Hace dos meses no tenía idea de la existencia del poeta llamado Alejo Hernández Estévez. Fueron unas poesías relacionadas con Lumbrales que Manuel S. Calderero publicó en su blog lo que empezó a captar mi atención, no tanto por su calidad literaria (nada que ver con Bécquer) sino por el uso que en las mismas hacía de expresiones y costumbres de la zona. En ningún momento dudé de su vinculación con el pueblo. Manuel sigue investigando sobre el asunto y nos tiene prometido una entrada, o varias, sobre el tema. A la espera de su publicación quedamos.
Buscando en la Red información sobre dicho autor, descubrí que había a la venta algunos números de su obra: “Bécquer y Heine” de 1946. Seguí indagando para descubrir que el libro estaba disponible en una librería de libro antiguo y segunda mano de Salamanca. Ni corto, ni perezoso allí me dirigí esta mañana y me hice con él. Lo he leído casi en su totalidad. Se trata de un libro pequeño, intonso, de lectura fácil, sobre todo ahora que estamos enfrascados y motivados con el poeta romántico. Tiene bastantes poemas en alemán con lo que se avanza más en la lectura al desconocer dicha lengua. La verdad es que resuelve poco o nada del tema central del ensayo que se supone que debería de ser la influencia germana en la poesía de GAB. Sin embargo, tiene su punto de interés porque resulta que Alejo Hernández fue el abogado de su familia descendiente en Madrid. Incluye una entrevista con una sobrina y ahijada del poeta, hija de su hermano Valeriano. En ella aclara que GAB no vivió como su padre, el abuelo sevillano, que tenía criados y calesa, pero tampoco pasó penurias económicas exageradas, sólo las típicas de un poeta español, desmintiendo con ello el mito de su pobreza. Con sus ingresos podían vivir los cuatro miembros de la familia, el otro hijo era su hermano, que se fue a vivir con GAB al morir Valeriano.
Julia Bécquer habla en la entrevista de la gran amistad de Augusto Ferrán con su tío. Dice que hablaba alemán igual que español, que era un gran poeta, dado a la bebida y amigo de la jarana. Era un asiduo de los saraos que montaban los Bécquer y sus guitarras en su casa de Ventas. Destaca la poca consideración que le profesaba a Casta y la humildad del poeta.
Así se manifiesta Alejo Hernández en el preliminar del ensayo: “Siempre, desde mis primeros años universitarios, tuve la aspiración de traducir fielmente y completa a nuestro idioma la obra lírica de Enrique Heine, pues con ese único objeto estudié alemán. Los años vividos y el desdén con que se ha obstaculizado mi obra literaria, arrojando continua y sistemáticamente desaliento a mi férrea voluntad, han logrado, por fin, que renuncie a tal propósito. Si bien creo difícil que llegue otro con tan desinteresado interés por igual cometido, tengo fe en nuestra raza, y espero que logre realizar y superar mi labor alguno de los venideros, para bien de las letras patrias y el progreso de la literatura occidental.”
Buscando en la Red información sobre dicho autor, descubrí que había a la venta algunos números de su obra: “Bécquer y Heine” de 1946. Seguí indagando para descubrir que el libro estaba disponible en una librería de libro antiguo y segunda mano de Salamanca. Ni corto, ni perezoso allí me dirigí esta mañana y me hice con él. Lo he leído casi en su totalidad. Se trata de un libro pequeño, intonso, de lectura fácil, sobre todo ahora que estamos enfrascados y motivados con el poeta romántico. Tiene bastantes poemas en alemán con lo que se avanza más en la lectura al desconocer dicha lengua. La verdad es que resuelve poco o nada del tema central del ensayo que se supone que debería de ser la influencia germana en la poesía de GAB. Sin embargo, tiene su punto de interés porque resulta que Alejo Hernández fue el abogado de su familia descendiente en Madrid. Incluye una entrevista con una sobrina y ahijada del poeta, hija de su hermano Valeriano. En ella aclara que GAB no vivió como su padre, el abuelo sevillano, que tenía criados y calesa, pero tampoco pasó penurias económicas exageradas, sólo las típicas de un poeta español, desmintiendo con ello el mito de su pobreza. Con sus ingresos podían vivir los cuatro miembros de la familia, el otro hijo era su hermano, que se fue a vivir con GAB al morir Valeriano.
