LA CIUDAD DEL GRAN REY. OSCAR ESQUIVIAS
II.- LA PRIMERA SALIDA
II.- LA PRIMERA SALIDA
Esquivias abre el capítulo con una descripción de la visión de Burgos desde el blocao. Se trata de un ático en el centro de la ciudad en el que se junta el grueso de la expedición para defenderse del medio hostil. Como si el autor quisiera cerciorarse de que el espacio donde ocurren las cosas más extrañas y disparatadas que imaginarse puedan es reconocible. Los que sufren transformación son los personajes que pululan, como almas en pena, por los mismos lugares de los que proceden. Las cosas nunca parecen mejorar en el blocao. Descorazona pensar que todo cambio es a peor.
Paisán ha intentado distribuir el trabajo entre la tropa para que no cunda el desánimo, para dar la sensación de hacer algo útil con el fin de que la desidia y el abandono no les invada. Poco más podían hacer en un sitio tan reducido las veintiséis personas, quince militares y once civiles, que allí se reúnen. Paisán se encierra en el despacho y mecanografía el diario. Escribe una carta a Cabanellas. La envía por una paloma mensajera. Considera esta actividad esencial para que los soldados comprendan que no están incomunicados y mantengan la moral. La organización es militar: la aguada diaria, el abastecimiento, el racionamiento, el merodeo de los alrededores en busca de comida requiere disciplina militar para llevarla a cabo. Todos estos conceptos y vocabulario recuerdan a los relatos de la Guerra de África de Arturo Barea y otros.
Continuamos con la trayectoria de Rodrigo Gorostiza en este segundo capítulo. Su juventud y apariencia le proporcionan un éxito que para sí mismos quisieran muchos de los otros expedicionarios, aunque al final su rebeldía y las tortugas explosivas le jueguen una mala pasada. Asistimos también a su despertar a la sexualidad. Un correo le entrega un paquete con comida y un mensaje en el interior del higúmeno Teódulo. El maestro Ventura le dice que es un afortunado, le enseñará zarzuela que es lo que les gusta a los polillas. En el Teatro Principal tiene una actuación junto a Gunfrunila Gunfrun. Un recital en beneficio del Rombo Altruista. Acude lo mejor de la sociedad con el portaproserpinas bien repleto. Va tan embutido en unos pantalones de un par de tallas menos que va marcando “topaunlao” como los toreros. No se sabe la partitura y se muestra reacio a tocar en esas condiciones. Cuanto peor suene, más aplauden – le animan -.
La actuación constituyó un gran éxito para La Millonetis y para él. La gente se quedó dormida y les desvalijaron en el patio de butacas. Beatriz recibe un ramo de flores de calabacín que ella recibe entusiasmada. Él le dio un beso a un joven guapo que estaba en la primera fila, pero se arrepiente rápidamente.
Gorostiza recibe con indiferencia al maestro Ventura y el saquito de dientes ganado en la exitosa actuación. Le comenta que nunca se habían visto tantos zapatos sobre el aire en la ciudad. Rodrigo se niega a vestirse de faquir con el ombligo al aire para actuar en casa de una familia pudiente. Se desfoga golpeando un saco de paja que ha puesto en un rincón del almacén. Como sabe que a Ventura le gusta, se desnuda el torso como los boxeadores. El maestro teme que se lastime las manos y no pueda tocar.
Un suceso de ausencia prolongada de luz sume al seminarista en la desesperación. Combate el intenso frío con una montaña de mantas. Intenta matar el aburrimiento masturbándose. Sólo pide luz y un libro.
Cuando despierta ya hay luz. Sale a comprar libros. Había visto librerías en sus paseos por la ciudad con el carro de Beatriz. Entra en “Íncubos de Yago Pérez”. Se gana una reprimenda del librero y la expulsión a cajas destempladas del local por leer en voz alta un trozo del libro. En esta ciudad lo que se lee en voz alta se queda definitivamente escrito en los libros lo cual estropea la mercancía. Sale de la librería junto a Nadir Corbí, poeta que quiere publicar un libro escrito con esperma. Gracias a su guía llegan al almacén vacío. Rodrigo y Nadir se aparean con urgencia. Con gestos aprendidos se vaciaron uno sobre el otro. Éste se marcha sin darle ni un beso de despedida, no le convenía a ninguno de los dos.
