domingo, 30 de enero de 2011

Semos diferentes

¡Cuánta inteligencia derrochada para el enfrentamiento!


INQUIETUD EN EL PARAÍSO. OSCAR ESQUIVIAS

V – CAMINO DEL PURGATORIO (y 2)

En esta segunda entrega del capítulo cinco de la novela le seguimos la pista a Julián Bayona, a los militares y a los demás personajes que no quedaron reflejados en la primera parte. Esquivias plasma los pensamientos de personajes de todo el espectro social de la ciudad de Burgos. Ahonda en los sentimientos de la gente ante una situación tan extrema como la que les ha tocado vivir. Nos presenta diálogos de gran profundidad ideológica, fiel reflejo de algunos de los momentos más dramáticos de la historia española.


"Habían pasado ya los nacionales,
habían rapado a la "señá" Cibeles,
cautivo y desarmado
el vaho de los cristales."
Joaquín Sabina.



Cuando Julián llega a casa la encuentra saqueada. El gato Sebastián, furioso. Luisa aparece el veinte de julio rapada. Ni rastro de Román. En el cuartel de falange unos de su pueblo que van al aeropuerto a recibir a Mola le informan de que lo entregaron en el penal por resistirse a la autoridad.

Mola llega a Burgos el veinte de julio. Su llegada es una fiesta para los sublevados. En su coche viajan el alcalde, Dávila y Gistau. Acompañado por más de cien coches de escolta, entran en Burgos entre el júbilo de la multitud. Le comenta que la bala que mate a Batet será la peor gastada. Desde el balcón del Palacio de la División arenga a la multitud que le aclama. Termina con Viva Sanjurjo, Viva España.

Humillados.

Julián falsifica una carta firmada por Lavilla y con ella se dirige a la Audiencia a interesarse por Román. Le recibe el funcionario Ruiz Vilaplana que, arriesgándose, hace pesquisas. Le informa de que le han soltado por la noche. Quizás esté escondido en algún sitio esperando la noche para volver a casa. Puede que le hayan respetado la vida al ser menor – Vilaplana le da esperanzas - . Al salir del edificio se echa a llorar.

Mola se reúne en el Saloncillo con otros militares. Les confiesa que la rebelión ha fracasado y el cabecilla ha muerto. Él no acepta ser el sustituto. Propone a Cabanellas. Dávila sugiere una dirección colegiada, algo que a Mola le parece acertado.

En casa de los Dorronsoro asistimos a una discusión entre los hermanos. Pilar no cree que haya motivos para ayudar al músico Antonio José del que ha recibido una carta angustiosa pidiendo ayuda. Ella cree que todos se aprovechan de él. Le recuerda que de haber habido una revolución, no hubiera quedado nada de sus posesiones. Al fin y al cabo todos los sublevados eran sus enemigos hasta el 18 de julio. Le da la razón y añade que sólo representan un saco de dinero para ellos. Consciente de que es peligroso, decide arriesgarse e ir a pedir clemencia para el músico. En un ejemplo de que la valentía es contagiosa, ella se echa la manta a la cabeza y lo acompaña.

El autor utiliza a continuación el recurso de una crónica periodística censurada en las palabras del general Cabanellas para narrarnos el júbilo con el que la gente se echa a la calle para recibir a los dirigentes de una sublevación fracasada y por ello más violenta, que sistemáticamente elimina a todo lo que había tenido alguna vinculación republicana. Como si ser buen ciudadano fuera un delito.

Propaganda de izquierdas.

El día de Santiago, fiesta nacional, antes de amanecer, el secretario Ruiz Vilaplana despierta a Julián para ir a Estépar. Han aparecido veinticuatro fusilados. Entre ellos se encuentran el músico Antonio José y su sobrino Román. Le aconseja que no reconozca a nadie. De hacerlo, los próximos pueden ser él y su familia. Román muere como un perro: “Los militares van a actuar como si en vez de personas hubieran aparecido perros muertos”. - Sentencia el Secretario -.

El capitán Mingo, con traje entallado más allá de lo que permite el reglamento, se presenta en la casa de citas para comunicar que pueden abrir, pero sólo para oficiales. Añade que el comandante Paisán lo defendió ante Cabanellas: “Donde va el ejército, van las piculinas”. Se lo dice a Ontañón y Garrús que se esconden en el piso de arriba con el documento firmado en mano.