Julia Bécquer habla en la entrevista de la gran amistad de Augusto Ferrán con su tío. Dice que hablaba alemán igual que español, que era un gran poeta, dado a la bebida y amigo de la jarana. Era un asiduo de los saraos que montaban los Bécquer y sus guitarras en su casa de Ventas. Destaca la poca consideración que le profesaba a Casta y la humildad del poeta.
Así se manifiesta Alejo Hernández en el preliminar del ensayo: “Siempre, desde mis primeros años universitarios, tuve la aspiración de traducir fielmente y completa a nuestro idioma la obra lírica de Enrique Heine, pues con ese único objeto estudié alemán. Los años vividos y el desdén con que se ha obstaculizado mi obra literaria, arrojando continua y sistemáticamente desaliento a mi férrea voluntad, han logrado, por fin, que renuncie a tal propósito. Si bien creo difícil que llegue otro con tan desinteresado interés por igual cometido, tengo fe en nuestra raza, y espero que logre realizar y superar mi labor alguno de los venideros, para bien de las letras patrias y el progreso de la literatura occidental.”
7 comentarios:
¡Qué interesante! Qué suerte el haber encontrado ese libro "intonso" en una librería de Salamanca. Ya sabemos algo más sobre nuestro poeta. Muchos besotes, M.
sé que no soy original porque ya lo escribió Merche y porque es lo que pensarán todos los que lean esta entrada pero es que es la verdad:
¡muy muy interesante, Pancho!
he aprendido lo que quiere decir intonso, y oigo hablar por primera vez de Alejo Hernández y de Heine.
Me asombra el preliminar del ensayo de Alejo. "pues con ese único objeto estudié alemán"
en fin, asombrada me voy de tu blog.
biquiños,
En primer lugar, querido amigo, agradecerte las muchas noticias que has recabado sobre este autor y su vinculación con los Bécquer.
En cuanto a la influencia de Heine en Bécquer, ahora está ya bien estudiada. No hacía falta que Bécquer conociera el alemán porque Heine se difundía en la época en traducciones en la prensa, ya desde que las diera a conocer Eulogio Florentino Sanz (otro autor a atener en cuenta). Que Bécquer accede a Heine a través de esta traducción está demostrado en las huellas que dejan los versos de Sanz-Heine en la obra becqueriana.
Interesante y muy útil tu trabajo.
Buenos días, pancho:
Interesantísima entrada, por todo. Saber de la unión que existía entre los hermanos Bécquer, -tres, más una- compartiendo casa y la aportación de las palabras de la –sobrina- hija de Valeriano; comprobar la diferencia de sólo tres meses en la fecha de fallecimiento entre Valeriano y Gustavo Adolfo Bécquer...
Me ha encantado el descubrimiento del blog Tierra Charra de Manuel S. Calderero, y leer los poemas de Alejo Hernández, para los que he tenido que echar mano al “ESPASA” en:
Mirobrigense:
Ituero:
Chirupía:
Zuidá:
Con gustos de tia...
Aperarvos
Por cierto, se nota que Alejo Hernández era abogado, en su poema ‘El mosto’ cuando el nieto le dice al abuelo:
...¡Déjame a mí esa viñita
que da el mosto de Lumbrales!
Un abrazo.
P.D.: Aporto el enlace que he buscado tras el comentario del profesor Ojeda:
Eulogio Florentino Sanz
Tsunami becqueriano.
Lo de la pobreza de Bécquer siempre me pareció una verdad a medias, los pobres no podían ir a reponerse de sus enfermedades al monasterio de Veruela ni a ninguna parte. Bohemio...
Te veo en las librerías de viejo, buscando libros intonsos, palabra que a mí me suena a fraile. Tu rastreo dio buen fruto.
Un abrazo, Pancho.
Me uno a los comentarios anteriores. Muy interesante esta entrada con todo lo que nos comentas.
He leido a Heine por supuesto traducido, no entiendo nada de aleman, y me encanta.
Un abrazo
Luz
Publicar un comentario