domingo, 9 de febrero de 2014

Desfiladeros de águilas. Todo lo que era sólido (16) Antonio Muñoz Molina





"Una rebaja general y limitada de las identidades, un tránsito de las firmezas rocosas a la ductilidad de los fluidos"

Todo lo que era sólido (16) 
Antonio Muñoz Molina 

El debate sin miedo y sin mirar de reojo para comprobar que lo que dices cae bien entre los tuyos se hace más necesario que nunca. Poner sobre la mesa los hechos claros y diáfanos para sostener argumentos sobre qué corregir y qué apoyar. Nunca olvidar que la unión hace la fuerza, de este lío salimos juntos o nos hundimos por separado. Ejemplos que lo corroboran hay de sobra a lo largo de la historia. Cuando hay desunión todos pierden. Como en la Guerra Civil que la República perdió con prácticamente todos los recursos de la nación a su disposición, por hacer la guerra cada uno por su cuenta. No conviene olvidar que el golpe de los militares fue un fracaso, que solo triunfó en las zonas más pobres, despobladas y atrasadas. 

Nada más acabar la II Guerra Mundial, los franceses y los alemanes que habían tratado de aniquilarse mutuamente en dos terribles guerras mundiales consecutivas, fueron capaces de plantear juntos el germen de la Unión Europea. No debería ser difícil que los políticos y los ciudadanos españoles más politizados pudieran alcanzar compromisos en un nuevo proyecto común después de treinta y cinco años de desacuerdos. Quizás solo sea necesario rebajar un poco la dureza de pedernal de las creencias, nadie pide hacer apostasía de ellas. Tampoco estaría mal que los geniales artistas y literatos que inflaman el corazón de las gentes ingenuas con sus genialidades manoseando las palabras sagradas de patria, tierra y libertad, bajaran del altillo de vanidad y se contaminaran de realidad. 


"Dejarse influir y dejarse fluir uno mismo, no enquistarse en el caparazón de lo inamovible"

Comenzar la pedagogía democrática de aprender a aceptar al que piensa diferente. Los monárquicos aprender a convivir con los republicanos, (como los defensores del toro bravo llevan conviviendo con los antitaurinos desde hace mil años), los separatistas que empiecen a aceptar que hay gente que no se quiere separar. Es preferible no unirse a proyectos que pretenden restar, no sumar. Si a pesar de todo,  algún día juntan amplias mayorías; abrirles la puerta para marchar, siempre como una excepción porque una amputación siempre es una anomalía, algo muy serio que no se puede hacer a la ligera ya que afecta a toda la comunidad de ambos lados de la nueva frontera. Y con el compromiso serio de aceptación y respeto a los que no quieran separarse por no perder lazos afectivos más viejos que la tos. 

En la Guerra Civil los dirigentes de cada bando la única finalidad que tenían en su cabeza era aniquilar a los del otro bando, no concederles ni un amago de legitimidad. Escarmiento y borrarlos del mapa era la consigna. Esta es la primera lección que debemos aprender si pretendemos entendimiento. Reconocer al contrario y tratar de encontrar puntos comunes que apuntalen la convivencia. También aceptar que todos somos cambiantes, no enrocarse en un dogma. Consentir que el cambio de opinión sobre cualquier aspecto no es ni traición ni deslealtad ninguna. Admitir que la limpieza de sangre es impracticable, llevamos muchos siglos enredados y contaminados. Los españolistas, tolerar que haya compatriotas que hablan otros idiomas y tienen rasgos culturales distintos, también estos que el castellano no es una lengua enemiga sino una riqueza y que dominar las dos lenguas oficiales de una comunidad da más que quita. “Se puede ser algo y algo más también. Se puede ser dos o tres cosas al mismo tiempo.” 

"Europa es una isla de bienes públicos, libertades individuales y protección social"

En caso de los inamovibles integristas de ambos bandos, espíritus puros de la perfección identitaria, al menos llegar a acuerdos sobre cuestiones prácticas porque los actos hablan más que las palabras. Las palabras son gratis, al pronunciarlas la verdad suena igual que la mentira: “Las palabras le permiten a uno ser heroico sin correr ningún peligro, radical sin privarse de todas las comodidades de la influencia y el dinero, patriota sin haber hecho nada en beneficio de la comunidad, generoso y al mismo tiempo ladrón”. 

Ciegamente dedicados a la palabrería, hemos descuidado los actos: el robo, la extorsión, el chantaje, el ensanchamiento de la grieta entre ricos y pobres, condenados a la ignorancia y al atraso al ponerle precio alto a la educación de calidad. 

Tasar nuestras propias palabras para que no añadan más discordia y medir las de los demás para comprobar si se corresponden con los actos. Necesitamos claridad y limpieza, llamar a las cosas por su nombre, “comprobar los hechos. Examinar los actos. ” “Prestar más atención a las personas que actúan que a las que hablan”, pues “no hay trabajo real que visto de cerca no sea admirable.” 


"Ni que vivir angustiados por el miedo a una enfermedad de la que no puedan curarse ni a tratamientos médicos que no puedan pagar"

Necesitamos control de la actividad política. La austeridad y la transparencia son tan necesarias como una prensa libre, rigurosa y objetiva en la información. En medio de un mundo tan hostil al estado de bienestar europeo,  se necesita vigilancia, activismo y conciencia de que para salvar lo esencial; es decir, la sanidad, la educación y las pensiones públicas hay que renunciar a algo más que a lo superfluo. El autor lo asegura porque observa la realidad americana con un Partido Republicano cada vez más volcado en el integrismo religioso y en el desmantelamiento de cualquier control público contra el pillaje privado. Ya no hay sitio para el halago ni la conformidad. 

MM escribe este ramillete de notas sobre el futuro carente de certezas en Amsterdam el domingo dos de septiembre, víspera del fin de la tregua del mes de agosto para que quede constancia de que escribe sobre el presente más rabioso, no como una proyección del pasado conocido escrito en el futuro. Señala que este ensayo surge como consecuencia del 15M de 2011. Mientras los periódicos extranjeros hablan del desmoronamiento de la economía, grupos de jóvenes se manifiestan en todas las capitales españolas y en lugar de irse a casa después, se quedan a vivir en las plazas. Confiesa que también responde a una forma de “compensar una tendencia al desapego hacia mi propio país, mi falta de paciencia y de atención para observar la realidad.” 

Lo que uno quiere es que el futuro no sea catastrófico, que nuestros hijos no tengan menos oportunidades, que no tengan que trabajar como esclavos y someterse a una competencia feroz por subirse al vagón del progreso. Que no sea necesario alzar muros y alambradas para separarse de los malvados de la calle. Saber que si te pasa algo, te van a atender en un hospital como hasta ahora, aunque no tengas dinero para sufragarlo. Que ellos puedan seguir yendo a Europa sin pasaportes ni visados. Estas cosas esenciales que tenemos ahora, las quiero para mis hijos como las quiere cualquiera que no sea un canalla o un desalmado. 



No soy un de pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España. 
Miguel Hernández
Los Lobos



Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero



2 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

En efecto, una de las claves de nuestro deterioro como sociedad es la falta de debate, de cultura de intercambio de ideas. Por eso hay que revalorizar lo que se hizo en la Transición y por eso mismo hay que reivindicar una segunda ahora, para que seamos capaces de llegar a acuerdos. O el edificio se viene abajo.

Paco Cuesta dijo...

Debíamos eliminar la palabra contrario en sentido personal. Nadie posee la verdad.
Un abrazo