jueves, 1 de julio de 2010

El amor, ese ceguezuelo.

"Señor, ¿esta batalla no se hace porque yo me case, o no me case, con aquella señora?"
Gerardo Trives

Bien dice Cervantes en el título “nunca vista batalla”, porque el relato trata de un torneo que nunca se celebró debido a la rendición de Tosilos, contendiente de DQ, herido por el rayo del amor inesperado y repentino cuando todos esperábamos un nuevo apaleamiento del hidalgo.

La acción transcurre en una campa a las afueras del castillo, preparada para la ocasión del desafío. El verdadero protagonista del capítulo es el narrador que ocupa gran parte del relato. A pesar de que DQ es uno de los contendientes, sólo tiene dos breves intervenciones: la primera para declararse liberado de su compromiso, una vez resuelto el conflicto con el enamoramiento de Tosilos que conlleva su rendición. Una segunda y última, para achacar a los encantadores el cambio de rostro del pretendiente y aconsejarle casamiento. Este narrador nos cuenta los preparativos del torneo haciendo especial hincapié en evitar el daño a DQ. También remata el capítulo con una conclusión o resumen lamentándose de que: “los más quedaron tristes y melancólicos de ver que no se habían hecho pedazos los tan esperados combatientes”. Asimismo, nos presenta a la dueña Rodríguez como la verdadera vencedora del desenlace del torneo, consiguiendo promesa de casamiento para su hija.

"cuando estuvo mirando a su enemiga, le pareció la más hermosa mujer que había visto en toda su vida"
1989-Mainz-Krahenwinkel

Don Miguel de Unamuno considera que el inesperado desenlace del conflicto, provocado por el súbito enamoramiento de Tosilos, representa la aventura de DQ con un final más feliz precisamente por no intervenir encantadores en la resolución. Expresa su satisfacción de que su “protegida” dueña consiga promesa de casamiento. Le gusta que la dueña vaya de veras en un entorno de burlas: "He aquí cómo entre tantos burladores la simple, la boba, la sincera Doña Rodríguez logró poner a su desdoncellada hija a punto de casarse, gracias a Don Quijote. Pues siempre ocurre que quien con pureza de intención y de veras y no en burlas acude a Don Quijote, sin burlarse de él, consigue su propósito."

La llegada del mayordomo contando el desempeño de S en la ínsula, junto con el miedo del gobernador cesante durante el ataque y el añadido de la caída en la sima, supuso la renovación del ánimo de los duques para seguir con la burla.

"yo me doy por vencido y que quiero casarme luego con aquella señora"
1905-1908Madrid


Se llegó el temeroso día de la batalla. Bien advertido Tosilos de que los duques no querían derramamiento de sangre en el castillo, le quitaron los hierros a las lanzas para que la batalla fuera incruenta. Mucha gente en los tendidos.

Se detiene Cide en describirnos a Tosilos “encambronado” (erguido), sobre un caballo percherón con una arroba de lana en cada pata.

"advertido que en ninguna manera le matase, sino que procurase huir el primer encuentro por escusar el peligro de su muerte"
1847-Paris-Maresq

El planteamiento de la batalla es paródico y equívoco: si gana el lacayo, pierde la dama de sus amores. El conflicto se resuelve no como se había planteado; a través de la violencia del combate sino con la aparición del amor, “niño ceguezuelo” que le hizo ver al contendiente de DQ la mujer más hermosa del mundo. Cuando ya el hidalgo había lanzado a Rocinante al galope contra Tosilos, éste admite haberse enamorado, por lo tanto se da por vencido ganando la dama, para desesperación del duque que esperaba recoger los despojos de DQ. El enfado pronto tornó en carcajada al ver y oír la reacción de las damas al descubrirse que todo había sido un engaño y que el pretendido caballero no era más que el lacayo Tosilos. El duque propone encerrar quince días de comprobación de autenticidad de rostro al disfrazado. La hija y pretendida resuelve el conflicto admitiendo el pretendiente: “que más quiero ser mujer legítima de un lacayo que no amiga y burlada de un caballero.”

