jueves, 3 de marzo de 2011

Cuerda de presos y un beso





 

"De ordinario caminaban en silencio" 

London - Gibbings - 1901


MIGUEL DELIBES. EL HEREJE
LIBRO III. EL AUTO DE FE
CAPÍTULO XV

Los acontecimientos se precipitan, en una señal clara de que cabalgamos hacia el final a lomos del galope nervioso de Pispás. Se trata de un viaje de ida y vuelta por el camino aprendido de Navarra. Después, el regreso del protagonista junto a otros tres detenidos más, andando, a Valladolid. La detención en Zamora de Cristóbal Padilla desencadena la disolución del grupo matriz reformista de Valladolid. 


Se nos narra una huida y un beso en la mejilla del protagonista que perdura en el recuerdo, en el camino que comienza en el conventículo y termina en la cárcel secreta del Santo Oficio de la ciudad castellana.

El regreso de CS de Alemania significó mucho para don Agustín Cazalla, el doctor parecía otro. Las noticias le habían dado nuevos bríos: “Su posición religiosa se había afirmado y había recuperado su entusiasmo proselitista”. Beatriz había sustituido a su madre en las lecturas del conventículo.

 
"Valdés ha pedido mayores atribuciones al Papa y Pablo IV no ha vacilado en concedérselas"
Carlos de Seso llega a caballo con la noticia de la detención de Cristóbal Padilla en Zamora, denunciado al Santo Oficio por Pedro Sotelo y su mujer. CS quema todos los libros y documentos comprometidos, tarea que le ocupa hasta las cuatro de la mañana. Cuando se disponía a huir, bien temprano, Ana Enríquez se presenta en la casa. Le insiste en marcharse. Felipe II ha pedido mayores prerrogativas al Papa Pablo IV. Se prepara un escarmiento. Ellos “se miraban a los ojos, se quitaban la palabra de la boca, sus rostros casi se rozaban”. Ella afirma que una mujer se defiende mejor que un hombre en estas situaciones. Se despiden con un beso en la mejilla que CS recuerda camino de la frontera. ¿Estaría ella interesado en él? o simplemente fue un beso de fraternidad. Con Pispás a caballo reventado hace veintisiete leguas. Lo cambia por un jamelgo sin clase en la casa de postas de Santo Domingo de la Calzada que lo lleva hasta el Aldea entre Logroño y Pamplona. Cabalga de noche, duerme de día y come de las alforjas.

En el viaje piensa en Agustín Cazalla. El doctor, consciente de su superioridad intelectual, disfrutaba de su palabra lúcida. Testigo en primera persona de la satisfacción que le produjo su viaje a Alemania; CS observa que, como humano, no es indiferente al elogio. Recuerda cómo le recomendaba prudencia en su voto de castidad, afectado aún por la muerte de Teo. Enfrascado en sus pensamientos, contempla el mar de Castilla: “un mar de cereal, todavía fresco, cabeceaba suavemente con la brisa. En algunos puntos clareaban las cebadas…” Franquea Burgos. Se adentra en los caminos más angostos de Logroño que le llevan a Navarra. No se le iban de la cabeza, ni la incertidumbre por la suerte que habían corrido los componentes de la secta, ni la imagen de Ana Enríquez. 


 
"El presumible dinero del preso suavizó el interrogatorio"

No había acabado de aposentarse en Cilveti, en casa de Echarren, cuando un alguacil y dos arcabuceros le detienen en nombre de la Inquisición. Proceden a un interrogatorio de urgencia. Les cuenta que se dirige a los Países Bajos en viaje de negocios. El interrogatorio se suaviza al calor del dinero, cuando les declara que él es Cipriano el del zamarro. Prefiere no contestar a las preguntas sobre la detención de Padilla y de todo el grupo de Valladolid, Agustín Cazalla incluido, que debía haber ocurrido después de su partida.

