miércoles, 19 de febrero de 2014

La cajita de cenizas. Dejar las cosas en sus días (3). Laura Castañón,






Aida siempre tenía la esperanza de que hubiera historias secretas, tan literarias, con las que convertir un relato familiar en una novela apasionante"

Dejar las cosas en sus días (3)
Laura Castañón

El médico, Efrén Rubiera, es buena gente. Visita a los enfermos crónicos de mina aunque no se lo pidan. Hace todo lo que puede por aliviar el dolor de los que sabe que pasan los días “sentados en la antojana abriendo la boca como si quisieran masticar el aire que le faltaba y las noches sentados en la cama para poder respirar.” 

Don Benito Montañés se muestra receptivo a su proposición de formar una rondalla en el valle, el mismo sería el profesor. Su idea es ofrecer alternativa a las horas de ocio, apartar a los mineros de la taberna después de la jornada laboral. Disfruta al contemplar al soslayo la ternura con la que Camino cuida a los dos niños y les da de mamar. La siente cantar por dentro. “Imagen que recorrería sus noches, que aliviaría sus miedos, que consolaría sus desdichas.” Don Castañón tiene un come come por dentro que le corroe, siente remordimientos de un olvido; un mes antes del mortal suceso en la mina, Xelu, el marido de Camino, le había rogado que lo sacara del puesto peligroso que ocupaba en el tajo. A cambio le había pedido traicionar a los suyos, dar los nombres de tres compañeros que pensaban sindicarse para defender sus intereses y sus vidas. 




"Todos eran conscientes de que ya llevaba años de regalo encima, que la muerte estaba siendo especialmente benévola con él"
Poco a poco, a medida que la novela avanza, nos vamos enterando de la biografía de don Efrén. Nacido en el seno de una familia de pescadores humildes, la suerte se alía con ellos para tener el privilegio de los ricos: estudiar los últimos años del siglo XIX, primero en Oviedo y luego Medicina en Valladolid. A primeros del mil novecientos, recién casado con Benilde, llega como nuevo médico a Bustiello. El dinero para pagar sus estudios llegaba de Cuba, mandado por alguien como agradecimiento a sus padres que le atendieron y curaron de un balazo en un momento apurado. Efrén conocía de primera mano la forma de matar del mar y la tierra. El tributo que la naturaleza exige al hombre por quitar el hambre a los que extraen el sustento del agua salada y de sus entrañas el negro y traicionero carbón. 

La autora recurre al género epistolar, a la carta que diariamente escribe Benito Montañés al Señor Marqués de Comillas para narrar los sucesos luctuosos ocurridos en la cuenca minera con el resultado de once muertos y numerosos heridos en los enfrentamientos entre los mineros y la Guardia Civil. Un paseo a un pueblo cercano de toda la familia Castañón es la excusa para una lección de expresiones populares del habla asturiana y su extensión y correspondencia con el correcto castellano. Coger en cuello, regodones y podinga es el pretexto. Las tres trillizas se emplazan como defensoras del habla popular contra Sidra que parece el DRAE y está a favor del habla de Madrid. Sidra tiene dieciocho años y se enamora de una mirada que le lanza Germán. 



"La adusta Sidra Montañés, sin que nadie pudiera hacer nada por remediarlo, acababa de enamorarse"

Aida vive sola en un apartamento en Gijón desde el que se ve un trozo de mar. No le gusta nada la becaria de la minifalda azul, hija de un consejero del periódico. Su ignorancia la hace ser insolente y descarada. Está lista para tomar la alternativa, recibir los trastos de matar de su padrino Fermín Centeno que deja el periódico. Visita a su tía abuela, Paloma, dos veces por semana en una residencia después de un ictus que la dejó imposibilitada. Ahora que se ha muerto,  intenta recordar todas las cosas que le ha contado de la Casa de Pomar. Ahora que ya no está, lamenta no haber preguntado más cuando estaba viva. Solo quedaba de ella una cajita con alguna foto y poco más. 



"Para haber conseguido la licenciatura en Historia, no se podía decir que fuera muy metódica, y la Molesquine tenía más de bosque que de fichero".

Bruno tiene cincuenta y ocho años y vive solo con su padre nonagenario que dedica su tiempo a navegar por internet mientras se lo permita la sombra del olvido alojada en su cerebro dañado. Sus numerosas aventuras amorosas han dejado el rastro de tres hijos de treinta, veintiocho y una niña adoptada. Los hijos son cómicos, se dedican también al mundo de la farándula. Con su hija, Lisístrata,  se ve poco. Es actriz de escaso talento y se dedica a la caza nocturna de alguna cara famosa que engorde su CV. Oscar compone canciones sin éxito. En un mail se confiesa con Aida, se acusa de ser insoportable y de tener un lado oscuro. Se pregunta cuánto tiempo le soportará antes de salir corriendo. 

 Hace demasiados meses
que mis payasadas no provocan tus
ganas de reir.
no es que ya no me intereses
pero el tiempo de los besos y el sudor
es la hora de dormir.
duele verte removiendo
la cajita de cenizas que el placer
tras de si dejo.
mal y tarde estoy cumpliendo
la palabra que te di cuando jure
escribirte una cancion.
Joaquín Sabina



Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero 

4 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Leyendo tu entrada me he dado cuenta de la firme trabazón de espacios, personajes y tiempos de la novela. ¡Y qué buenas y oportunas ilustraciones!

Abejita de la Vega dijo...

La historia de Camino y don Efrén es una novela por sí sola. Y el habla asturiana de sabor tan antiguo me encanta. Y la imagen diaria del maquinista Antón y su encuentro con la trilliza más rebelde,Paloma. Son muchas las escenas hermosas en este libro poliédrico y bien trazada la viga maestra, Aida.

En cuanto a lo de los bordados richelieu que me dices...no es que a mí me llamaran especialmente la atención...es que la escritora utiliza las sábanas bordadas por las niñas Montañés como primer enlace entre el tiempo pasado y el presente. Porque Aida no ha tenido una pareja que las haya merecido, es una mujer desengañada. Mujeres...

Un placer leerte y releer contigo la novela.

Besos

Paco Cuesta dijo...

En las expresiones asturleonesas hay un regusto a Delibes.
Un abrazo

Myriam dijo...

En esa frase de la antojana que has citado, Pancho, que bien descrita está una enfermedad pulmonar como el enfisema o EPOC. El dr Efrén y Camino, son dos personajes que me encantan.