MIGUEL DELIBES. EL HEREJE
LIBRO II. LA HEREJÍA
CAPÍTULO XI
De nuevo la sorpresa de cara al comienzo del capítulo. Miguel Delibes, con su habilidad y sencillez tan características, nos deja como quien no quiere la cosa una lección de Geografía Humana. Pocas líneas le son necesarias para dibujarnos una imagen de cómo prospera la ciudad a mediados del XVI. Da una lección de cómo a los aprendices se nos da mejor la brevedad y concisión que el artificio y el retorcimiento. Esta prosperidad ciudadana le sirve al autor para justificar la evolución de Teo que se entrega a la fiebre del consumo, atraída por las modas que llegan de Francia e Italia. En realidad no es más que una excusa para tenerla ocupada, mientras CS se dedica a asuntos de trascendencia para su espíritu. El relato se teje en torno a dos mudanzas. Una física, impulsada por Teo y otra mental, con componentes de la angustia vital de CS, que tendrá como consecuencia la doble reclusión: al trastero de su casa y el ingreso en la clandestinidad de los conventículos.LIBRO II. LA HEREJÍA
CAPÍTULO XI
Mientras Teo se afana en poner la casa patas arriba cambiando el mobiliario, CS se revuelve en su interior. Padece angustias de muerte. Siente la necesidad de dar un vuelco a los cimientos en los que se fundan sus creencias. Se refugia en un tipo de lectura en busca de certezas. Melchor Cano afirmaba que tanto Carlos de Seso como Bartolomé Carranza creen que el Purgatorio no existe, pero había que ser prudente en a quién se declaraba. El Párroco don Pedro Cazalla creía en una evidente relación entre los dos personajes.
En efecto, los pucelanos de mediados del S. XVI ya mostraban la inclinación a la grandeza que como tópico arrastran y que desde fuera le han atribuido. Al amparo de la corte y la abundancia de recursos de la nobleza se habían instalado en la ciudad una serie de artesanos y artistas que impulsaban el crecimiento físico y cultural de la villa. Pedro de Medina medía la grandeza de la Plaza Mayor por sus huecos: “¿Qué decir –escribía- de una plaza con quinientas puertas y seis mil ventanas?”
Surgió una especie de fiebre del ladrillo para satisfacer la demanda de las clases pudientes de la ciudad. Las huertas de los conventos, los corrales, patios y jardines de las casas nobles se utilizaron para edificar. Cuando ya no cabían en el interior de la muralla se extendieron por las afueras, ocupando las huertas extramuros. Surge, a la vez, una industria auxiliar del mueble, lógica consecuencia de la expansión inmobiliaria. La Corte conlleva la exigencia del falseamiento que se establece. El carácter inestable de Teo es presa fácil de la nueva moda del aparentamiento. Se adhiere fervientemente al atractivo del consumo. Su vida ahora oscila entre la observancia rigurosa de los consejos del doctor Galache con el fin de la procreación y el despilfarro. A estas alturas Teo había perdido el atractivo que CS había encontrado en ella en un primer momento. Él ya está embarcado en temas más trascendentales. Sospecha incluso que las instrucciones que el doctor les recomendó eran sólo para quitarse de encima a una histérica.
Teo estaba entusiasmada por poner la casa patas arriba. Sustituye los muebles de pino por otros de maderas más nobles. Los austeros escaños castellanos de madera pasan a mejor vida, sustituidos por cómodas sillas tapizadas en cuero de estilo francés. Estanterías de roble repletas de libros visten ahora el despacho de CS. La nueva cama es de damasco carmesí con un tocador de caoba y arcones forrados de piel para la ropa. El arte de Alonso Berruguete representado en un crucifijo. Como si quisiera borrar todo rastro de la Reina del Páramo, realeza ganada a pulso esquilando más ovejas que nadie en el monte.