Rodrigo sigue con su negativa a vestirse de faquir. Se escapa del almacén. Ventura corre detrás de él con el carro del piano. El no quiere ser esclavo, siente que lo están explotando. Ventura le advierte de que aquí la rebeldía no sirve más que para amanecer cosido a navajazos. Todo el mundo se esconde del peligro de las tortugas. Garrús también lo hace. El sargento Garachana y el cabo Galaz le reconocen. Rodrigo sabe que las tortugas muerden, pero no que exploten como le explotó una que le destroza el rostro. Los militares lo suben a un carretillo cuando ya unos habían empezado con la tarea de arrancarle los dientes como si fuera cadáver. Escapan de allí.
A merced del sargento y del cabo entran en una casa de baños. Le curan como pueden porque allí no hay nada útil. A la mañana siguiente tienen que salir por una ventana para no ser descubiertos. Se meten en una sociedad deportiva de gente importante. Aquí lo curan con el material bien surtido del botiquín. Ventura da con ellos y organizan las cosas para llevar a Rodrigo al blocao y que el doctor Albiñana le cure. Lo opera a dolor vivo como puede y le dice que después de todo ha tenido suerte; en dos o tres semanas estará restablecido.
Paisán ha intentado distribuir el trabajo entre la tropa para que no cunda el desánimo, para dar la sensación de hacer algo útil con el fin de que la desidia y el abandono no les invada. Poco más podían hacer en un sitio tan reducido las veintiséis personas, quince militares y once civiles, que allí se reúnen. Paisán se encierra en el despacho y mecanografía el diario. Escribe una carta a Cabanellas. La envía por una paloma mensajera. Considera esta actividad esencial para que los soldados comprendan que no están incomunicados y mantengan la moral. La organización es militar: la aguada diaria, el abastecimiento, el racionamiento, el merodeo de los alrededores en busca de comida requiere disciplina militar para llevarla a cabo. Todos estos conceptos y vocabulario recuerdan a los relatos de la Guerra de África de Arturo Barea y otros.
Continuamos con la trayectoria de Rodrigo Gorostiza en este segundo capítulo. Su juventud y apariencia le proporcionan un éxito que para sí mismos quisieran muchos de los otros expedicionarios, aunque al final su rebeldía y las tortugas explosivas le jueguen una mala pasada. Asistimos también a su despertar a la sexualidad. Un correo le entrega un paquete con comida y un mensaje en el interior del higúmeno Teódulo. El maestro Ventura le dice que es un afortunado, le enseñará zarzuela que es lo que les gusta a los polillas. En el Teatro Principal tiene una actuación junto a Gunfrunila Gunfrun. Un recital en beneficio del Rombo Altruista. Acude lo mejor de la sociedad con el portaproserpinas bien repleto. Va tan embutido en unos pantalones de un par de tallas menos que va marcando “topaunlao” como los toreros. No se sabe la partitura y se muestra reacio a tocar en esas condiciones. Cuanto peor suene, más aplauden – le animan -.
La actuación constituyó un gran éxito para La Millonetis y para él. La gente se quedó dormida y les desvalijaron en el patio de butacas. Beatriz recibe un ramo de flores de calabacín que ella recibe entusiasmada. Él le dio un beso a un joven guapo que estaba en la primera fila, pero se arrepiente rápidamente.
Gorostiza recibe con indiferencia al maestro Ventura y el saquito de dientes ganado en la exitosa actuación. Le comenta que nunca se habían visto tantos zapatos sobre el aire en la ciudad. Rodrigo se niega a vestirse de faquir con el ombligo al aire para actuar en casa de una familia pudiente. Se desfoga golpeando un saco de paja que ha puesto en un rincón del almacén. Como sabe que a Ventura le gusta, se desnuda el torso como los boxeadores. El maestro teme que se lastime las manos y no pueda tocar.
Un suceso de ausencia prolongada de luz sume al seminarista en la desesperación. Combate el intenso frío con una montaña de mantas. Intenta matar el aburrimiento masturbándose. Sólo pide luz y un libro.
