miércoles, 12 de febrero de 2014

Dieciséis años tenía. Dejar las cosas en sus días (2) Laura Castañón






"Habdía que sed más digudoso a la hoda de aplicad la nodmativa en lo que a la blasfemia se defiede, que es una vedgüenza"
 
Dejar las cosas en sus días (2) 
Laura Castañón 

Aida ha entrevistado a Bruno y le manda por mail un adjunto con la entrevista escaneada de la edición de papel. El e-mail merece análisis. Llama la atención por la longitud y la gran cantidad de datos que contiene porque invita a los lectores a investigar por qué en él se habla del origen de Aida y un enlace de Nuberu de youtube. Ejemplo de la asociación de la novela clásica publicada en papel y el mundo virtual de internet, teatro y periodismo donde “la palabra es oficio y es vicio.” La despedida: “ya sabes dónde estoy” es de Calle Melancolía. 

De ceremonia en ceremonia, de la tristeza del enterramiento de la madre a la alegría del bautismo de la hija a la semana siguiente del nacimiento y así pasa la vida. La presencia del Marqués acarrea ajetreo en la casa. Los invitados al banquete son las fuerzas vivas del valle. Comen, beben –algunos más de la cuenta- se desatan las lenguas y hablan de la situación social. La minería se une y crea conflictos defendiendo sus derechos. La Iglesia tratando de influir. El Marqués promete mejoras sociales, escuela para las niñas, sanatorio, farmacia y casas baratas para los mineros. Cada uno vela por sus intereses. Los de la vista baja y cáscara amarga de Galdós piden aumento de salario y participación en los beneficios. 


 "Pronto se abrió paso una ternura inexplicable cuando los veía a los dos compartiendo el serón de la cocina"

Aida cuenta para el consejo de dirección como candidata adecuada a directora del periódico para el que trabaja. Tiene quince años de antigüedad en la empresa y está reconocida como una periodista de raza y gran versatilidad. Lo mismo hace una crónica de un partido de rugby que un pleno del Ayuntamiento o un especial publicitario. Conoce la ciudad y controla el movimiento de las asociaciones que articulan la actividad cultural. Además se lleva bien con todos los redactores del medio. A mayores,  su vida parece estabilizada después de que la relación que comienza por mail termine con sus huesos en una ONG con campo de actuación en Nicaragua. Solo tiene un defecto, tira a rojelia. 

La edad de Camino no llega a la veintena y ya está cansada del corrosivo e injusto fluir de los días. En un breve espacio de tiempo ha atravesado todos los estados civiles. Ha pasado de soltera a viuda pobre con hijo a las espaldas, nodriza de la niña Claudia y futuro más negro que el carbón que mató a su marido minero. 

La costumbre de las actividades repetidas trae la tranquilidad a la casa. Sidra da un paso al frente, toma el timón porque el padre sale temprano y no vuelve hasta tarde. Los informes que Benito Montañés manda a diario al Marqués parecen partes de guerra últimamente. El padre es como una sombra a cuyo cobijo Sidra crece con “sus ojos grises, como invernales lagos helados” y ejerce de sargenta inquisidora con las hermanas menores.

Bruno había decidido dedicarse a escribir justo cuando descubrió que “su padre empezó a hundirse en las aguas de la incoherencia.” 




 "Hasta le dolía la posibilidad de que su propio bebé viera menoscabada la cantidad de leche para compartirla"

 La visión de los dos niños mamones que le sacan las entretelas le dan fuerzas a Camino para sobreponerse a “aquel mundo de silencioso luto." Con la primavera crece la sombra del fresno y de la higuera hasta el sufrimiento y siente que entre la pareja de mamones se establece una extraña complicidad al compartir la leche, los cinco lobitos y el aserrín aserrán. 

La bandeja de entrada del correo de Aida está que arde, abre un nuevo correo de Bruno, el cuarto en una semana. Le brinca el corazón. Otro mensaje de Pablo Lucas le da cuenta de que han encontrado una fosa común con los restos de nueve fusilados de la Guerra Civil, le indica que quizás entre ellos estén los restos de su abuelo. La jueza es un problema, pone dificultades a la investigación. 


 "Cocodrilos, sobre todo cocodrilos, que esos sí que eran lagartijas gordas y no las que había en el muro del sanatorio y en el de la huerta de atrás."

Paloma era la mejor cazadora de lagartijas del contorno cuando aún las había en todos los muros que miraban al sol. Quería aprender las canciones en la fala asturiana que el Chano, su hermano de leche, le enseñaba a cambio de unas embuelzas de cerezas de su árbol particular, hasta llenarse los bolsillos. Por primavera se encaramaba a su cerezo cuajado de flores blancas como la nieve. En lo alto se sentía a salvo de todos los miedos, de Sidra y de la masa oscura de mineros que avanzaban en procesión ocupando todo el ancho de la carretera. 

Bruno y Aida se intercambian correos y proponen abrir un Messenger. Parece prehistoria digital. Ella quiere encontrar los restos de su abuelo para enterrarlo junto a su abuela, Paloma. Se estrecha el cerco entre los dos, se tienden pasadizos entre ambas fortalezas. 

 Deciséis años tinía
guapos años gayasperos
que xueguen y salten
semeyando xilgueros ...
Yeres una neña Aida
que na rexón asturiana
xugabes dando a la comba
ú tos amigues saltaben ...
 

Nuberu





 Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero



6 comentarios:

Paco Cuesta dijo...

Es muy interesante la figura de Sidra, como reflejo de la huérfana que hace de madre, un concepto hoy bastante perdido.
Un abrazo

Ele Bergón dijo...

Voy por la página 162 de la novela y ya me voy dando cuenta de cómo la autora va manejando a sus personajes en ese Dejar las cosas en sus días, del antes y del ahora. Me está gustando leerla con bastante facilidad.

Tus fotos me encantan.

Un abrazo

Luz

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Es muy sabio el uso por la autora de los correos electrónicos como parte de la investigación y de las noticias de vida. Son parte también de esa profundidad metaliteraria que tiene la novela.
¡Qué buenas fotos! La primera es magnífica, querido amigo.

Abejita de la Vega dijo...

Muchas historias hay aquí, muchas novelas en una novela. Todo casará, ya verás.

Luz y yo hemos comentado telefónicamente el exceso de la palabra "que", además de las frases largas que no nos dejan respirar. ¿Tendrá eso un sentido que se nos escapa?

Un placer visitar tus dos entradas.

Besos, Pancho.

Myriam dijo...

Me parecen muy raras (originales) esas dos estatuas ¿Dónde las has encontrado?

Myriam dijo...

Gracias por la info de las estatuas, como te he dicho, tomo nota para visitar ese Balneario cuando ande por la zona.


Tienes mucha razón Pancho, en señalar la profesionalidad de Aida que es una periodista de raza. La autora delinea muy bien en este personaje el desnivel entre su inteligencia racional y la inteligencia afectiva. Mientras que es ascendida en su puesto de trabajo, no funcionan sus relaciones sentimentales y otros aspectos que tienen que ver con lo emocional.

Sigo a la próxima entrada.