Al rayar el día, la misma que había atado la muñeca de DQ con un rabero le desató, al oír sus gritos de dolor cuando intentaba, sin éxito, descansar su ser en el suelo. Sin dilación se montó en un Rocinante que; aunque lo había tirado de sus lomos, allí estaba esperando fiel y pacientemente a que su jinete se liberara. Tomó sus herramientas de matar y, desde lo alto, retó a todos los que, riéndose, habían dudado de su capacidad de Caballero. Concluye la historia con un DQ que: “moría y rabiaba de despecho y saña”, con la autoestima por los suelos al ser obviado por los presentes, tomándole por loco. Se justifica a sí mismo su estatismo, sugiriéndose la imposibilidad de emprender una nueva acción hasta que no haya repuesto en su trono a la reina Micomicona. No le queda más remedio que dedicarse a la solitaria tarea de guardar el castillo.
Los cuatro jinetes recién llegados enseguida deducen que el joven D Luis debe de estar en la venta, al descubrir el carruaje que había venido siguiendo desde
Ya tenemos el dilema planteado. No es la primera vez que lo hace C en la obra. Aquí se trata de dos vidas. La del hijo que la pierde si lo llevan y la del padre que la pierde si no le presentan al hijo. DQ, que escucha los razonamientos, deja la guardia para ver cómo, cual rey Salomón, interviene el Oidor con “Sepamos que ocurre de raíz” que muy imparcial no puede ser en el asunto al ser su hija parte sustancial de la resolución del mismo.
De repente, -aumentando el ritmo narrativo de una manera que no habíamos visto hasta ahora – dos huéspedes se enfrascan en una pelea con el ventero al pillarlos in fraganti cuando querían marcharse sin pagar. Tan interesante estaba el tema de D Luis que nadie repara en ir a separarlos, ni siquiera DQ que se escaquea como puede, cargado de razón después del ninguneo que acaba de sufrir por parte del ventero. En un nuevo fundido narrativo que añade más acción, nos devuelve a D Luis que le confiesa al Oidor que ha dejado su propia casa por su hija Clara para seguirla “como la saeta al blanco, o como el marinero al norte”. Un interesado Oidor consigue convencer a los criados de que le es menester un día para deliberar sobre el tema.
Gracias a la intervención de DQ – esta vez dejando el lanzón aparcado - los parásitos se avienen a pagar los gastos. Con los criados esperando la resolución del Oidor, sin solución de continuidad, entra en escena el barbero al que habían desprovisto de su albarda nueva y de su bacía. Requiere sus aparejos en cuanto los reconoce, a lo cual se opone S que le lanza un puñetazo en las muelas que le hace sangrar. Tanto le gusta a DQ cómo S se bate el cobre con el barbero que se propone en su corazón armarle caballero, en cuanto la ocasión sea propicia. Como el barbero seguía insistiendo en la pertenencia de la albarda, DQ zanja la quimera atribuyendo al encantamiento del lugar, la conversión en albarda de los aparejos de la caballería del barbero.
Juega fuerte DQ al mandar traer la bacia a su presencia para demostrar que se trata del yelmo de Mandrino. Sancho, que no era la primera vez que veía el lanzón en sus costillas por contradecir a su amo, en un momento de lucidez nos deja para la posteridad una de las palabras con más connotaciones de la novela. Para él se trata de un baciyelmo, pues, aunque dando la razón a su amo se pueda quedar con la albarda nueva, no puede consentir en llamar yelmo a algo que el sabe que es bacia. Prueba de la controversia la tenemos en Google. Si escribimos baciyelmo salen 2.890 resultados en 0,06 “
Aquí nos deja el autor, de nuevo, con dos historias sin terminar para la próxima semana. Al menos esta vez, concluyó la de DQ colgado.
Este comentario ya ha sido publicado en La Acequia, dentro del grupo de lectura del Quijote.
11 comentarios:
Excelente comentario, como siempre. Me ha gustado cómo has visto el dilema planteado en la historia de don Luis.
Doy cuenta de tu incorporación bloguera en las noticias de este sábado.
Un abrazo.
Lo leí en La Acequia y genial, como siempre, querido Pancho. Besotes, M.
¡Por fin te has creado un blog!. Era un desperdicio que tus comentarios no tuvieran un marco donde poder acercarnos los demás. (Y que conste que he venido bordeando la Acequia)
Como voy con retraso en el Quijote no leeré lo que has escrito para que no influya en mi lectura jeje.