Con el sabor agridulce del desenlace del torneo, acompañamos a la comitiva de regreso al castillo a esperar las nuevas aventuras que el devenir tenga a bien depararnos.

"A todo el correr que permitía Rocinante, partió contra su enemigo"
1938-Paris-Secretaire

Este comentario pertenece al grupo de lectura del Quijote que coordina y dirige desde La Acequia el profesor D. Pedro Ojeda Escudero.

8 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

La verdad que esa palabra "encambronado" es preciosa, mucho más descriptiva que "erguido" porque reune, o a mi me sugiere: encamado, encabronado y erguido. Tres en una. Feliz capítulo éste donde todo acaba bien y ¡además! se ha logrado cabrear al duque. Besotes quijotescos, M.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Desde luego..que si...ya pensaba yo que el Tosilos ese revolcaría por los suelos a DQ....pero es qe le amor es ciego y tonto...y el muchacho no quiere perder la opción de casarse con una muchachita supuestamente mancillada....y una vez más Cervantes vuelve a ridiculizar al duque, dejándole sin disfrute.un abrazo

Asun dijo...

Al final en este capítulo todos salen ganando menos los duques: la dueña casa a la hija, la hija encuentra un marido que aunque no es caballero no la burla, Tosilo no se bate en duelo y encuentra el amor (bueno, el AMOR le encuentra a él), y DQ sale ileso de lo que se esperaba iba a ser una paliza anunciada. Un capítulo tranquilito y con final feliz.

Besos

PD: La imagen última de DQ saliendose literalmente de la armadura es genial

Myriam dijo...

Estupenda la última ilustración.

Todos salieron ganando menos los duques... hehehe a los que les salió "el tiro por la culata".


Buen cierre...y por fin salimos de esa casa.
Besos

Antonio Aguilera dijo...

Ese “rayo de amor inesperado” y repentino, que fue el asaetamiento del corazón del Tosilos por parte de Cupido. Corazón maltratado y herido que ahora la niña de la Rodri debe de realizarle masajes cardiacos. Lo del “rayo” me recordó al “Rayo que no cesa” de Miguel Hernández. Rayos producidos por tormentas amorosas.

A los que no les salió la jugarreta fue a los duques, sedientos por humillar a don Quijote.
Y, a la turba que presenciaba el torneo le salió el tiro por la culata; deseosos de presenciar una orgía de sangre y despiece (cual matadero) de carne. Todo un Coliseo Romano poblado de carroñeros a los que se le quedó un palmo de narices.

Ni la canícula te hace rebajar la intensidad de los comentarios. Enhorabuena.

Un abrazo

Abejita de la Vega dijo...

"La nunca vista batalla" da en historia de amor, con Cupido asaetador y todo. El público carroñero espera sangre en el cadahalso y se siente decepcionado cuando todo termina en la declaración valiente del pobre Lacayo que será encerrado en el calabozo, durante quince días, a esperar alguna extraña metamorfosis. Algo más recibirá el pobre, que el duque está que trina y esto no queda así.
Un abrazo y felices vacaciones.

Las palabras de Unamuno dan un broche de oro a tu excelente entrada.

pancho dijo...

Hola a todos y bienvenidos. Gracias por vuestras visitas y comentarios. No tengo tiempo ni de arrascarme, que diría el otro. Tengo la casa patas arriba por obras y lo primero que desapareció fue Internet. Ahora me echan del Ciber donde he venido a programar el capítulo del Quijote. El partido de semis contra los germanos parece ser lo único importante del día de hoy y de muchos días. Esperemos que tanta expectación no resulte en decepción.
Un abrazo a todos.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Pues a mí me parece que Unamuno se olvidó de que el amor es el más fiero encantador de todos...