MIGUEL DELIBES. EL HEREJE
LIBRO II. LA HEREJÍA
CAPÍTULO X
LIBRO II. LA HEREJÍA
CAPÍTULO X
Capítulo curioso en su desarrollo. El autor mezcla las inquietudes espirituales de CS con la caza de la perdiz con perdigón. Intenta llenar su carencia de formación en temas teológicos con lecturas de calado. La visita al doctor Galache proporciona a la pareja una cierta paz en sus relaciones conyugales. Dicha visita y doctor nos recuerdan a otra que realizó su padre, Bernardo Salcedo, a la eminencia de la época, doctor Almenara. Delibes mezcla y fusiona los escenarios rural y urbano a través de la visión del sapillo en la ciénaga que tanto le perturba en la ciudad.
El luto no endereza la marcha de las relaciones en la pareja. Ella sigue con sus apremios maternales. CS visita al doctor Galache que le dice que todo está correcto. Le pide que le lleve a Teo: ellas suelen ser las causantes de la infertilidad. El piensa que no está preparada. Decide ir a Pedrosa a quitar las cepas del terreno ligero de Villavendimio y plantar pino albar en su lugar, al menos sabrá la producción con dos años de antelación. Los pinos anuncian la cosecha de piñones dos años antes.
CS acepta la invitación de Pedro Cazalla de cazar la perdiz con perdigón. De nuevo una lección de caza, esta vez una modalidad antigua. Se introduce el macho en una jaula. Cuando lanza el coreché, vienen otros machos a disputarle la hembra que a veces le acompaña. El cazador escondido en un tollo dispara con el retaco, que aún no está bien resuelto, porque tarda cuatro segundos desde que el serpentín percute la mecha hasta que se produce la explosión. Con todo, aquella mañana que había empezado al ser de día, cobra dos machos. A CS no le gusta esta modalidad de caza porque juega con el amor. Cazalla repone que no le queda otra opción. Si no disparara, el macho no volvería a cantar.
CS se sienta a refrescarse junto a una charca y observa cómo se aparea una pareja de sapos. La hembra, diez veces mayor que el macho, semeja un saquito de esperma. La imagen le atormenta. La desproporción de los batracios, le recuerda el desequilibrio físico de peso en su relación con Teo. Cada vez que intenta un acercamiento a ella, le viene la imagen del saquito de esperma fecundador. Ella vocea y grita sin tino. Llora, embutida en sus ropas de luto, lo que aleja cada vez más a CS de ella. Él le propone una visita al doctor Galache que les dice que la mecánica reproductora de ella no está opilada. No le es necesario prueba supersticiosa como la del ajo para dar su diagnóstico. Lo único recomendable es paciencia y distracción, que se olvide la ansiedad. Los Salcedos “machos no son excesivamente fértiles, pero tampoco estériles, necesitan tiempo”. Para él le receta: “un preparado de escorias de plata y acero para aumentar la eyaculación”. A ella le aconseja: “una abstinencia sexual de cuatro días seguidos cada mes y, en la noche del quinto, a la hora de la coyunda, bébase un zumo caliente de salvia de sal”.
"El Enchiridion es mucho más áspero que todo eso, Alonso Fernández le quitó el aguijón, lo maquilló."
La visita al doctor tiene la virtud de aventar la angustia y la ansiedad. CS ahuyenta la imagen sapina. La abstinencia le provoca apremios. Provoca tantos cambios que incluso el alivio de luto de Teo, con una cinta al cuello, le acerca a ella. Ella va cogiendo gusto por la contabilidad al bajar todos los días a la tienda. La relativa paz del hogar le devuelve el sosiego necesario para volver a escuchar los sermones del doctor Cazalla. Éste se muestra duro con los frailes que tenían vasallos y con los obispos entregados a la buena vida, abandonados a la carne. Suaviza las críticas inteligentemente refiriéndose a Cisneros, figura respetada que también había atacado los mismos excesos. CS lee el Enchiridión de Erasmo, pues sospecha que Cazalla ha utilizado a Cisneros de pantalla. Hace una lectura atenta, pero pronto descubre que le falta formación para comprender el fondo de la obra. Le queda “la inquietud inicial del disidente, el desasosiego, la necesidad de hacer preguntas”.
