jueves, 26 de noviembre de 2009

Unos rebuznantes y un monosabio

"... casi al mismo tiempo rebuznaron"

Dibujo de Nicolás González. Edición infantil


CAPÍTULO 2.25

Las prisas del mulero arreando al mulo en el camino a la venta se le contagiaron a DQ. Tan impaciente estaba por ver terminada la faena del horno que de tanto abrir la puerta para observar la evolución, no dejaba que cogiera la temperatura apropiada, retrasando la operación. Para intentar abreviarla se arremangó el hidalgo y ayudó al mulero (con el pienso y la paja) en el acomodo del animal. Las prisas e impaciencia del comienzo contrastan con el buen asiento y acomodo que tomaron los del grupo de DQ: no iban a ser menos que sus monturas ya alojadas en los mejores pesebres de las cuadras. De nuevo una venta como decorado de la acción: un cuento de rebuznos y el mono de un titiritero, que sólo vive del presente, nos llevan de la mano al teatro ambulante, con DQ y los suyos dispuestos a ver lo que Maese Pedro y su retablo tienen que ofrecer. Bien acomodados y expectantes los espectadores, C no nos deja otra alternativa a los lectores sino esperar al capítulo siguiente para que se alce el telón.



Primero escuchan al mulero narrar la historia que sucedió a poco más de cuatro leguas de la venta en la que se encuentran. Resulta que una de las cabezas pensantes de la aldea encontró en el monte al burro que otro mandamás había echado de menos hacía ya quince días. El susodicho no se dejo poner la cabezada de lo asilvestrado, desconfiado y flaco que ya se encontraba. Entre los dos concejales tramaron un plan para recuperarlo, una vez que descubrieron que ya no estaba donde había sido visto. El plan consistía en rebuznar alternativamente con el fin de que el jumento lo oyera y respondiera. Tanto lo repitieron y tan bien lo aprendieron que quedó como la seña de identidad del pueblo. Desde entonces los de los pueblos linderos los llamaron los naturales del pueblo del rebuzno; para ellos van las lanzas de la mula. Las necesitarán al día siguiente, salen de campaña contra los enemigos vecinos que se empeñan en mantenerles el nombre del “pueblo del rebuzno”, algo que están dispuestos a no permitir con las armas. El cuento no deja de ser una parábola de la historia del género humano, que se hace acreedor al apelativo de “rebuznante”, cada vez que recurre a la guerra como modo de resolver los conflictos, a pesar de los males que trae y de todos los discursos de los hombres sabios por evitarla.


"... pagar yo porque me digan lo que sé, sería una gran necedad..."

Artemio Sánchez Rubio lo pintó.


Sin solución de continuidad aparece un personaje con el ojo y la mitad de su cara tapada por un parche de paño verde, dice que se ha adelantado en busca de posada, que tiene un mono adivinador y un retablo para representaciones. El ventero se muestra encantado de su visita: ese día hay gente que pagará por ver el teatrillo y comprobar si es verdadero lo del simio. Maese Pedro, que así se llama el titiritero, se ofrece a actuar de balde, por el alojamiento y la manutención. El ventero le cuenta a DQ que el mono ha hecho rico al del retablo a dos reales la pregunta, que es buen charlatán y mejor bebedor. Aunque el recién llegado lisonjea y regala el oído a DQ y S, no convence al escudero, que afirma que él no paga porque le digan algo que ya sabe, de modo que le pregunta por Teresa. La respuesta certera del mono es trasmitida por Maese Pedro. Amo y escudero se muestran un tanto escépticos: no terminan de creerse que haya un simio que sepa tanto de ellos. A los lectores nos queda la incógnita de saber dónde ha aprendido el titiritero tanto de nuestros personajes.


DQ achaca a la lectura y a los viajes tanta sapiencia, afirma: que el que lee mucho y anda mucho, vee mucho y sabe mucho”.


Mientras Maese Pedro monta el retablo para actuar gratis, DQ, escéptico, no se cree lo que acaba de ver del mono. En un rincón le confiesa a su escudero que el titiritero debe tener algún pacto con el diablo que le da poderes a cambio de su alma, pues el diablo sólo sabe del pasado. El futuro es sólo cosa de Dios. Se extraña de que el Santo Oficio no haya tomado cartas en el asunto; máxime cuando no parece conocer las artes de levantar las cartas astrales.


Para cuando S quiere que le aclare si lo que DQ contó de la cueva de Montesinos es verdad o no, el monosabio ya va estresado y sólo le dice que fifty fifty. DQ zanja la cuestión diciendo “que el tiempo, descubridor de todas las cosas,” dará y quitará razones. Se sientan y se disponen a ver el retablo.


Este comentario pertenece al grupo de lectura del Quijote que coordina y dirige desde La Acequia el profesor D Pedro Ojeda Escudero y ya ha sido publicado en la misma

14 comentarios:

Unknown dijo...

Ay amigo… que personajes. Entrañables y llenos de la sabiduría popular. Aunque la de Maese Pedro, peligrosa era hacerse acompañar de un mono con ese don tan diablesco.
Un gran análisis.
¡Y parecía sencillo el capitulo!
Un abrazo

Merche Pallarés dijo...

