"Quería estar en ella, que no tuviera más remedio que pensar en él"
Dejar las cosas en sus días (5)
Laura Castañón
La creación de momentos de tensión narrativa es una obligación de cualquier autor que le interese mantener el ritmo de su relato, el atractivo para el lector. La autora despliega muchos de esos momentos a lo largo de su novela, a medida que va introduciendo nuevos personajes cuyas vidas se entrelazan, los adorna con el ir y venir del tiempo para no permitirte acomodar en una sola historia sino que te obliga a mantenerte pendiente de un ramillete de ellas. Al fondo siempre fluye el juego fatal de la lucha por el poder: los desamparados que se unen para defenderse de la arbitrariedad de los poderosos o las pasiones que los atenazan, las desdichas, los anhelos, el miedo o la violencia que acompañan a los personajes en una sociedad cerrada.
Nadie sospechaba que Efrén había rechazado hacer uso del reclinatorio forrado de terciopelo en la delantera de la iglesia a cambio de un asiento en los bancos desde el que observar a Camino con discreción. “Se pasaba la misa entera aguardando el momento en que Camino se acercara a recibir la comunión. […] El modo en que abría ligeramente la boca para que don Macrino depositara la comunión en su lengua.” Observador irreverente con las prácticas religiosas como Valle Inclán en las Sonatas.
"Vegetación de ribera en el valle, un poco más arriba los castaños, los robles y los abedules, y ascendiendo el roble albar"
La joven viuda del valle es también el objeto de deseo de Gustavo, ingeniero que había llevado mala vida en Barcelona. Acabó la carrera a trancas y barrancas entre Madrid y la Ciudad Condal, de donde huyó para esconderse de unos amores oscuros y conflictos de honor y faldas. Le gustaban las mujeres muy jóvenes. La rivalidad en el valle está servida.
La autora recurre a la música para marcar los momentos de transición o paradas narrativas, se olvida de las descripciones del paisaje o de la presencia abrumadora de la naturaleza asturiana, de los claros amaneceres o puestas de sol encendidas. Muy a tono con la novela negra, recordamos aquí al agente Bevilacqua y su selección musical. De hecho la protagonista confiesa que siempre ha sentido la necesidad de distinguir unos árboles de otros para rendir el merecido homenaje a la variedad vegetal asturiana. Van Morrison suena por la autovía camino de Madrid los ratos que su madre deja de hablar. Las dos se dirigen al Congreso porque se aprueba la ley de la Memoria Histórica y quieren estar lo más cerca posible del lugar.
"La mirada de Efrén aquella tarde de junio en que se detuvieron los planetas perfectamente alineados en la antojana de su casa"
Siempre atenta a dotar a la narración de equilibrio entre lo importante y lo liviano, que no quiere decir insustancial, sino necesario para aligerar la gravedad de la trama, Camino siente las miradas de pasión de Efrén. Desde la muerte de Xelu tiene el don de descifrar los misterios que anidan en el fondo de una mirada. Le pusieron el nombre de Camino, nombre raro para Asturias, no para la lindera León donde son legión. Ella lo defiende, al menos no le pusieron Celestina o Conchita, hoy sería Vanesa, Jésica o Jennifer.
Lo más parecido a la felicidad que Bruno concebía era “el segundo anterior al beso”, fugaz como las estrellas de Bagdad. Solo lo había sentido con Margarita en el parque, vestido con pantalones cortos y rodillas al aire con ronchones. En muchas perchas había colgado su sombrero, muchas otras habían pasado por su cama, sin hacer parada en su corazón. Si antes no le había importado la mirada de la gente, menos iba a reparar ahora en los ojos que nos miran. Pasados los cincuenta y cinco, pocas cosas le importaban, había comenzado la cuenta atrás.
Sidra admiraba a Francisca, hija de don Gustavo, porque era muy fina de modales, alta, guapa, boba y hablaba en francés fluido. A pesar de que la hiciese sentir el patito feo en el país de los cisnes cuando fueron a San Sebastián de vacaciones a la edad de trece años.
"La retahíla de mujeres que constituía su biografía amorosa había ido dejando un sedimento de amargura"
La rareza que Manuel y Germán Espino representa en el valle les hace congeniar cuando coinciden en la Escuela de Capataces de Mieres. Ambos hablan francés y Manuel lee a Verlaine en su idioma original. Germán se había criado en Berlín, Roma y París, por lo tanto habla los tres idiomas. Sobrino del máximo dirigente del Sindicato Católico, era el representante y supervisor de la doctrina del Marqués y de sus intereses europeos. Sidra está encantada de esta relación de amistad entre su hermano y Germán porque así se lo imagina más cercano.
Los lectores nos enteramos de que Aida y Bruno pasan cuatro días juntos en Madrid cuando ya han pasado y de ellos no queda más que la sucesión de instantes enumerados de uno en uno en un mail para corazones románticos: El sol amarillo, tu sonrisa, la luz colándose por las persianas, los celos retroactivos, la marca que os dejasteis en el cuello como dos adolescentes en celo, el pañuelo que me puse, tu forma de abrazarme. La ternura cuando hablas de tus hijos aunque creas que no se te nota, el lunar de tu rodilla, las fotos de tu cartera, tus secretos, los míos. Tu forma de mirar el cielo, tu don maravilloso, tu pasión. Tu forma de susurrar debajo de las sábanas como dos que se cuentan un secreto. La pereza que nos dejó sin salir de la cama en todo el sábado, tus invenciones, mis silencios. El modo en que enredabas tus dedos en mis rizos, esto que aún sigue en mí y que no sé qué es, pero que se parece tanto al amor… comenté:
—Me entusiasman tus ojos.
Y eEso era amor
Le comenté:
-Me entusiasman tus ojos.
Y ella dijo:
-¿Te gustan solos o con rimel?
-Grandes,
respondí sin dudar.
Y también sin dudar
me los dejó en un plato y se fue a tientas. dijo:
Ángel González. Jesús Márquez
Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero
5 comentarios:
Pasado y presente. Historia y mail contadas con técnicas diferentes como corresponde a cada una de ellas. He sido un placer leer a Laura Castañón.
Un abrazo
¡Ah! Qué coincidencia. El martes, en el coloquio con la autora señalé como alguna de las páginas que más me han gustado la que tú citas en relación con el personaje Efrén...
Así es el amor y qué bien nos lo cuenta Laura Castañón y qué bien nos lo cuentas tú. Efrén es la debilidad de nuestro profe, yo lo veo como un hipócrita de doble vida; pero tiene razón Pedro, qué bien trazado está.
Me iría a Asturias a sentarme en una antojana, ahora mismo.
Besos
¡Excelente Panchito! Perdona mis ausencias pero te sigo, te sigo... Muchos besotes, M.
Ese ir y venir.... si, todo un ramillete...
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