miércoles, 19 de marzo de 2014

Despierta a la realidad. La saga/fuga de JB (3) Gonzalo Torrente Ballester





"En sus memorias traza un autorretrato como si estuviera delante de un sistema de espejos que le permitiera verse al mismo tiempo por detrás y por delante"

La saga/fuga de JB (3)
Gonzalo Torrente Ballester

Las mujeres se emplazan en dos bandos irreconciliables: las gaviotas, frías y volátiles; y las calientes. Las primeras manejan los resortes del poder e invitan a don Amerio a que venga a poner orden en las conciencias desde el púlpito o quizás desde el confesionario. Llega armado de entinemas y excomuniones latae sententiae. De tres fue la tanda de sermones consecutivos a las seis en sombra de la tarde, “abrazado por los godos, casi besuqueado por las godas”. Los de la Tabla Redonda lo desafían a una polémica pública en el café Suizo, don Amerio no se achanta, se muestra decidido a echar su cuarto a espadas y derrotarlos con la lógica escolástica en la mano, ellos contraatacan con Voltaire. Hasta los curas locales ayudan, rebuscan en los libros y ofrecen textos idóneos a don Torcuato para derrotar a don Amerio, resentidos porque este los humillaba con su altivez y displicencia en el trato. “Se pasó el día como si todo el pueblo estuviese con la gripe, o, al menos, con tercianas.” 

 "Todavía en los años anteriores a la guerra, se enseñaba a los niños de las escuelas, que tenían que aprenderlo de memoria"

Al caer la tarde don Amerio inicia el paseíllo con la calmosidad y firmeza del torero que presagia el triunfo. El Vate Barrantes hace en la presentación el elogio de los campeones. Don Torcuato maniobra, brinda a don Amerio, le cede la palabra al clérigo para golpear primero, pero este rechaza la deferencia, el desafiado es el. La primera andanada enfurece al canónigo cuando cita textos de San Cipriano “que autoriza a masturbarse a la mujer casada que no encuentra placer en el coito conyugal.” El clérigo repone que eso ya lo sabe, pero la mujer es mejor que no lo sepa. Con más razón en este pueblo en el que las lampreas se alimentan de cadáveres humanos, las mujeres se reúnen en tenidas masónicas y adoran al diablo en forma de miembro viril. Desde fuera se oyen los ecos del coro que canta, entonando todos a una El himno de Riego. El gobernador tiene que proteger con su humanidad el cuerpo escueto y esencial del canónigo de la ira de la gente. Poco tiempo después las tropas del pueblo rival de Villasanta se apoderan del Cantón Independiente y lo reincorporan al Estado Central. Don Amerio entra triunfante, como capellán honorario, acompañando a las tropas victoriosas. El tiempo que Castroforte permaneció sub militari manu se instala –por supuesto sin pagar - en la mejor habitación del hotel Suizo dedicado a gastar sin tasa del erario, a investigar la inutilidad: el negocio de la lamprea y su alimentación de carne humana. 

Para que el Vate Barrantes adquiriera la categoría de dandy durante el Palanganato fue necesaria la colaboración de mujeres coadyuvantes, jóvenes féminas que “tomasen a su cargo el cuidado de su ropa interior.” Don Torcuato también necesitaba cuidados, aunque estos fuesen de exigencia menor. Tenía en su casa a tres, a saber: Pepiña, a cargo de la cocina; Loliña, dedicada a la persona y ropa del señorito y Carmiña, encargada de la limpieza de la casa que incluye quitar las telarañas del Homenaje Tubular, esforzada tarea diaria. 


 "La gente,  embobada, no sabía si contemplar o dirigir su esperanza a los tubos en descanso"

El cuaderno recoge con todo lujo de detalles el día de la fundación de la Tabla Redonda. A pesar de que el redactor despacha la jornada con una generalidad referida al famoseo asistente: “Todo el mundo acudió vestido como para una fiesta.” El lío y donde se detiene de verdad es en los discursos de gran altura intelectual que permiten el lucimiento de la terna de participantes. Intervienen Lanzarote, Merlín y Artús. La sala llena, ocupada por damas y caballeros distinguidos. El pueblo presencia el espectáculo a través de las ventanas abiertas (salvo una comisión de artesanos, elegidos por sorteo, que asisten desde el interior,  arrinconados al fondo de la sala). El discurso del Vate haciendo de Lanzarote fue breve; pero también apasionado, efusivo y enormemente sincero. Las damas lloran un poquito cuando pronuncia las palabras sagradas, grabadas en bronce para la eternidad y aprendidas de memoria por generaciones posteriores de niños en la escuela: “Amo estas piedras, las nieblas de este cielo, la gloria de nuestros muertos. Os pertenezco a causa de este amor, soy todo vuestro, de modo tan real y verdadero que, lejos de aquí, sería como un cadáver caminante, cuerpo sin alma, carne vacía, nada."