El luto no endereza la marcha de las relaciones en la pareja. Ella sigue con sus apremios maternales. CS visita al doctor Galache que le dice que todo está correcto. Le pide que le lleve a Teo: ellas suelen ser las causantes de la infertilidad. El piensa que no está preparada. Decide ir a Pedrosa a quitar las cepas del terreno ligero de Villavendimio y plantar pino albar en su lugar, al menos sabrá la producción con dos años de antelación. Los pinos anuncian la cosecha de piñones dos años antes.
CS acepta la invitación de Pedro Cazalla de cazar la perdiz con perdigón. De nuevo una lección de caza, esta vez una modalidad antigua. Se introduce el macho en una jaula. Cuando lanza el coreché, vienen otros machos a disputarle la hembra que a veces le acompaña. El cazador escondido en un tollo dispara con el retaco, que aún no está bien resuelto, porque tarda cuatro segundos desde que el serpentín percute la mecha hasta que se produce la explosión. Con todo, aquella mañana que había empezado al ser de día, cobra dos machos. A CS no le gusta esta modalidad de caza porque juega con el amor. Cazalla repone que no le queda otra opción. Si no disparara, el macho no volvería a cantar.
CS se sienta a refrescarse junto a una charca y observa cómo se aparea una pareja de sapos. La hembra, diez veces mayor que el macho, semeja un saquito de esperma. La imagen le atormenta. La desproporción de los batracios, le recuerda el desequilibrio físico de peso en su relación con Teo. Cada vez que intenta un acercamiento a ella, le viene la imagen del saquito de esperma fecundador. Ella vocea y grita sin tino. Llora, embutida en sus ropas de luto, lo que aleja cada vez más a CS de ella. Él le propone una visita al doctor Galache que les dice que la mecánica reproductora de ella no está opilada. No le es necesario prueba supersticiosa como la del ajo para dar su diagnóstico. Lo único recomendable es paciencia y distracción, que se olvide la ansiedad. Los Salcedos “machos no son excesivamente fértiles, pero tampoco estériles, necesitan tiempo”. Para él le receta: “un preparado de escorias de plata y acero para aumentar la eyaculación”. A ella le aconseja: “una abstinencia sexual de cuatro días seguidos cada mes y, en la noche del quinto, a la hora de la coyunda, bébase un zumo caliente de salvia de sal”.
"El Enchiridion es mucho más áspero que todo eso, Alonso Fernández le quitó el aguijón, lo maquilló."
La visita al doctor tiene la virtud de aventar la angustia y la ansiedad. CS ahuyenta la imagen sapina. La abstinencia le provoca apremios. Provoca tantos cambios que incluso el alivio de luto de Teo, con una cinta al cuello, le acerca a ella. Ella va cogiendo gusto por la contabilidad al bajar todos los días a la tienda. La relativa paz del hogar le devuelve el sosiego necesario para volver a escuchar los sermones del doctor Cazalla. Éste se muestra duro con los frailes que tenían vasallos y con los obispos entregados a la buena vida, abandonados a la carne. Suaviza las críticas inteligentemente refiriéndose a Cisneros, figura respetada que también había atacado los mismos excesos. CS lee el Enchiridión de Erasmo, pues sospecha que Cazalla ha utilizado a Cisneros de pantalla. Hace una lectura atenta, pero pronto descubre que le falta formación para comprender el fondo de la obra. Le queda “la inquietud inicial del disidente, el desasosiego, la necesidad de hacer preguntas”.
CS marcha a Pedrosa dispuesto a paliar el defecto de formación. Piensa que Pedro Cazalla será un buen director espiritual. El párroco le comenta que la traducción del libro de Erasmo que ha leído está muy dulcificada, se trata de un libro amable así tratado. Le comenta que lo importante es la fe para salvarse. Las obras del mundo no son inútiles, pero en modo alguno imprescindibles. Le recomienda la lectura de “El beneficio de Dios”. Don Carlos de Seso lo ha traído de Italia. El padre tiene un ejemplar manuscrito de una traducción propia. Siente que este curilla de pueblo le está mostrando “una nueva dimensión de lo religioso: la confianza frente al temor”. Le pide a CS que no se deje asaltar por prejuicios, no todo lo luterano es malo. La Iglesia necesita una reforma: “El miedo nos impide aceptar de los protestantes verdades reconocidas por nosotros de antemano”. Continúan la conversación en casa en torno a “Los beneficios de Cristo”, que el párroco le deja a CS y que éste le devuelve al día siguiente después de misa; libro sencillo, pero de gran profundidad. Una apasionada exaltación de la justificación por la fe. “Su lectura me ha hecho mucho bien” - comenta Cipriano Salcedo a Pedro Cazalla al devolvérselo.
Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.
9 comentarios:
Precisamente por eso, quizá sea el capítulo más de Delibes de toda la novela.
Excelente tu análisis, no me cansaré de repetirlo.
A mi también me llamó la atención eso de mezclar las inquietudes espirituales de Cipriano con la caza de la perdiz con perdigón. Ahora, muy interesante cómo el perdigón, con su canto de apareo, hacía que se acercasen las perdices a su fatal trampa. También me sorprendió saber que las sapas son más grandes que los sapos (muy buena tu foto). A ver si ¡por fin! Cipriano logra engendrar a Teo... Besotes, M.
El paseo por el campo y la desproporcionada disparidad de dos sapos copulando paraliza a Cipriano acelerando su desinterés por su esposa -la hembra- con lo que su natural predisposición místico-sentimental, le conduce otras búsquedas como indicas: "una nueva dimensión que le ha hecho mucho bien".
Gracias. Pancho.
Buenas noches, pancho:
Impecable tu resumen.
Vaya remedios el Doctor Galache, infusiones de verbena y madreselva, preparado de escorias de plata y acero, zumos calientes de salvia con sal...
Cuánto se aprende con Delibes de la vida del campo, de pájaros, de sus cantos, de la caza, de árboles...
Y qué maestría en crear personajes, y respetar los reales y el momento histórico en el que los sitúa.
Tus enlaces, todos estupendos.
El vídeo de la caza de la perdiz en Mallorca, ¡tremendo!. ¡Qué crueles los machos encelados!. Y qué bien canta el cazador Andrés Trobat, quizás se le ha pegado algo de la facilidad para los cánticos tanto comer esos pájaros. He visto que los que presumían de 'reclamos' tenían los ojillos como ellos.
Saludos.
No me gusta, no me gusta nada ese vídeo de la perdiz con reclamo. Bueno, en realidad no me gusta nada la caza y , a Miguel Delibes, se lo perdono porque es Miguel Delibes.
Y qué bien lo dices, al principio de tu entrada,mezcla inquietudes espirituales con perdices. Y Pedro añade que así es más Delibes, así será. Hay que ver al gran Miguel como un ser humano complejo, como nosotros.
Cipriano mirando el apareamiento de los sapos, qué imagen. Cómo se identifica con el pequeño sapejo,aplastado por la enorme sapo, la "sapa" Teo.
Un beso
He de decirte que en este capitulo empece a desanimarme en su lectura, pues tanta caza no me atraia.
Un abrazo
Luz
YO si lo sentí bien Delibes, porque me recordó "La caza de la perdiz roja".
EStupendo tu trabajo.
Besos
Pedro: Delibes no pierde la oportunidad de lucir en su prosa sus conocimientos del mundo rural. Sorprende la capacidad que tiene de mezclar temáticas tan dispares como puede ser la Teología con la caza de la perdiz con reclamo.
Merche: La foto la encontré buscando "humping toad, con perdón. Había otras en que la diferencia entre el macho y la hembra era incluso mayor.
Paco: Excelente tu reflexión, no estoy seguro de querer decir tantas cosas, pero si tu lo ves así, bienvenido sea.
Gelu: Delibes sabe de pájaros tanto como el mayor experto. Para él no hay pájaros, hay estorninos, golondrinas, aviones, tordos... y cantos diferenciados de todos y cada uno, impresionante.
Bueno, los cazadores suelen tener gran respeto por la naturaleza porque saben lo que cuesta criar y conservar la caza.
Creo que habré ido un par de veces de caza en mi vida, acompañando a algún cazador amigo, y no me gustó nada, primordialmente porlo aburrido que es y la paliza que se pegan a andar cada vez que salen.
De acuerdo contigo, la imagen es muy original y sorprendente.
Ele: En el conjunto del capítulo no ocupa mucho,además lo mezcla con los paseos adoctrinantes de Pedro Cazalla y Cipriano.
Myr: Me alegro de que te gusten los resúmenes, hacemos lo que podemos. Ya me gustaría ser capaz de hacerlos con todas esas citas que aportas en los tuyos que le dan carácter.
Un abrazo a todos y muy agradecido por vuestras palabras tan amables.
Gracias Pancho. Ya me ves, leyéndote de nuevo con calma y comentando.
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