A continuación, lo llevan a Pamplona en un carruaje. En la cárcel se entera de que también están detenidos don Carlos de Seso y Domingo de Rojas. El primero había declarado que iba camino de  Verona a enterrar a su padre y hermano. El último, que iba a visitar al obispo Bartolomé Carranza. El obispo de Pamplona, don Álvaro de Moscoso, le insta a que no mezcle el nombre del teólogo, arzobispo de Toledo, con este caso. Por Carlos de Seso se entera de que en Valladolid ha habido una gran redada, las cárceles atestadas de luteranos. Seguidamente detienen a Juan Sánchez en Turlinger; lo ingresan en la misma cárcel. Había huido por Castro Urdiales donde logró embarcar para Flandes. Allí lo detuvieron.


 
"El recibimiento de los pueblos era cada vez más hostil"
1933 - New York - Limited

Desde Pamplona los llevan esposados a Valladolid. Caminan unas cinco o seis leguas diarias. La gente les ataca por el camino. Cuando atraviesan los pueblos, les tiran piedras. Prenden hogueras quemando muñecos. Les arrojan agua hirviendo y les llaman herejes e iluminados. Los quieren quemar allí mismo.

Merced a las muchas horas de camino, se establecen lazos de confianza entre los cuatro detenidos. Juan Sánchez confiesa su enamoramiento de Beatriz Cazalla; el dominico, se muestra siempre desconfiado de la labor evangelizadora del criado y Carlos de Seso, les cuenta las intenciones del inquisidor Valdés de dar un severo escarmiento a los reformistas con el consentimiento del Papa y del Emperador. El recibimiento en los pueblos de Castilla de la cuerda de presos, a las órdenes del bizco Vidal, se vuelve cada vez más hostil a medida que se aproximan a Valladolid. Un emisario les aconseja entrar de noche en la ciudad para evitar tumultos. CS piensa en la inutilidad de la fuga; sólo había ganado penalidades sobre los que se quedaron.

"Gambas con gabardina,
carne en los huesos.
Carne en los huesos,
gambas con gabardina,
lengua con besos,
locos de la colina,
cuerda de presos." 

Joaquín Sabina

 



 
 
 
Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero 
 
 

6 comentarios:

Myriam dijo...

Estos últimos capítulos son bastante tristes, peor quiero decirte algo que me pareció tierno: Que tanto Relámpago como ahora Pis Pas, tuvieran comportamiento "más de peros que de équidos" aunque no son los primeros ni los únicos caballos que se comportan así.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Delibes refleja lo que impidió otra España: ese diálogo... en prisión.

Gelu dijo...

Buenos días, pancho:

Una vez más, no se puede añadir ni una coma a tu resumen.
Lo que me sorprende siempre es la participación de las gentes del pueblo en todo lo que representa crueldad y circo.
¿Será la estudiada manipulación cuando hay ignorancia generalizada, o es la condición de la naturaleza humana?.
Bien escogidas las ilustraciones; y ¡Sabina sí que sabe más que los ratones coloraos!.

Saludos.

Paco Cuesta dijo...

Esta parte de la novela, tiene una función determinante en el desarrollo. Utilizando la realidad histórica de la persecución a los herejes surge la primera detención de un miembro del grupo, Cipriano mantiene una lucha interna entre dos opciones, la fidelidad a sus principios y la fuerza de la opresión a la que están sometidos; opta en principio por liberarse de la segunda e inicia una huida alentada por y con el recuerdo de Ana Enríquez.

Abejita de la Vega dijo...

Cuando alguien comienza el linchamiento, le siguen todos, qué triste.

Merche Pallarés dijo...

Estoy con ABEJITA, muy triste este final. Por lo menos tuvo la alegría de ver el cariño que Ana Enriquez le profesaba. ¡Qué poder siempre ha tenido la religión católica en este país! Ahora que están perdiendo puntos, salen con los Legionarios de Cristo (¡menudo espécimen el Marcial Maciel!) los Kikos con su también esperpéntico "líder" y lo que haga falta para recobrar sus privilegios. Qué pena y qué horror. Besotes, M.