jueves, 7 de octubre de 2010

Que sigue al de sesenta y nueve

"le dieron un papirotazo que le sacaron las tripas y le esparcieron las hojas"
1964-Madrid-Nacional


DON QUIJOTE DE LA MANCHA. CAPÍTULO 2.70
El relato “que sigue al de sesenta y nueve” ocupa lo que queda de noche, desde la resurrección de Altisidora tras el martirio de S, hasta la petición y concesión de licencia para marchar después de haber comido. La estancia de DQ y S en este regreso forzado al castillo no llega a las veinticuatro horas, tiempo suficiente para que sepamos cómo los duques se enteraron de la vuelta de DQ, que Altisidora relate sus impresiones de los dos días como si estuviera muerta, que Cervantes se despache a gusto con el falso Quijote en el ataque más mordaz de la novela y aún se estira el tiempo para que el trovador nocturno intervenga de nuevo y S se las dé de gallito con la joven desenvuelta.

"¡A fee que si las hubieras conmigo, que otro gallo te cantara!"
1842-London-Bohn


Este capítulo y el anterior, que narran la permanencia en el castillo, se unen a los anteriores de la larga estancia para formar una unidad narrativa que comparte el mismo espacio y personajes. El tiempo es distinto, pero su paso necesario, para que la evolución de los acontecimientos y protagonistas sirvan de excusa para que, a mi juicio, el presente capítulo se convierta en la manifestación de uno de los momentos más imaginativos de la novela. Sin duda ayudado por la obsesión en que el apócrifo hace caer al novelista, el autor baja a las puertas del infierno fingido de Altisidora para jugar a la pelota, no con pelotas sino con libros que los raquetazos desencuadernan y esparcen sus hojas en los umbrales del horno del fuego eterno. Es importante la observación de que, a pesar de estar en el infierno, Cervantes no quema el Quijote de Avellaneda, como ya había hecho con los libros de DQ, lo condena en cambio al infierno del olvido.

S, que ha sufrido la humillación a manos de las dueñas, le pide a su amo que le deje descansar. No le apetece seguir mortificándose por la joven “más antojadiza que discreta” a la que no le une otra cosa que los malos recuerdos de su martirio. El sueño será el alivio de todas sus miserias. Para este DQ vencido “el sacrificio es siempre una virtud que nos parece admirable… en los demás” como decía Jardiel Poncela.

"Volvióse por el castillo del duque y contóselo todo, con las condiciones de la batalla"
Eleazar
Cide aprovecha que los dos protagonistas duermen para contarnos cómo Sansón Carrasco llegó al castillo en busca de DQ. Une elementos que parecían separados, haciéndolos narración. Cervantes se vale del historiador, Cide y del bachiller. El primero hace de narrador, y el último de hilo conductor de la trama, que adquiere unidad con su intervención. A pesar de que en el título parece enunciarse un capítulo intrascendente, en su interior nos encontramos con una explicación de Cide que es clave para entender la trama de la segunda parte, a modo de justificación del regreso al castillo de DQ y S. Se trata de un capítulo importante para la novela desde el punto de vista de su armazón y embridar definitivamente los flecos que quedaban sueltos. Cide termina su explicación afirmando “que tiene para sí ser tan locos los burladores como los burlados”, por el interés desmedido en la burla de los duques.

"arrimada a un báculo de negro y finísimo ébano, entró en el aposento de don Quijote"
1929-Maestricht-Leiter


Con el día se deshace la burla. Altisidora se presenta en la estancia de DQ y S, igual que por la noche, vestida de blanco. Pelo largo, suelto por la espalda y belleza insultante que turba el recato del caballero anciano. Se sienta a su cabecera para contarle que perdió la vida hace dos días de mal de amor no correspondido por la frialdad del corazón de mármol de DQ. Vuelve a la vida gracias al martirio de su escudero.

"turbado y confuso, se encogió y cubrió casi todo con las sábanas y colchas de la cama"
1836-Paris-Hiard


A continuación, una de las mejores muestras de la imaginación de Cervantes. Sólo unas pinceladas son necesarias para crear un ambiente infernal, una atmósfera inquietante de desasosiego en el lector.

A requerimiento de S, les relata que estuvo en las puertas del infierno. Observó cómo los diablos jugaban a la pelota con libros “llenos de viento y de borra” a los que golpeaban con palas de fuego donde “todos gruñían, todos regañaban y todos se maldecían”. Prosigue contando que los diablos lectores entretienen su condena de por vida con lecturas. Una de las visiones que recuerda es el golpeo del Quijote apócrifo. Un golpe certero de pala desventra las hojas intonsas del lomo del libro, llenando de hojas volátiles el hall de entrada al infierno, luego aspiradas como en un remolino por los abismos densos de espesura del infierno para siempre.