"En el Palanganato no hubo nunca más que brujas, y no hablo en metáfora"

Merlín menciona a los “brujos y brujas de que había constancia en papeles privados, procesos inquisitoriales y cuentos de viejas.” Señala el redactor que las señoritas se durmieron. Don Torcuato las despierta con la voz de tambor del Rey Artús. Arma su discurso como una corrección de la teoría de la evolución de Darwin. Aquí el narrador, Sr JB, en nota a pie de página, le deja al lector la opción de saltarse una decena de páginas de golpe y porrazo sin leer. Por supuesto es la voz que clama en el desierto, por el poco caso que le hacemos, que en realidad es su ingeniosa estrategia para llamar la atención, aprendida de la experiencia de toda una vida escribiendo y sin dejar de dialogar con el receptor de sus escritos. Por eso mismo consigue que el lector se concentre aun más en la maravilla de la imaginación desatada del discurso de don Torcuato que sigue a continuación.

El discurso abarca la evolución del hombre desde sus orígenes de mono que desciende de los árboles hasta que se yergue y deja de andar a cuatro patas. Describe – asimismo- el proceso de desplazamiento de los órganos sensoriales, es decir, la boca, la nariz y los ojos desde abajo hasta arriba. El homo antiguo tenía la ventaja de que “el ojo del colodrillo escrutaba a retaguardia, lo que dificultaba mucho los ataques por sorpresa.” Tenía la desventaja de que al estar medio cegato, podía verse reducido a la esclavitud y a ser bestia de carga. Estos humanoides de trasero mirar fueron los primeros en adoptar las costumbres de cohabitar a oscuras, de noche, o al fondo de las cuevas y los pioneros en sustituir la caricia visual a la luz del día por el magreo. 

 I'd sacrifice anything come what might
For the sake of havin' you near
In spite of a warnin' voice that comes in the night
And repeats, repeats in my ear:
Don't you know, you fool, you never can win?
Use your mentality, wake up to reality.
But each time that I do just the thought of you
Makes me stop before I begin
'Cause I've got you under my skin.
 Frank Sinatra





Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero 



7 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

La verdad es que todo lo de Tabla Redonda es escacharrante: por "votación" popular se adquieren unos cargos que son y no son, pero que preocupan a la autoridad. Es una alegoría de la ocultación tan divertida, con el juego paródico con las sagas artúricas que por sí solo merece ya la condición de obra maestra.

Abejita de la Vega dijo...

Sagas artúricas, la evolución del hombre, palanganato, veciños, veciños.

Un abrazo, Pancho. Te admiro.

Esther dijo...

Lo leo todo,estupenda lectura la suya, y no le comento, (bueno, salvando esta nota) porque soy muy lenta leyendo y sus comentarios le llevan mucha ventaja a mi lectura;-)

Saludos.

Gelu dijo...

Buenas noches, pancho:

Se nota tu admiración por Torrente Ballester. He ido mirando -de nuevo- las ETIQUETAS de tus entradas con su nombre.
Sigo tus post tan bien trabajados.
Y me encantan las músicas que eliges.

Un abrazo

Ele Bergón dijo...

Como te apunta Esther, yo también voy más rezagada en la lectura, pero sí he de decirte que la foto de la entrada es castellana, castellana, tan sobria, tan de piedra, con el hierro en el centro que no adivino exactamente qué es, pero me encanta y me atrae.

Vamos a ver cómo continuamos con este pobretón, muerto de hambre de J.B. y con esta estatua del Almirante.

Un abrazo

Luz

Paco Cuesta dijo...

Resulta complicado no perderse entre la maraña erótico-histórica. Suerte que nos salvan el humor y la ironía.
Un abrazo

Myriam dijo...

Yo no conocía la palabra "magreo", así que tuve que apelar a la RAE, te cuento. Me gustó mucho la tercera foto. Hay muchas cosas "escondidas" en este texto...

Besos