viernes, 25 de marzo de 2011

Papá, cuéntame otra vez



VIENE LA NOCHE. OSCAR ESQUIVIAS

MIÉRCOLES, 27 DE DICIEMBRE DE 2006

Una vez que han dado sepultura al tío cura, Aurelio, nada les retiene ya en Burgos. Cogen billetes para Madrid en el talgo de la tarde. El autor vuelve a utilizar el camino para darnos las claves que engarzan Viene la Noche con las otras dos novelas anteriores de la trilogía. Esquivias recurre al género epistolar para contárnoslo. A través de la carta que Benjamín le escribe al autor, quejándose del tratamiento que ha dado en la novela a algunos personajes reales que él conoció, nos enteramos de sus orígenes en la ciudad de Burgos, de su rapidez de lectura y de su excelente prosa, modelo de concisión y corrección. La carta le sirve también al autor para dar a conocer las críticas recibidas por la utilización de personajes reales por parte de personas allegadas y que aquí pone en la pluma de Benjamín. De esta manera tan ingeniosa el propio Oscar se ahorra el engorroso trabajo de dar explicaciones una y otra vez sobre las mismas cosas.

Al mismo tiempo, estas líneas son suficientes para trazar las vivencias de la generación que se extingue, que vivió la Guerra Civil de muy joven y por lo tanto sufridores por partida doble, tanto de la contienda como de la victoria que no se supo gestionar con generosidad para los perdedores de ambos bandos, porque a nadie he oído comentar que ganara algo con aquel infierno de horror, con excepción de los fanáticos que nunca faltan como si fueran un dolor de cuello persistente. La misiva le sirve al autor para llenar el hueco que había dejado con el salto en el tiempo de las primeras novelas a ésta. Nos enteramos así del destino de algunos personajes reales de las dos primeras novelas y de la lucha por la vida de una generación que tuvo que tirar para adelante con trabajos de sol a sol que sólo les permitía malvivir en medio de tantas privaciones y miseria.

Agustí Centelles

Benjamín y Jaime se pasan por la residencia de curas jubilados para recoger las cosas de don Aurelio. Las sotanas y abrigos del armario, desgastados por el uso, atufan a viejo, al olor característico de las residencias de la tercera edad. Jaime se queda con unas fotos amarillas de tiempo. Ya no recordaba que se las hubieran hecho en los veranos que de niño visitaba a su tío. Poco más de provecho, a excepción de unos cuantos libros religiosos, se podía sacar de la austeridad de aquella habitación.

Se vuelven a Madrid en el Talgo de la tarde. Benjamín le da a Jaime una carta que le ha escrito al autor, Oscar Esquivias, sobre las dos primeras novelas de la trilogía que acaba de leer. Se trata de un manojo de folios manuscritos sobre los que le pide opinión y que se los pase a ordenador. En ellos dice que le escribe por un deber moral. Ya sabe que ha recibido varios premios por sus novelas. Se muestra disgustado, más por el trato que da a personas que cita en sus novelas que por el estilo, el cual se considera incapacitado para juzgar. Le molestan, sobre todas las cosas, las calumnias gratuitas vertidas sobre alguien que no conoce. Por otra parte, no cree tener ya tiempo de comprobar el improbable cambio de actitud con relación a la tercera parte de la trilogía, sin reparar en que es el protagonista más importante de la misma. Bastante ha sufrido ya con las ochocientas páginas de las dos novelas primeras.

Agustí Centelles

Destaca las inexactitudes con el personaje representado por don Cosme Herrera, muerto dos meses antes del comienzo de la guerra. Aprovecha para presentarse a sí mismo. Su padre, al que no conoció, era veterano mutilado de la Guerra de Filipinas. Como consecuencia de su invalidez, trabajó de recadero en el Hospital Militar a cambio de un magro salario, con lo que a su madre no le quedó otro remedio que trabajar, lavando y cosiendo para los militares y los curas. En mayo del 36 se marcharon a Madrid. Su madre se vuelve a casar con Modesto, burgalés de Villarcayo, que tenía una tintorería que es la que Benjamín hereda. Le aclara que gracias a don Cosme, sus dos hermanos consiguieron una beca para entrar en el seminario. Aurelio cantó misa en marzo del 36 y fue destinado en un pueblecito al lado de Roa. Añade que puede contarle cosas positivas de todos los citados: Dávila, el Padre Zamora que le daba una moneda cada vez que su madre le mandaba a entregarle la ropa, Paisán…

Benjamín Tobes es de todo: católico, socialista, antifranquista, anticomunista...


Continúa relatándole que para conocer el infierno no es necesario inventarse historias raras. Él sabe de primera mano en qué consiste porque pasó tres años de Guerra Civil en Madrid. A los catorce años ya lo enrolaron de artillero, después fue destinado a Tenerife y allí se alistó de voluntario en la División Azul. Participó en la batalla de Leningrado. Allí coincidió con el comandante Paisán y el padre Zamora. Los cuatro años en el ejército y la vuelta a Madrid le vacunaron de toda simpatía por el franquismo y el comunismo. Él se siente obrero. Fue de los primeros que se organizaron en la HOAC durante el franquismo. Después se salió porque los del FELIPE eran intelectuales y raros; además, mezclaban la religión con la política.

