"Al llegar a las puertas de la villa, que era cercada, salió el regimiento del pueblo a recebirle."
Eutimio Sánchez Rubio
DON QUIJOTE DE LA MANCHA. CAPÍTULO 2.45
Después de teorizar sobre la locura o cordura de DQ, tratar de la conveniencia o no para la novela de los relatos intercalados de la primera parte y rogar que se le valore en esta segunda parte más por lo que ha dejado de escribir que por lo escrito, de nuevo es el narrador el que abre el capítulo – y lo cierra - para pedir la luz necesaria que le permita trasladar al papel todo lo que le ocurra a S en el gobierno, tras una serie de expresiones laudatorias al astro rey. Este comienzo nos anticipa que el relato estará dedicado en exclusiva a la sabia actuación de S, lo cual confirma su crecimiento intelectual, algo que ya veníamos comprobando desde el comienzo de la segunda parte. S, el tonto del pueblo trabajador, deja de serlo para mostrarse con una agilidad mental y capacidad de respuesta paralela a su capacidad de asimilación, que nada tiene que ver ya con el escudero simple que saliera de su aldea acompañando a DQ. Que se siente de momento a sus anchas en su cargo de gobernador, se puede deducir de la sabiduría salomónica desplegada en la resolución de los tres casos que se le proponen y que pasamos a relatar.
"...con todo su acompañamiento llegó Sancho a un lugar de hasta mil vecinos"
1869-Leipzig-Dehmigke
Recibido con todos los honores terrenales, le admiten como su “perpetuo gobernador” una vez que rinden honores a Dios en la catedral del lugar, que debía ser mayor
porque sólo a la grandeza se le permite catedral. En loor de multitud fue guiado al juzgado donde el mayordomo le explica que tiene que responder a una pregunta exigente a cuya respuesta debe aplicar todo su ingenio, de la respuesta depende el grado de aceptación de su llegada por parte de sus súbditos. No de una, sino de tres preguntas con intríngulis salió airoso nuestro escudero como veremos.
porque sólo a la grandeza se le permite catedral. En loor de multitud fue guiado al juzgado donde el mayordomo le explica que tiene que responder a una pregunta exigente a cuya respuesta debe aplicar todo su ingenio, de la respuesta depende el grado de aceptación de su llegada por parte de sus súbditos. No de una, sino de tres preguntas con intríngulis salió airoso nuestro escudero como veremos.
Como listo y curioso por naturaleza que es, le llaman la atención a S unas letras recién escritas en la pared frente a la silla donde le sientan. Le informan de que es la fecha de su toma de posesión como Don Sancho Panza. S no admite lo de Don, nada ha hecho aún para merecerlo. Él es S a secas, ya se encargará él de arrancarlo del nombre de los que no les corresponde, una vez comprobado que el añadido no parece gustarle a la gente en demasía, el tratamiento de Don hay que ganarlo, algo que concuerda con los consejos de su amo antes de la partida.
En el primer conflicto a resolver, se presenta ante él un sastre que cuenta que un labrador le entrega una cierta cantidad de paño para hacer caperuzas. Le pide que le haga una, pero sospechando que el sastre pretende quedarse con parte del paño como solían, quiere saber si hay suficiente material para hacer más. El sastre asiente, afirma que hasta cinco se pueden confeccionar. Ajustados a los cinco dedos de una mano, trae y enseña las caperuzas. El conflicto surge por el lógico rechazo del cliente a aceptar tal pequeñez, que se niega a pagar la hechura y pide el paño de vuelta. S sentencia que ambos litigantes pierdan; uno, el material y el otro, la mano de obra, provocando la risa del público que llena a rebosar la sala.
En la siguiente prueba del talento de S, un anciano presta a otro diez ducados de oro. El prestamista tardó en pedírselos, pero tanto pasó sin dar señales de vida que cuando se los requirió le dijo que a él nadie le había prestado dinero. El prestador le ruega a S que le tome juramento. Si jura, él dará por perdidos los ducados. S así lo hace, al tiempo que el deudor le cede la caña que portaba al acreedor con los ducados dentro. Al terminar, se la pide de vuelta pues asegura que le es necesaria para apoyar su caminar. Al acreedor no le quedó más remedio que admitir la devolución aunque no recordara cómo ni cuándo. Cuando ya el anciano deudor se había puesto en camino con la caña bien agarrada, S ordenó que lo trajeran a su presencia de nuevo. S le tomó la caña, le dijo que se fuera, la rompió y cayeron por el suelo los diez ducados. Tildado de Salomón por su sabiduría; uno de los ancianos, avergonzado; el otro, pagado y el escribiente, dudoso de la consideración que S se merece por su actuación.
Preguntado S cómo había deducido el contenido del interior de la caña, confesó haber tenido conocimiento de un caso semejante por un cura y lo demás es cosa de su caletre que nada tiene que envidiar al mejor de la ínsula.
"...el diablo, que todo lo añasca y todo lo cuece, hizo que yogásemos juntos"
1989-Mainz-Krahenwinkel
Seguidamente entran en el salón de juicios un rico ganadero que introduce a la fuerza a una joven que clama justicia al haber sufrido presunto acoso por parte del hombre que la trae amarrada a quien acusa de haberle robado lo que durante tanto tiempo ha estado guardando. El ganadero, con la bolsa que acababa de llenar producto de la venta de cuatro cerdos, le responde que “yogaron” de mutuo acuerdo, tras pagarle lo convenido. Lo acordado no le debió parecer suficiente a la dama, de otra forma no se encontrarían en un juzgado esperando que alguien juicioso solucione el conflicto.