Manuel Machado.

A doña Eulalia le molestan los socavones de las calles. Don Manuel Machado le contesta que no hay quien trabaje esos días. Los obreros están en las cárceles o se han alistado. No cree que Madrid vaya a caer. Mola lo lleva repitiendo desde el dieciocho.

El capitán Mingo toca al piano un charlestón que bailan con gracia las chicas en Las Gladiadoras. Cuenta que el obispo Castro mandó un rayo que fulminó al maestro Ventura al terminar de tocar una pieza de jazz. El coronel Vallejo corrobora la historia, el estaba presente ese día en el Recreo.

Propaganda libertaria.

Radio Castilla en su sección de “Amenas curiosidades” del 10 de Agosto del 36 enumera la equipación necesaria para la expedición al purgatorio. El locutor comenta que lo más importante es la alegría, fe, ilusión y patriotismo que les sobra a los organizadores.

En la división Dávila y Cabanellas hablan de las estrellas fugaces del día de San Lorenzo. A Dávila le sorprende que Paisán participe en la patochada de la expedición. El Purgatorio se va a quedar sin almas si es verdad que cada estrella fugaz significa un alma que vuela al Paraíso.

General Dávila.

Bromean con el Macabeo que el obispo repite en cada sermón. A Dávila le suena a nombre de tomate. Sólo rumia una leve inquietud cuando firma las órdenes de libertad de presos que en realidad son mandatos de fusilamientos porque los apuntados nunca más vuelven. Dos docenas de presos estarán formulando sus deseos de seguir viviendo la noche de San Lorenzo. Deseos que se truncan con unas detonaciones en la lejanía. El general firmante trata de justificarse, diciéndose que sólo es un ejecutor de la voluntad colectiva que le exige dichas muertes. Reguero de sangre que empapa la tierra es la consecuencia, que deja de ser metáfora.

Propaganda de derechas.

Mola les comunica a los presentes que el causante de la INQUIETUD EN EL PARAÍSO es un avión republicano desertor. Le extraña que Paisán aún no haya vuelto. Amenaza con mandarle al frente, a los aires del Guadarrama. También a Dávila le parece buena idea, como si todo el mundo encontrara la liberación en el desatino de don Cosme.

Si a ratos me puso cuernos la fortuna,
fue de forma fraudulenta.
La patria es una fulana...
Joaquín Sabina



Este comentario pertenece al club de lectura sobre la trilogía de Oscar Esquivias, basada en la Guerra Civil, que dirige desde La Acequia, Pedro Ojeda Escudero.

Las fotos y carteles están escaneados de la colección de libros sobre la Guerra Civil: La Guerra Civil Española, mes a mes.

6 comentarios:

Paco Cuesta dijo...

Ruiz Villaplna y Julián dos figuras absolutamente entrañables, que muestran el lado bueno de la humanidad. Tal vez la proporción numérica (sólo dos hombres buenos) no esté muy lejos de lo real

Asun dijo...

Los momentos de la búsqueda de Román por su tío Julián son angustiosos, y aunque creo que todos, sabiendo cómo fue realmente la historia, imaginamos el desenlace, en lo más hondo nos queda una brizna de esperanza de que no sea así. Tristemente los pronósticos se cumplen.

Merche Pallarés dijo...

¡Mecachis! Me comí a Vilaplana... (creo, lo tendré que chequear) A Ventura lo incluyo en "La Ciudad del Gran Rey". Tiene más protagonismo en ese tomo. Besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Todo el relato de la búsqueda de Julián es tan conmovedor y angustioso que en sí mismo valdría la novela entera.

Abejita de la Vega dijo...

El libro de Ruiz Vilaplana pone los pelos de punta. Lo que tuvo que vivir aquel secretario en medio de tanta barbarie. Los familiares ni siquiera podían identificar los cadáveres...Román es un personaje de ficción pero qué bien representa a tantos romanes reales, jóvenes inocentes, con la locura de escapar de la miseria...

Me quedo admirada ante tu trabajo. Un abrazo, pancho.

Myriam dijo...

Conmueve como JUliñan busca asu sobrino, hasta incluso falsificar una carta con "horrores" de ortografía.

En realidad, es a Cabanellas al que le sabe Macabeo a marca de tomate, no a Dávila.

Un abrazo