Su infierno particular comenzó el uno de noviembre del 36 cuando los milicianos detuvieron a su padrastro, su hermano Benito y su amigo Gorostiaga por llevar crucifijo. Los fusilaron al día siguiente. Benjamín se siente particularmente molesto con el tratamiento que el autor le da Gorostiza. Le inventa su orientación sexual. Le sugiere que si otra vez quiere utilizar personajes reales, utilice a sus propios familiares. A Benjamín los libros le parecen repugnantes desde el punto de vista moral. Las blasfemias le ofenden. ¿Por qué no se las dedica a Mahoma? En la posdata le dice que para la próxima se documente mejor porque en El Espolón no había ni palomas, ni olmos. El alcalde de entonces se llamaba García García Lozano y entonces se decía “confesonario”. No quiere meterse en asuntos menores, pero no puede pasarse sin abroncar al editor por la abundancia de faltas de ortografía y acentos mal puestos. Además, no le parece bien que sus personajes no sueñen. Le recomienda que lea a Galdós o a Victor Hugo para aprender. Lo que más lamenta de todo es que las noveluchas le hayan recordado algo que tenía olvidado por pura supervivencia; no le apetece hablar de ello.

JUEVES, 28 DE DICIEMBRE DE 2006

Benjamín no ha dormido bien. Se ha levantado como resacoso a pesar de no haber probado el alcohol el día anterior. Mira embelesado cómo gira la lavadora. Está cansado. Comienza a leer Historia de dos Ciudades de Dickens: “Era el mejor de los tiempos. Era el peor de los tiempos”. Como no le parece un comienzo lógico, cierra el libro.

Como a Teresa le parece extraño que no salga de casa esa mañana, le propone ir de compras. Tienen pendiente el regalo para sus consuegros. A Benjamín las comidas en casa de Acacio y Julieta le parecen “otro aquelarre en la comisaría de Tontacio”. Se convence de que el búcaro de la peruana Dori es suficiente regalo. Cuando se disponen a hablar en la camilla, Benjamín se levanta, se coloca el abrigo y se va a la biblioteca. Ya en la calle, saluda a Magali que no le responde. Sus pasos le dirigen a “la balsa de la medusa”, pero aún se siente ofendido por la presencia de Clarita en el concierto del mesías participativo. Al ver a los poetas a la puerta de la Biblioteca da media vuelta, prefiere estar solo. En casa hay una nota de Teresa que se ha ido a comer con las amigas. Se entretiene en tachar Inquietud en el Paraíso con una regla. Jaime le trae la carta mecanografiada. Cinco folios ha ocupado el testamento. La firma y le pide a Jaime que la eche certificada. Él la echará en la oficina del aeropuerto. Tiene pensado acompañar a Sara que va a Barcelona al congreso de “callejoneras”. Las llama así porque dulcifican el lenguaje evitando el uso palabras soeces. (O sea, le molesta una cosa y la contraria porque antes le ha echado también en cara a Esquivias el uso de blasfemias).

SÁBADO, 30 DE DICIEMBRE DE 2006

Jaime trabaja en las oficinas que Andros tiene en General Perón. Desde ellas se dirigen las tiendas del emporio. Ha diseñado los escaparates de la campaña de rebajas y ha quedado para enseñárselo al jefe. La T4 ha saltado por los aires y no se ha enterado. Al día siguiente Sara regresa de Barcelona y el aeropuerto está cerrado.

"Papá cuéntame otra vez que tras tanta barricada
y tras tanto puño en alto y tanta sangre derramada,
al final de la partida no pudisteis hacer nada,
y bajo los adoquines no había arena de playa"
Ismael Serrano




Este comentario pertenece al club de lectura sobre la trilogía de Oscar Esquivias, basada en la Guerra Civil, que dirige desde La Acequia, Pedro Ojeda Escudero.

5 comentarios:

Asun dijo...

Lo de la carta dirigida a Esquivias creo que es lo que menos nos esperábamos los lectores. Es una maravilla cómo aclara las circunstancias de muchos de los personajes de las dos obras anteriores y cómo la utiliza Esquivias para hacerse eco de las opiniones recibidas sobre ellas.

Besos

Merche Pallarés dijo...

Estupendo tu resumen como siempre pero quiero comentar las fotos fabulosas de Agustí Centelles. El tercer cura a la izquierda de la primera foto es impagable... Que aire de autosuficiencia y soberbia al tener que hacer esa cola... Esa capa enrollada, esos brazos cruzados y esa cara altiva, aburrida... Está que trina... (Me pregunto ¿para qué estarían haciendo cola esa gente tan variopinta?). La cola de los "Tabacos" también tiene tela... Besotes, M.

Myriam dijo...

En realidad, Pancho, como o lo veo, Esquivias no tenía ninguna necesidad de dar explicaciones a nadie de como usó los personajes en sus dos novelas anteriores, porque al final del primer tomo - al menos en la edición que yo tengo del 2007- en la Adenda aclara que los ha deformado tanto "que aunque puedan tener algún fundamento en la realidad, han de entenderse siempre como una invención".

LO que para mi es genial de esa carta es el nivel de autoparodia del escritor es decir: el hecho de que el personaje por él creado, lo critique; Cosa bien cervantina.

Un abrazo y como te dice Merche: geniales las fotos. Impagable la del cura.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Como habéis señalado varios, la carta es un hallazgo en Esquivias. Recurso de estirpe cervantina, juega en tantos niveles que, por sí sola, es una pieza maestra.

Gelu dijo...

Buenas noches, pancho:

¡Qué gran fotógrafo Agustí Centelles!.
¡Qué legado tan importante su obra!. Es la historia en imágenes.
Al ver la primera fotografía me hice la misma pregunta que Merche Pallarés, ¿para qué esperarían esas personas tan dispares?, ¿un visado, quizás?; la de los Tabacos la había visto antes; y en la tercera hablan los rostros preocupados, los gestos, los cabellos, las ropas de las mujeres, sus manos...¡y hasta los sombreros!.

Saludos.