S ordena que los veinte ducados producto de la venta les sean entregados a la joven. Ella emprendió rápida retirada. S insta al desvalijado apenado que recupere de la joven lo que es suyo. Regresan ambos ante el juez, aún más asidos que la vez primera, pero incapaz el hombre de arrebatarle la bolsa de sus sudores: “Antes me dejara yo quitar la vida que me quiten la bolsa. ¡Bonita es la niña!”.
S resuelve que “la esforzada y no forzada” devuelva la bolsa a su primitivo poseedor diciéndole: “si el mismo aliento y valor que habéis mostrado para defender esta bolsa le mostrárades, y aun la mitad menos, para defender vuestro cuerpo, las fuerzas de Hércules no os hicieran fuerza.” Al hombre le aconseja que en adelante evite yogar con nadie si no quiere perder la bolsa. La gente presente, admirada; el cronista, tomando buena nota para luego dar cuenta del ingenio de S al duque, que ansioso espera el resultado del test de inteligencia del gobernador postizo, con fecha de caducidad. Nosotros volvemos al castillo donde dejamos al hidalgo en soledad, lamentando la ausencia de S, su pobreza y en conflicto con sus habilidades sociales para hacer frente al descaro de Altisidora.
"...los circunstantes quedaron admirados de nuevo de los juicios y sentencias de su nuevo gobernador"
1947-London-Lunn.
Este comentario pertenece al grupo de lectura del Quijote que coordina y dirige desde La Acequia el profesor D Pedro Ojeda Escudero
11 comentarios:
Tu resumen de los casos ha sido más escueto que el mio... Me ha gustado mucho y, como siempre, tus grabados ¡estupendos! Besotes, M.
A mi lo que más me ha gustado es esa agilidad mental que tu dices que muestra Sancho y esa capacidad de ver las cosas y administrar justicia.
Como dice Merche, tus imágenes geniales.
Besos
En efecto: esa es la clave que salva a Sancho del ridículo al que querían conducirlo los Duques. La tradición está dentro de Sancho y le ayuda.
Magníficas las ilustraciones.
Para mi que el Sancho que creo Cervantes en la primera parte poco tiene que ver salvo por acompañar a DQ...ahora ha evolucionado, y aún presentándose como "más de campo que las zapatillas de una liebre"... su inteligencia y la rapidez de pensamiento nada tienen que ver con el Sancho de la segunda salida...claro que los motivos de Cervantes tampoco son los mismo al principio que después de10 años.. saludos amigo
Bien dices que el don hay que ganarlo; nuestro gobernador lo ganó con creces y como indica Manuel este Sancho ya no es el mismo, es capaz de salir airosamente de situaciones que a otros les crearían problemas.
Con su sabiduría salomónica saca Sancho un C.I. muy alto, en ese test. Yo digo que es un listo tonto o un tonto listo, hay que ver lo que ha crecido este porro. Si lo ve , ahora, su Teresa no lo conoce.
También influye que, eran tiempos de absolutismo y así leemos" "De donde se podía colegir que los que gobiernan, aunque sean unos tontos, tal vez los encamina Dios en sus juicios".
Pero a Sancho no lo ha encaminado Dios, sino su sabiduría natural. En el caso de la caña, su buena memoria y aquel cura de su pueblo, que le contó el cuentecillo, basado al parecer en un suceso de la vida de San Nicolás de Bari.
¡Qué ilustraciones más bonitas encuentras! Acompañadas de un excelente y conciso texto, como dice nuestra amiga Merche.
Un abrazo
Merche: Ya me costó resumirlos. No es fácil contar todas las cosas que Cervantes cuenta en pocas palabras. No te creas que el mío es más breve, los renglones son más anchos.
Asun: La fluidez que S muestra en el veredicto sólo se consigue con muchas tablas. No es propio de un recién llegado.
Pedro: Otro ejemplo del burlador burlado. Lo malo para S será lo que tenga que venir. Por ahora se le ve féliz, en su salsa. En este momento no se le pasa por la cabeza que todo es una farsa.
Tucci: Muy bueno lo de las zapatillas de las liebres. Yo sólo sabía lo de las amapolas. Me lo apunto para usarlo. Entonces S vivia en su realidad de criado de un hidalgo pobre. Ahora vive quijotizado en la realidad soñada por DQ.
Paco: S tiene todavía bien presente los consejos que su amo le dio antes de partir. Sabe que la apariencia y prepotencia en el comportamiento no son bien vistos por los súbditos.
Abejita: S roza la puntuación de superdotado. Sólo en ese caso se entendería la agilidad que muestra de recién llegado a la judicatura.
Con la ayuda del que todo lo sabe todo se hace más fácil.
Gracias por lo de excelente, al menos tiempo le hecho.
Un abrazo a todos y agradecido me muestro de vuestras amables palabras.
¡Qué chuladas de gráficos!.Esa ínsula es casi tan grande como mi pueblo.
Abrazos.
Cosmo: Sólo hay que tener paciencia en la búsqueda en la red. No sé cómo contarían los vecinos en esa época, pero en las estadísticas del XIX, creo que cada vecino equivalía a tres habitantes.
Un abrazo.
Llego un poco tarde.... de nuevo:
COMO ME GUSTAN TUS ILUSTRACIONES. Besos
Myr: Nunca se llega tarde en estos menesteres, el jornal que nos pagan por llegar a tiempo es el mismo que andando tarde.
El merito es del recopilador y de Internet.
Un abrazo.
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