jueves, 21 de enero de 2010

Sancho (que no seas tú) entre todas las mujeres




"... La que yo vi fue una labradora y por labradora la tuve..."
 

Dibujo de Gerardo Trives

CAPÍTULO 2. 33

Después de haber comido, sin perder tiempo en ceremonias como su amo había hecho para sentarse a la mesa de los duques, se sentó S en una silla baja “de gobernador” (las altas con respaldo ya estaban reservadas para la duquesa y sus sirvientas), para hablar como un escudero hablador a un público abundante de doncellas.

Directa al grano la duquesa, le inquiere acerca de Dulcinea; ¿Cómo osó imaginar una dama de tal altanería cribando un costal de trigo? Levantando doseles al caminar por la habitación, S le confiesa que DQ está loco de remate, como tal, se cree todo lo que se le viene al magín. La duquesa, que le “anda brincando un escrúpulo en el alma” le repone que si DQ es tonto, su escudero que “le sirve y le sigue y va atenido a las vanas promesas suyas, sin duda alguna debe de ser él más loco y tonto que su amo”, no merece ínsulas, pues “el que no sabe gobernarse a sí, ¿cómo sabrá gobernar a otros?”


La mención de la ínsula es una banderilla de fuego en las anchas espaldas de S que le da la razón. Siguiéndole el hilo al escrúpulo, debería haberlo abandonado hace tiempo. Si no lo ha hecho, es porque “somos de un mismo lugar, he comido su pan, quiérole bien, es agradecido, diome sus pollinos, y, sobre todo, yo soy fiel; y así, es imposible que nos pueda apartar otro suceso que el de la pala y azadón.” Se despacha con una sucesión de refranes y proverbios ensartados en un orden anárquico que nadie como S sabe cómo hacer significantes y que son una delicia para su valedora y todos los lectores. Me quedo con éste sobre la certeza del final: “…no ocupa más pies de tierra el cuerpo del Papa que el del sacristán…”
Intervienen seguidamente dos de las escuchantes: la Dueña Rodríguez y la duquesa. La primera salta a la mención de la verosimilitud de los romances con una observación que provoca la risa, ya no disimulada de la segunda, que le confirma al escudero el gobierno de la ínsula: un caballero como su marido no puede echarse atrás en su promesa. La Duquesa le aconseja que una vez gobernador, mire por sus vasallos, que todos son leales. S le contesta que los buenos tendrán mano y concavidad, pero los malos ni pie ni entrada tendrán.

Como de la entrevista con DQ no había quedado convencida, vuelve al asunto del encantamiento de D, esta vez con S. Razona que S podría pasar de engañador a engañado por acción de los encantadores. Poco podría extrañar que la viéramos por aquí en cuerpo y alma. S asiente a la duquesa, añade que él no dijo lo de D por malicia sino por librarse de la regañina de su amo: su magín no le da para tanta invención.




A continuación, la duquesa se interesa por el mundo subterráneo de la Cueva de Montesinos. Ella deduce, por el relato de S, que los encantadores malvados truecan la realidad a conveniencia, no hay modelo lógico. Ello no le importa mucho a S, harto de estar en boca de su amo, si vio o no vio a D en persona, él ya está en una posición de merecer respeto, para algo tiene que servir estar en la estampa; es por ello que se merece la ínsula prometida. S no pierde ocasión de preguntar “¿Qué hay de lo mío? ", al tiempo que exige el mismo trato dado a su compañero de estampa . Su lucha se centra ahora por la igualdad con DQ en correspondencia a la solidaridad y lealtad que le muestra.



Una vez que la noble dama promete estudio de la propuesta, a S no se le olvida recordarle a su burro “lumbre de sus ojos”; ella lo tratará como la niña de los suyos. A punto estuvo de liarse de nuevo la gresca con la Dueña Rodríguez si no es por la intervención de la duquesa que los apacigua.

Mientras S se retira a intentar aprovechar un rato de la siesta de cuatro o cinco horas de su amo, los duques traman más burlas que encajen en los Libros de Caballería y a S en el gobierno de la ínsula, algo grandioso que ya se nos anuncia para los próximos episodios.

Entre las muchas cosas que S contesta a la duquesa cuando parece que “lo suyo” va bien encaminado es: “...soy perro viejo, y entiendo todo tus, tus...”; es decir, la expresión de llamada a un perro. Como si los perros entendieran idiomas distintos, así es como se le dan las órdenes a algunos animales domésticos en Lumbrales (Salamanca).




Este comentario pertenece al grupo de lectura del Quijote que coordina y dirige desde La Acequia el profesor D Pedro Ojeda Escudero y ya ha sido publicado en la misma.