"Ésta es la Segunda parte de la historia de don Quijote de la Mancha, no compuesta por Cide Hamete"
1842-London-Bohn

DQ, atento le ratifica en el carácter imaginario de la visión, pues “no hay otro yo en el mundo” […]”no soy aquel de quien esa historia trata”. Le augura corta vida: “de su parto a la sepultura no será muy largo el camino.” Por eso ni se ha inmutado al oír que anda por las tinieblas del abismo como cuerpo fantástico.

¿Pensáis por ventura, don vencido y don molido a palos, que yo me he muerto por vos?
Eleazar

Altisidora se enoja al escuchar de DQ que él ha nacido para ser de Dulcinea, ninguna hermosura ocupará su lugar. Ella le llama “don vencido y don molido a palos”, descubriendo la farsa para regocijo de S que ve confirmadas sus sospechas de fingimiento.

Entra el trovador que había cantado las estancias la noche anterior. Cuando DQ le manifiesta la escasa ligazón de la poesía de Garcilaso con la muerte de la joven, le contesta que los poetas jóvenes actuales se ensañan con temas poéticos de los grandes hasta degradar la poesía.

La entrada de los duques nos deja sin saber la opinión que a DQ le merece el abuso que se hace de la poesía de Garcilaso. El hidalgo no desaprovecha la noble presencia para pedir licencia para marchar, no sin antes sentenciar que el mal de Altisidora reside en la ociosidad. Su remedio es la ocupación, juicio que S apoya al haber comprobado que los sudores fríos que provoca el uso de la azada dejan a Teresa en un lugar alejado de los recuerdos. La joven repone que no necesita sudores para olvidarse de las crueldades del mostrenco, las olvidará sin artificio. Se retira despotricando de DQ que se levantó, vistió, comió y partió aquella misma tarde.

"...vistióse don Quijote, comió con los duques, y partióse aquella tarde".
1938-Paris-Secretaire

Este comentario pertenece al grupo de lectura del Quijote que coordina y dirige desde La Acequia el profesor D. Pedro Ojeda Escudero.

7 comentarios:

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Muy bueno, amigo.

Me ha encantado especialmente el hecho de que Cervantes, como bien dices, se despache a gusto con el falso Quijote en el ataque más mordaz de la novela.

Y luego el juicio sumarisimo que Cervantes hace sobre los duques: otros dos tontos, pues tanto ahinco poniane en burlarse de otros dos tontos.

La figura de Sanson Carrasco, clave para comprender esta nueva burla.

Un abrazo.

Paco Cuesta dijo...

Ciertamente el capítulo es clave, da respuesta a anteriores dudas, se ensaña con Avellaneda y su obra anulando la posibilidad de que exista otro YO.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Comparto tu opinión sobre lo necesario de este capítulo para cerrar historias y mostrar evoluciones en los motivos: incluso la forma de echarse a dormir, que es similar a la de las otras ocasiones, no es la misma.

Myriam dijo...

Lo que hubiera dado por ver la cara del Aragonés al leer lo que Cervantes hace de su plagio.... digamos que sólo le falta el toque final para terminar de estrangularlo. SI que Cervantes va cerrando historias, y ¡Cómo!

Merche Pallarés dijo...

¡Genial tu aportación como siempre, querido Pancho! A mi, como sabes, me ha encantado la parte de los diablos dando papirotazos al libro del Avellaneda. Cervan aprovecha cualquier ocasión para denigrarlo y ésta de los diablos es ¡fantástica! Besotes, M.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Empezaré por el final...no creo que le importase en estos momentos con comentar a Garcilaso...bastante, me imagino, que tuvo que hacer maravillas porque el de Avellaneda no le avasallase la fama que el ya tenía...un abrazo

Abejita de la Vega dijo...

Este capítulo tiene escenas geniales, como la de don Quijote escondiéndose bajo las sábanas y las colchas, ante la invasión de la desvergonzada doncella alta Isidora. Y no digamos el partido de pelota con los diablillos en calzones y jubón, con palas de fuego, con libros llenos de borra y viento que hacen de pelotas.

No había reparado en el tiempo de esta segunda estancia en el castillo ducal, un día. Pero ¡menudo día!

Se despacha con Avellaneda y ya de paso carga contra el abuso que los poetas hacían con la poesía de Garcilaso. Derechos de autor...si levantaran ahora la cabeza Cervantes y Garcilaso, ahora que las bandas de los pueblos pagan por tocar "Paquito chocolatero"...

Un abrazo, cuatro quedan, ay.