sábado, 9 de mayo de 2009

Detrás del banquillo








Decepción en el Helmántico: UDS, 0; Rayo Vallecano, 1

Esta tarde el Helmántico se vistió con las mejores galas, record de asistencia incluida, con la esperanza de ver a la Unión ganar al cuarto equipo madrileño. El Rayo Vallecano se presentaba en Salamanca el sábado para que su presidenta, Doña Teresa Rivero, pudiera asistir, mañana domingo, a la comunión de uno de sus 54 nietos. La numerosa afición que en ningún momento dejó de animar a su equipo, pudieron emprender el regreso al foro con tres puntos de oro más, que los pueden aupar a los puestos de privilegio, a poco que los de adelante aflojen. 
Al final del partido, la expresión favorita de los aficionados era que no habíamos tenido nada de suerte en la contienda. Hoy la fortuna nos volvió la cara en el arreón final del partido, en tres oportunidades claras. La gente enseguida se olvida que hace quince días marcamos cuando la gente ya abandonaba el estadio.


El partido se le puso de cara a los visitantes con un gol tempranero que llenó de contenido su juego de contención. El Salamanca en ningún momento supo romper la tela de araña que el Rayo tejió ante su portería. En la segunda parte el juego de la Unión mejoró con la entrada del organizador Jorge Alonso y la velocidad de Isaac, pero no lo suficiente para perforar la portería contraria. 
Como anécdota el debut del delantero nigeriano Akinsola que puso el ¡uy! en las gradas en una de las oportunidades del final del encuentro. 
Poco más puso sobre el césped el equipo. No quiere decir que no hubiera entrega por parte de los futbolistas unionistas, que la hubo a raudales; sin embargo, se nos antoja bien poco si lo comparamos con las esperanzas que la gente puso en el encuentro. En este caso la culpa la tuvo un sólido equipo forastero; planteó un partido serio, obteniendo demasiada renta para sus merecimientos. ¡Hala Unión!


2 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

bien que siento vuestra derrota.

pancho dijo...

Pedro: Lo peor es la cara que se nos queda a la gente después de una derrota de este tipo.