8 comentarios:

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Estupendo comentario.

Astuta duquesa + tonto escudero: futura burla grandiosa.

El capitulo es una delicia.

Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Veo que esta vez has aprovechado para enlazar Quijote y Lumbrales.
Me gusta cómo has visto las idas y vueltas del diálogo dirigido por la Duquesa.

Paco Cuesta dijo...

Bien pensado, Sancho lleva toda la primera parte y 33 capítulos de la segunda luchando por el puesto de gobernador, la experiencia le hace defenderse con soltura en cualquier foro.
Coincido contigo en que Sancho realiza una gran faena, aunque sea con banderillas de fuego.

Merche Pallarés dijo...

¡Hola Panchito! Estoy de vuelta. Como dice nuestro profe has enlazado a Quijo con Lumbrales. ¡Estupendo! Besotes, M.

Ele Bergón dijo...

Hola Pancho

Sigo leyendo a Nabokov, no a la velocidad que quisiera porque las clases interfieren mucho en mis lecturas. Estoy desentrenada después de no enseñar durante tres años a adolescentes, perdona mis disgresión y sigo con el tema, para este autor ruso, las burlas de los Duques las siente como crueldades hacia Sancho y Don Quijote. Con respecto a este capítulo 33, en su resumen que hace de todos ellos dice así: " Un capítulo muy tedioso de Sancho en conversación con la Duquesa. Sancho le confiesa el secreto de cómo engañó a Don Quijote acerca de la entrega de la carta, y el truco de identificar a Dulcinea con una de aquellas tres labradoras que encontraron". Como podrás leer, no entiende para nada nuestro sentido del humor.

Cuando termine de leerlo, ya haré una reseña en el blog.

Me ha parecido muy interesante el cuadro que haces de las voces utilizadas por los animales.

Un abrazo

Luz

Antonio Aguilera dijo...

"tus tus", me recordó a la expresión francesa tou tou: perrito.
Es que mi chico de 11 años hogaño tiene francés y hay que "ayudalo".

Hay que ver cómo la duque le tira de la lengua a Sancho; pero yo creo que él no hace el memo, sino que se deja llevar: total está invitado en aquel palacio y ahora lo tienen las chicas rodeado.
Estuve buscando una imagen como la que montas, pero al no encontrarla opté por poner las chicas solas.

No me imagino a Sancho con las banderillas ardiendo en el lomo.
Se lo hacían a los toros??, yo sabía del fuego en los cuernos.

Ay!! que buenas chuletas...

Un abrazo Pancho

Myriam dijo...

Yo también me quedo con el refrán de "no ocupa más pies de tierra el cuerpo del Papa que el del sacristan..."

Y el grabado de Gerado Trives, también me gustó.

Saludos
PD El ruso ese que meniona ELE Novonoseque... definitivammente no entiende nada... al menos este capítulo.

pancho dijo...

Cornelius: Hacemos lo que podemos. Lo que no le interesa es la riña de Teresa si se presenta de vuelta con las manos vacías.

Pedro: A todo se le puede aplicar El Quijote. Por lo visto, el idioma de hablar a los animales también ha evolucionado.

Paco: Del corazón de Sancho salen llamaradas, cuando oye que su puesto en la ínsula peligra.

Merche: Ya se nota el bullicio en la red.

Ele: Por ahora yo no he observado malicia en las burlas de los duques. Son bromas que hacen reír a todo el mundo, incluidos los lectores. Creo que el hecho de que le presten tanta atención a los héroes de la novela significa la propia confirmación del éxito de la misma novela y de sus protagonistas. Que unos nobles de tanta alcurnia reparen en ellos es algo que C no escribe al azar, debía responder a algo palpable. Vamos digo yo, que es como decir bien poco. Esperemos a tu resumen de Nabokov.

Aguilera: Un amigo también me cuenta que ahora está recordando que hay unos bichos que se llaman anfibios y que respiran por no sé donde.

Hace siglos que se suprimieron las banderillas de fuego, pero ha quedado la expresión. Ahora, cuando un toro es manso se le ponen banderillas negras. Las vi poner una vez y aquello me gustó poco. Estoy en contra de los toros de fuego, que es una de las cosas, junto a los correbous, que quieren preservar los legisladores de la ética superior.

Ahora que se puede copiar sin que te pongan un cero si te pillan…

Myr: Allí todos se encogen por igual. Sabe leer perfectamente los capítulos en sus dibujos. Esperaremos el resumen de Ele a ver que nos cuenta.

Un abrazo a todos y se aprecian vuestros comentarios y visitas.