CS vivía estas novedades un tanto al margen. Como si llevara una doble vida; dedicado a la lectura y a sus visitas a Pedrosa para acristianarse de nuevo. Las charlas con don Pedro Cazalla le resultaban imprescindibles. Charlaba con Beatriz Cazalla, que le cuidaba, sobre la perfección de la Pasión de Cristo. A veces acudían a las charlas don Cristóbal Padilla que adoctrinaba en Zamora y Juan Sánchez que hacía de enlace con los grupos de Logroño y de Zamora. Era criado de Pedro Cazalla y antes lo había sido de doña Leonor de Vivero. Beatriz les ofrecía argumentos teóricos para su futura labor de evangelización. Cuando abordaban el tema del celibato de los clérigos, don Pedro les imponía silencio.
Las charlas entre CS y Pedro Cazalla solían ser itinerantes, recorriendo los senderos y carriles que unían Pedrosa a Zamora y Toro o a los pueblos linderos. Estos paseos aumentaban el amor a la naturaleza de CS. Ya era capaz de identificar a los pájaros por su nombre. Ya no censuraba a don Pedro la sangre vertida en la caza de la perdiz con perdigón. Un día que el macho perdigón estaba harto del silencio del campo por respuesta a su coreché, Pedro le espeta que el Purgatorio no existe. CS no puede aceptarlo, forma parte de la fe del carbonero aprendida en la infancia. El protagonista siente el mismo tipo de desamparo que Pedro Cazalla sintió cuando don Carlos de Seso se lo reveló. Tanto que estuvo a punto de denunciarlo al Santo Oficio, de no haber sido porque el teólogo don Bartolomé Carranza se lo impidió. Éste cita a don Carlos de Seso a una entrevista y le revela al teólogo que se funda “en la superabundante paga que había dado Nuestro Señor por nuestros pecados con su pasión y muerte” para negar la existencia del Purgatorio. Don Bartolomé les ruega silencio. La entrevista no debe trascender. Él se va con el Rey a Inglaterra.
Un día Carlos de Seso se presenta con un brioso corcel, con cruce de raza árabe, Veronés de nombre. Él muy elegante con ropas italianas. Le cuenta a CS que conoció a un tío suyo en Olmedo cuando la peste. Beatriz, “mujer sin telarañas en la cabeza”, mantiene una relación de complicidad con el recién llegado. Una vez a solas, con aspecto de iluminado le confiesa señalando a un Cristo: “Ése es mi Purgatorio”. Le refiere que en Italia este asunto se acepta sin tanto misterio. Le da tres razones: Al afirmarlo, reconocemos recibir de Cristo la misericordia más grande. Añade que en los evangelios no se dice nada de la existencia del Purgatorio y concluye que la autoridad del teólogo don Bartolomé Carranza lo apoya. Don Carlos le aconseja que se mueva, que abra su espíritu, que acuda a los conventículos de Valladolid, Zamora o Toro. CS atesora todos los consejos de Carlos de Seso en su corazón.
De vuelta en Valladolid le recibe la histeria personificada. Teo ensimismada, pero con un plan trazado de antemano. Durante su ausencia ha decidido preparar el trastero para él, con la excusa de las nueve horas insoportables de intercambio de efluvios y olores de la cama de matrimonio. CS tiene la habilidad de hacerle creer que es una conquista suya, cuando él ya está en otro plano de convivencia, tiene la mente puesta en otros intereses más elevados.
Siguiendo los consejos que don Carlos de Seso le diera en Pedrosa, comienza a visitar la casa de don Agustín Cazalla. Rápidamente se siente atraído por la elegancia de su madre, doña Leonor de Vivero; cautivado por la alegría que trasmitía, le abre el corazón. Le narra los pormenores de su vida y su relación con Teo. Tanto se allegan que el próximo cumpleaños de CS, nacido el 31 octubre de 1517, que como sabemos coincide con la publicación de la tesis de Lutero en la iglesia del castillo de Wittenberg, lo celebrarán en su casa.