Cuando despierta ya hay luz. Sale a comprar libros. Había visto librerías en sus paseos por la ciudad con el carro de Beatriz. Entra en “Íncubos de Yago Pérez”. Se gana una reprimenda del librero y la expulsión a cajas destempladas del local por leer en voz alta un trozo del libro. En esta ciudad lo que se lee en voz alta se queda definitivamente escrito en los libros lo cual estropea la mercancía. Sale de la librería junto a Nadir Corbí, poeta que quiere publicar un libro escrito con esperma. Gracias a su guía llegan al almacén vacío. Rodrigo y Nadir se aparean con urgencia. Con gestos aprendidos se vaciaron uno sobre el otro. Éste se marcha sin darle ni un beso de despedida, no le convenía a ninguno de los dos.
Rodrigo sigue con su negativa a vestirse de faquir. Se escapa del almacén. Ventura corre detrás de él con el carro del piano. El no quiere ser esclavo, siente que lo están explotando. Ventura le advierte de que aquí la rebeldía no sirve más que para amanecer cosido a navajazos. Todo el mundo se esconde del peligro de las tortugas. Garrús también lo hace. El sargento Garachana y el cabo Galaz le reconocen. Rodrigo sabe que las tortugas muerden, pero no que exploten como le explotó una que le destroza el rostro. Los militares lo suben a un carretillo cuando ya unos habían empezado con la tarea de arrancarle los dientes como si fuera cadáver. Escapan de allí.
A merced del sargento y del cabo entran en una casa de baños. Le curan como pueden porque allí no hay nada útil. A la mañana siguiente tienen que salir por una ventana para no ser descubiertos. Se meten en una sociedad deportiva de gente importante. Aquí lo curan con el material bien surtido del botiquín. Ventura da con ellos y organizan las cosas para llevar a Rodrigo al blocao y que el doctor Albiñana le cure. Lo opera a dolor vivo como puede y le dice que después de todo ha tenido suerte; en dos o tres semanas estará restablecido.
"Quando for grande vou ser
quero ser um realejo
ter um pedaço de terra
fogo que salta ao braseiro
dormir no fundo da serra
quero ser um realejo"
Joao Afonso
quero ser um realejo
ter um pedaço de terra
fogo que salta ao braseiro
dormir no fundo da serra
quero ser um realejo"
Joao Afonso
Los grabados B/N son de Brueghel el Viejo
Este comentario pertenece al club de lectura sobre la trilogía de Oscar Esquivias, basada en la Guerra Civil, que dirige desde La Acequia, Pedro Ojeda Escudero.
9 comentarios:
Qué ganas tenía Rodrigo después de ese beso robado de entregarse con pasión y retozar y disfrutar. Aunque le habría gustado volver a encontrarse.
Besos
¡Qué buen resumen del capítulo! Volveré con calma a ver el video. Besotes, M.
Se van perfilando otros protagonismos en el maremagnun de La Ciudad.
Rodrigo asciende y desciende...a tortugazo limpio. Personaje adolescente, en busca de sí mismo, el más atractivo de todos. Cosido en viv por Albiñana, pobre.
Sigamos en este mundo de fantasía,a ver en qué va a parar todo esto. Tus entradas son el complemento ideal.
Y siempre nos pones buena música.
Un abrazo
Hay que ver cuantos personajes comienzan al principio la aventura y los poquitos que quedan al final de la novela.
Me asombra la facilidad con que Rodrigo acepta su homosexualidad, teniendo en cuenta su educación seminarista. Pero en este libro todo es posible. Hasta las tortugas que explotan.
Biquiños,
Estoy en el final de esta Segunda Salidad.
Como siempre lo has resumido estupendamente y creo que no es facil hacerlo con este libro tan lleno de disparates y sin embargo en ellos, creo que anda la realidad mas profunda. ¿El inconsciente?
Un abrazo
Luz
Como siempre, excelente tu resumen y las ilustraciones. Y como dice ALdabra, que pocos quedan al final. Besos
Buenas noches, pancho:
Qué bonita canción que no conocía. Para aprenderla y cantarla.
Saludos.
Retorno y veo, con agrado, que sigues dando un ejemplo de mirada certera en tus análisis.
Aquí, el título de tu entrada me ha dado una pista... Baroja. ¿Por qué no Baroja? Habrá que preguntárselo a Esquivias.
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