Bienvenido Sr. Labordeta :P
Hombre, esto se avisa, menos mal que Maese Pedro esta como hormiguita de hormiguero en hormiguero...si no ni me entero...era hora que tus comentarios tuvieran imagen, aunque sea en un blog...saludos y bienvenido a estas cosas de los los blogs....
Enhorabuena por tu blog, muy buenos lo comentarios del Quijote en la Acequia.
Saludos
Como dice Manolo Tucci, ¡Esto se avisa! querido Pancho.
Lo que te voy a desvelar hoy es que semanalmente imprimo en folio el comentario al cap. de DQ que hace el profe Pedro,y, adjunto tu comentario que hacías en La Acequia, junto con el de algun paseante más.
Sentía no poder dirigirme directamente a tí, los demás tienen blog propio.
Bueno, no sé si leiste mi impresión a tu coment al poema de Pedro: "...bajando la ladera", en la que tú decías que sería muy sugerente sustituir la L por C.
¡ Y descender a los bajos fondos femen...! jajaja.
Como sabes, estoy rtetrasado en dos cap. del Quijote, pero leo vuestras impresiones:
"S que le lanza un puñetazo en las muelas que le hace sangrar", me he fijado en esta frase.
Vemos como cada cual utiliza el lenguaje que mejor domina, en este caso Sancho los mamporros. Aunque DQ. también le "endiñó" algún golpe al pobre Sancho.
La semana que viene voy a optar por comentar el mismo cap. que vosotros, aunque con el tiempo recupere los dos retrasados.
De esa forma se aprecian mejor los detalles de todos los paseantes de La acequia aquejados de quijotifilia.
Ofrecí Espolones gratuitos, si quieres alguno, aquí estamos.
Si prefieres en privado: anto.aguilera1961@gmail.com
Ninguna novedad más bajo el sol (aunque ya se hizo de noche)
Un abrazo
Pedro: Con nuestro punto de vista y los”alcances” que tenemos hacemos lo que podemos. Gracias por la publicidad gratuita en tu Acequia de este portalín tan humilde.
Merche: Gracias por tu visita y muchas más por la lectura de un comentario tan largo. Tiene su mérito. Prometo no enrollarme tanto la próxima vez. Ahora que lo veo tan largo, que parece interminable, pienso en lo que tienen que pensar los lectores…
Bipolar: Haces bien en no leer una cosa tan plúmbea, que diría Aguilera. Soy de los que leo todas tus entradas pero no dejo huella. Me río un montón. Te tengo en favoritos desde el principio. Por mí, encantado con la similitud con el parlamentario de la mochila: “A la mierda Coño, a ver si no puede uno hablar aquí. ¡A la mierda, joder!”
Tucci: Los comentarios en La Acequia están en buen sitio. Encantado de tu visita, bloguero antiguo.
Kety: Gracias por tu visita. Iré a visitar tu casa, que viene recomendada por El Sr de La Acequia.
Aguilera: Pues bueno, siguiendo tus recomendaciones hemos dejado de ser etéreos, nos hemos hecho corpóreos o más bien blogóreos. Me lo paso en grande leyendo y viendo vuestra personal visión lateral del Q. te escribo por lo del espolón. Creo que ya lo leí en la red. De todas formas donde esté el papel ...
Bueno gracias, again, por acercaros al retablillo. Ya parezco Pedro con los ciento y pico comentarios seguidos.
No eres plumbeo para nada, tus comentarios en "la Acequia" son muy acertados y esperados.
Deseo que esta aventuras te traiga satisfacciones, este mundillo puede ser genial.
Saludos
Me cuelo en tu blog nuevecito. me gusta el blog y también el título.
Sigamos con nuestro yelmo de Mambrino, al que nos diga que es una bacía, ni caso.
Un abrazo, veo que a ti también te gustan los geranios. Tienes más sitio que yo, los coloco entre ventana y contraventana.
DianNa: Un gran honor que la autora de “Paseando por Terra” uno de los blogs grandes se pase por aquí. Encantado de tu visita.
Abejita: Muy bueno y completo tu comentario del capítulo. No es mal sitio las ventanas para dejar los geranios en invierno, con estas temperaturas tan extremas que tenemos. Yo los meto en una terraza cerrada con cristales, pero lo pasan mal en invierno.
PANCHITO de mi vida y de mi corazón, tus comentarios del Quijo NO son nunca largos ni pesados, al contrario son muy amenos. Me los leo con fruición porque aprendo y eso, que quieres que te diga, me gusta. Muchos besotes, M.
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