa! Tengo yo una ilusión… ¡Una ilusionasa de volverme loco!". 

Al final se racializa la gallega, nos deja una trascripción del habla gitana: 
“Una cosa diquelo yo en esta manica, que hae suseder mu pronto y nadie saspera que susea... Un viaje me vasté a jaser, y no ae ser para má, que ae ser pa satisfasión e toos... Una presoniya está chalaíta por usté...”.


Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.



4 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Todo un acierto. Hasta en una novela que parece menor, doña Emilia hace que salte la liebre...

La seña Carmen dijo...

¿Ir a la pradera con un señorito andaluz o a los toros a lucir mantilla junto a la aristocracia?

Asís pudo volver a casa sin mayores contratiempos, bien acompañada.

Sor Austringiliana dijo...

Los hombres siempre han vuelto solos y borrachos y no pasaba nada. Asís vuelve acompañada pero se pone el mundo por montera, ovación, olé... Doña Emilia era libérrima, además de inteligentísima y sabía. Galdós y Galdiano no salían de su asombro.
Un placer leer tu entrada. Gracias, Celestino. Felices lecturas, salud y ánimo.

Paco Cuesta dijo...

Doña Emilia, con realismo "pinta" literariamente a mi juicio un magnífico cuadro de tipos, lugares y costumbres.
Un abrazo amigo Pancho