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miércoles, 21 de noviembre de 2012

El huerto de Calisto y Melibea





Así explica el argumento el autor de La Celestina, Fernando de Rojas, al comienzo de la obra : “Entrando Calisto en una huerta en pos de un halcón suyo, halló allí a Melibea, de cuyo amor preso conmenzole a hablar; de lo cual rigurosamente despedido, fue para su casa muy angustiado”. 






I. DONDE LA CELESTINA SE PRESENTA, A ELLA Y SUS ARTES, Y ALECCIONA A LAS MUJERES PRESENTES, PONIENDO EL OJO ESPECIALMENTE EN LAS MÁS MOZAS, A LAS QUE CON CONOCIMIENTO DE CAUSA ACONSEJA NO ATARSE A UN SOLO HOMBRE 

CELESTINA, acompañada de una de sus protegidas que por edad podría ser virgen, pero que evidentemente es puta, y a la que lleva atada de una cadena de perro. 

CELESTINA- En esta ciudad de Salamanca, pocas vírgenes a mí se me escapan. Naciendo una muchacha, la hago escribir en mi registro, y esto para que yo sepa cuántas se me salen de la red. Pues ¿qué pensabais? ¿Que me mantiene el viento? ¿Heredé otra herencia? ¿Tengo casa o viña? ¿Se me conoce más hacienda? A mí con mi pobreza jamás me faltó una blanca para pan y un cuarto para vino. De este oficio como y bebo, visto y calzo, como cada cual del suyo, muy limpiamente. En esta ciudad nacida, en ella criada, ¿conocida, pues, no voy a ser? Quien no supiera mi nombre, tenedle por extranjero. Puta vieja soy nombrada y por tal título conocida, y a mucha honra. 

Nunca un solo hombre me agradó; nunca en uno puse toda mi afición. Más pueden dos, y más cuatro, y más dan y más tienen, y más hay en donde escoger. Quien no tiene sino un ojo, mira a cuanto peligro anda. Un alma sola ni canta ni llora. Un solo acto no hace hábito. Una golondrina no hace verano. Quien sólo una ropa tiene pronto le envejece. ¿Qué queréis, hijas, deste número de uno? Más inconvenientes os diré del, que años tengo a cuestas. Tened al menos dos, que es compañía loable. Como tenéis dos orejas, dos pies y dos manos, dos sábanas en la cama, como dos camisas para remudar, tened así al menos dos hombres. Y más aún, pues mejor os irá, que mientras más moros, más ganancia. 

Donde hay escalas hay tropiezos
ANTONIO ÁLAMO 



Foto de Felipe Torres. Filmoteca Regional de CYL. Años 50. 




A pesar de que Fernando de Rojas no localiza el argumento de La Celestina en ninguna ciudad en concreto, la tradición salmantina sitúa el momento más dramático de la tragicomedia en el huerto de la casa de Melibea, un pequeño espacio ajardinado situado al final de la calle de El Arcediano, camino natural para llegar al recoleto, recogido y a la vez bullicioso lugar buscado por los visitantes que llegan a la ciudad tormesina. En esta misma calle Celestina les dice a Calisto y Sempronio en el acto XI: “¿Qué nombráis a Celestina? ¿Qué decís de esta esclava de Calisto? Toda la calle del Arcediano vengo a más andar tras vosotros por alcanzaros, y jamás he podido con mis luengas faldas”. 








La calle del Arcediano en la actualidad está muy concurrida de visitantes convocados por el histórico, por literario Huerto de Calixto y Melibea.











Este espacio ajardinado en el corazón del barrio antiguo de Salamanca era originalmente una huerta de propiedad privada. A principios de los años ochenta pasó a manos del Ayuntamiento que lo abrió como lugar de público  esparcimiento en 1981.











"A Salamanca le falta sensualidad. ¿Por qué hay tan pocas flores aquí?"  Se preguntaba Albert Boadella en 2001. Incluso este oasis en medio de las piedras doradas por el sol  no destaca por  los colores alegres de las flores, sino por la variedad de su arbolado. No conviene  olvidarse de que se trataba de una huerta familiar en la que se han conservado muchas especies - a menudo frutales- típicas de los huertos. 







La morera centenaria




El tronco de la parra adornado por las formas clásicas de la hoja de acanto que prolifera a sus anchas en la huerta.



La moda italiana de candar  el amor eterno forma una espesa cadena de peso con riesgo  de empozamiento.
































 “Conténtate en venir mañana a esta hora por las paredes de mi huerto”. Es el consejo de Melibea a Calisto. Estas paredes representan el lugar exacto por el que se desploman los amantes y desde el que Melibea pronuncia su discurso tan dramático después de la muerte de Calisto. 








A vista de pájaro,  cuando las casas adosadas a la muralla aún tapaban la visión del tramo de muralla.