La fuerza de un endecasílabo, tan rotundo como el río:
Muerto me lloró el Tormes en su orilla,
Muerto me lloró el Tormes en su orilla,
Así veía Lázaro, la ciudad al fondo, desde su aceña.
Muerto me lloró el Tormes en su orilla,
En un parasismal sueño profundo,
En cuanto don Apolo el rubicundo
Tres veces sus caballos desensilla.
Fue mi resurrección la maravilla
Que de Lázaro fue la vuelta al mundo,
De suerte que ya soy otro segundo
Lazarillo de Tormes en Castilla.
Entré a servir a un ciego, que me envía,
Sin alma vivo, y en un dulce fuego,
Que ceniza hará la vida mía.
¡Oh qué dichoso que sería yo luego,
Si a Lazarillo le imitase un día
En la venganza que tomó del ciego!
Luis de Góngora
Esta foto es de aquí
Paco Ibáñez canta a Luis de Góngora: Déjame en paz, amor tirano
7 comentarios:
Conozco gente que sería capaz de matar por un endecasílabo.
Cuánta cultura en esas orillas.
Paco, Paco, Paco...pancho, pancho, pancho..."déjame en paz, amor tirano", qué recuerdos.
El rubicundo Apolo, el mismo que salía en los amaneceres mitológicos y paródicos de Cervantes.
Bellos endecasílabos los de este muchacho de Córdoba, hubiera dicho don Miguel.
Bella entrada,gracias por traernos a aquel Paco, que no era el de los pantanos, no.
Un abrazo, nos vemos.
¡¡QUé grande Paco!!
La primera foto: no sé porque, pero pensé que era un maxilar de ballena....
A mi me ocurrió lo mismo que a MYRIAM, pensé que era el maxilar de un tiburón... Grande Paco Ibañez. Besotes, M.
jajajajaja yo he pensado lo mismo que Abejita: Pancho, Pancho, Pancho...
El endecasílabo y Paco Ibañez... qué decir... Sin palabras.
Besos
Tormes, espejo de la catedral.
Qué fuerza y garra tiene el primer verso:
"Muerto me lloró el Tormes en su orilla"
Este verso es todo un poema en sí mismo.
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