CS se siente fascinado por el orden mental que trasmite la palabra de aquel hombre menudo. Acepta a pies juntillas, sin discusión, como si fueran dogmas, todo lo que le refiere de la inutilidad del monjío, celibato de los clérigos, culto a los santos e imágenes y la confesión mental sin necesidad de contar tus faltas a alguien invisible, en la cámara oscura, al otro lado de la cortina. Con lo único que no condesciende es en considerar el domingo un día normal de la semana. Son muchos años yendo a misa el día de descanso. Eso crea costumbre. No se puede cambiar de repente. Cazalla accede a que siga con la rutina por no levantar las sospechas del Santo Oficio. Ya llegará el día de proclamar la fe. CS por su parte, considera un lujo contar con el adoctrinamiento personal de Agustín Cazalla. Éste le asigna el conventículo del viernes.
"I got my ticket to heaven
And everlasting life
I got a ride all the way to paradise"
Mark Knopfler
6 comentarios:
Buenas noches, pancho:
- Únicamente me queda felicitarte por este resumen-estudio del capítulo de hoy.
No te has dejado nada en el tintero.
Estupendos todos los enlaces.
- Por añadir algún detalle, que tú ya has apuntado, D. Miguel Delibes, hace despertar en Teo el deseo por las compras compulsivas, ante la frustración por su no maternidad. Y coincidiendo con el desenamoramiento de Cipriano Salcedo, hasta le surgen las comparaciones entre su caballo Relámpago con Veronés.
Ésto demuestra una vez más, lo sano que es el amor, cuando el amor es sano.
- Ah, no pensaba que la Plaza Mayor de Valladolid tuviese tantas puertas y ventanas.
Saludos.
P.D.: Y la canción que has elegido más apropiada imposible.
Me parece que por las pocas ganas que Cipriano tiene por la labor (ya ni sigue tomando los medicamentos) Teo se va a quedar sin engendrar, pobrecita.
Ya voy por el capítulo XIII. Besotes, M.
Me gusta mucho cómo has descrito, al inicio de tu entrada, la forma en la que Delibes trabaja los giros narrativos. Es así.
Otro negando la existencia del Purgatorio, pobre don Cose Herrera...Encima hablan de "confesión mental", señor Penitenciario.
Bromas aparte, qué difícil era ser hereje en aquella época. Hacía falta mucho valor para hablar de eliminar confesionarios, confesión mental...espíritus muy avanzados. Mientras tanto, Teo redecora su casa, ay, estas mujeres...
Un abrazo, Pancho
Me gusta mucho como señalas la angustia de vacio de TEO que busca llenarse con la fiebre de consumo y como señalas la angustia vital de CS, que busca el camino espiritual.
Pancho; hoy me he puesto al día con todos los comentarios atrasados que te debía desde el 20 de enero. Mil perdones por la demora, es que preferí hacerlo con calma-
Un abrazo
Gelu: Relámpago está ya viejo y no puede competir con la prestancia del caballo de Carlos de Seso. Parece como si fuera a haber alguna rivalidad de amores con este personaje. Igual son imaginaciones.
Está claro que son exageraciones, pero arrastran ese sambenito, por eso lo puse en el resumen.
Para encajar canciones tienes la exclusiva.
Merche: No son sucesos muy agradables para ella los que se narran en el XII, efectivamente. En esas fechas al que tachaban de loco tenía poco menos que imposible
superarlo.
Pedro: La sencillez y concisión de su propuesta narrativa es la clave de su obra.
Está bien acertar y coincidir.
Abejita: Tienes razón, parece que a todos le ha dado por el Purgatorio de repente. Algo mejor que en la caldera de Pedro Botero sí se debe estar, como nos enseñaba el catecismo.
Hasta hace bien poco los protestantes no eran bien vistos aquí. Gente muy comprometida y unida, precisamente debido a las dificultades.
Myr: No hay por qué pedir perdón. Aquí cada cual comenta cuando puede o cuando tiene tiempo. Ya vi el montón de comentarios. Gracias.
Delibes traslada mucha de la casuística actual adaptándola al S. XVI.
Gracias a todos por vuestros comentarios y visitas. Un abrazo.
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