Los capítulos de nuestro Quijo, bajo su aparente simplicidad, nos proporciona muchas lecciones humanistas. Hay que leer entrelíneas, sin duda alguna.
Me ha encantado lo de "fifty-fifty" y el cuadro de Sánchez Rubio. Besotes quijotescos, M.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Muy buena entrada, me gusta tu interpretación. El tema del rebuzno es hilarante; que maravilla, Pancho, ya conocemos la historia y sin embargo cada vez que la leermos... ¡de nuevo nos vuelve a hacer sonreir!

Inmortal Cervantes.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Buenos días, pancho:

- Este de hoy es uno de los capítulos más divertidos, y más cargados de ironía de El Quijote.
- Las ilustraciones que has escogido, para acompañar tu resumen: cuidadas. Como siempre.
- Los niños lectores, disfrutarían con el dibujo de Nicolás González, en la edición infantil.
- Estupendo el grabado, con el pendón del burro y la leyenda.
- Me encanta el colorido que aplica Artemio Sánchez Rubio, en sus cuadros.

Saludos. Gelu

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué cierto es lo que dices: una parábola de nuestra condición como seres humanos. Quizá los burros sean más inteligentes que nosotros.
Muy buenas ilustraciones.

pancho dijo...

Jan: Personajes reflejo de la sociedad del momento. Este Maese Pedro sabía cómo buscarse la vida.

Merche: Ya lo dice nuestro maestro en asuntos cervantinos: hay que ahondar en los textos. El mono se estresó de pregunta tan complicada. Sólo DQ sabía lo que pasó allí abajo, no había ningún testigo desencantado que lo viera. Salió del paso como pudo.

Gelu: Referente al grabado, no puse la procedencia porque lo bajé y no apunté de donde provenía. El cuento de los rebuznos ha merecido mucha atención de los ilustradores.

pancho dijo...

Cornelius: Es divertida, pero con mensaje. Más me estoy riendo con vuestras interpretaciones. Algo había leído de este capítulo antes, pero es mi primera aproximación seria al Qujote.

Pedro: Los burros van lentos, pero llegan al destino. Hay muchos hombres que carecen de la humildad de este animal tan dócil.

Un abrazo a todos y se aprecia vuestro comentario y visita en su justa medida.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Amigo...las guerras más serias han aparecido por los temas más nimios... hoy tambien ocurren...por falta de diálogo.

A mi que ya me pasa lo que a Sancho...que no creo en encantamientos y adivinaciones.... me dio que pensar el titerero....

Un abrazo

Myriam dijo...

"... casi al mismo tiempo rebuznaron":
Conozco a muchos de esos humanos.

Y me gustó mucho el dibujo de Nicolás González.

Besos

pancho dijo...

Tucci: No escarmentamos a pesar de todo mal, por todo el mundo conocido, que provocan los confrontamientos armados.

Myr: El género cambia poco de unos humanos a otros.
Un abrazo a ambos por vuestra visita.

Antonio Aguilera dijo...

Tambièn recuerdo que de niño entre mi pueblo, Priego, y el vecino Carcabuey habìa una rivalidad "exagerà".
A cuento de mono, eso le decíamos nosotros a los de Carcabuey: "¡al olivo, al olivo..., que te azuzo el mono!!!. Ellos nos contestaban: ¡al agua de la pandueca!!. No he investigado investigado el origen de los estos dichos.

Pues en tu comentario de hoy, me he dado cuenta de que usas algunas palabras propias del medio rural. Y no son cogidas, precisamente, del Quijote.
V.gr: "arremangó" el hidalgo (en el argot campero se usa bastante: arremángate y métete en faena);
"poner la cabezada", creo que no viene en el capítulo, sin embargo tú incluyes "cabezada", dice el DRAE que es la "guarnición de cuero, cáñamo o seda que se pone a las caballerías en la cabeza y sirve para afianzar el bocado".
Ya sé que no hacía falta que te lo trascribiera, pero por si viene alg+un lector detrás mía.
En mi comarca le llaman "Jáquima", y que ya me pica la curiosidad y veo que viene en el diccionario (pues pensaba que era un vulgarismo):"Cabezada de cordel, que suple por el cabestro, para atar las bestias y llevarlas".
Resulta que es sinónimo. Si es que estos "viejos" hablaban mejor de lo que algunos pensábamos.

Ya leo de vez en cuando tus entradas sobre palabras locales de tu terruño; muchas de ellas se usan aquí igual.

Un abrazo

pancho dijo...

Aguilera: Esos dichos son auténticos, teníais monos. Los rebuznantes del cuento de C eran más cejijuntos.

Muy interesante y sonora: Jáquima, la primera vez que la oigo. Visto que hay lectores que se lo leen todo habrá que tener cuidado con lo que se escribe.
Un abrazo.

Abejita de la Vega dijo...

Ese cuadro del "todo camuza " con el mono es precioso.
¡Cuántas guerras de rebuznenses se montan en ese mundo! El soldado Cervantes lo sabe bien.
El argumento de DQ para concluir que el titiritero tiene un pacto con el diablo es tan endeble que da la impresión de que Cervantes está curándose en salud, por si las moscas inquisitoriales.
Un abrazo

pancho dijo...

Abejita: Tiene mucho colorido y se ajusta al texto. En el enlace hay unos cuantos con temática quijotesca.

DQ no se cree lo del mono por eso tiene que achacar a algo la sabiduría con retrovisor del primate.
Se aprecia tu visita y comentario.