lunes, 22 de mayo de 2017

La saga/fuga de J.B. (31) Scherzo y fuga. Gonzalo Torrente Ballester. No llamó.




"Resulta que cada uno era al mismo tiempo generante y generado, lo cual repugna la razón"


La saga/fuga de J.B. (31) 
Scherzo y fuga 
Capítulo 3 
Gonzalo Torrente Ballester 

Don Jacobo Ballantyne se mueve con soltura por el alcázar del navío. Le acompañan dos oficiales de derrota, don Jorge Juan y don Antonio Ulloa, “matemáticos profundos y bastante teólogos” que ven más allá de sus narices. La doble identidad de clérigos y tenientes de navío bien asimilada y evidente. Sin misterio ni novedad que valgan: La cruz y la espada. Ni siquiera pueden conjeturar cuál sería la reacción si al acercarse Julia a la habitación, no encontrara a Joseíño entre las sábanas. Tampoco Julia podría imaginarse que José Bastida se hubiera ido de viaje al interior de los JB sin proponérselo. El deseo más ferviente de Bastida es dejarse de una vez por todas de misterios insondables de JB, personalidades asuntas y desdoblamientos. Ordenarse por dentro, escriturarse, calibrar las cosas. Tiene que estar despierto para responder cuando Julia se acerque a la puerta de la habitación con su campana de gloria y pregunte: “¿Está ahí, don Joseíño? Ya puede dejar de desenfundarse, no puede defraudarla, no puede incumplir la promesa que le hizo de estar esa noche con ella. No le sirve la solución del vehículo viable: mandarle un mensaje en una botella donde le señale la localización en longitud y latitud porque aunque quede resuelto el conflicto del espacio terrenal, aún queda fuera la situación sentimental. 

La perplejidad va in crescendo en la mente de los oficiales de derrota que recurren a la teología cuando algo no es matemáticamente inteligible. Siempre hay un margen que se escapa, que pertenece al ámbito del misterio y del disparate. Uno de ellos propone la consulta del plano de las combinaciones binarias. Un conjunto de cuarenta y nueve círculos ordenados geométricamente en filas de a siete. Todo encerrado en un cuadrilátero orlado, primorosamente dibujado en tinta china: 



La intersección mitra-casaca corresponde a la primera fila tercera columna que mediante un sistema de claves permite la interpretación de los círculos. Por la Vía Real u otro camino más retorcido se llega a José Bastida, personaje matriz. De los personajes matrices sabemos bastantes cosas, de los híbridos como John Balseiro o Jacobo Ballantyne apenas sabemos nada, y vistos los cruces que le corresponden como obispo-nigromante o desgraciado-poeta, los personajes resultantes encierran personalidades atractivas. No se conocen aristas en la asociación entre poeta y nigromante, una combinación feliz. 

Pueden existir variantes de personalidad interior porque no es lo mismo ser almirante-brujo que brujo-almirante, debido a la disposición de los elementos que la componen, cuestión de simple geometría existencial y teología. No es lo mismo Jerónimo Ballantyne que John Bermúdez. Lo cual llevado a la realidad significaría que en lugar de tener delante a oficiales de derrota tonsurados, tendríamos a dos curas con espada. La actuación a veces al unísono y a veces divergente o dispar de los oficiales de derrota siembra inquietud en la metamorfosis de don José Bastida. Le inquieta la simetría cabal, el movimiento robotizado de los autómatas con cuerda para rato. 




"Lo que me intranquilizaba en aquel momento no era la simetría cabal de mis oficiales, sino precisamente el que no fuesen enteramente simétricos"

Cabila delante del plano de cuatro dimensiones; cubo de cristal con aristas de plata y platino iridiado en su interior, siete planos de cuarenta y nueve bolitas de marfil: 7 x 7 x 7, unidas entre sí por hilitos dorados. Se puede formar la idea de las multiplicaciones posibles; el resultado se le escapa de las manos. Resulta imposible reducirlo a una fórmula, nada digamos del esplendor de la aritmética, las combinaciones posibles de n dimensiones. 

Después, poco después, está la cuestión no resuelta de la transición: cómo se viaja de una dimensión a otra, cómo es el éxodo del plano al cubo. Una ablación del espacio se hace necesaria. Una vez dentro de la esfera basta con una metonimia de contigüidad. Tomar la parte por el todo, teniendo claro el punto de inflexión: terrenos pantanosos. Se decide por la combinación binaria después de sopesar lo azaroso que resultan los emparejamientos múltiples que rompen la armonía de las matemáticas porque no todo está en los números. 

Una grita de órdenes, silbatos, pasos rápidos, detienen en seco las elucubraciones. Tienen a la vista la bicha, tres naves con las velas desplegadas, las banderas del Arzobispo de Villasanta y los gallardetes del Canónigo bien visibles y desafiantes avanzan hacia ellos. Las andanadas retiemblan el barco. José Bastida reflexiona que si se queda a dar el callo en la batalla, no llegará a tiempo para la cita con Julia y ya se sabe lo de las tetas y las carretas. Así que empujado por la inhibición, toma las de Villadiego, se ahíla otra vez y para la tercera andanada su cuerpo ya está camino de Jerónimo Balseyro, obispo-nigromante, en teoría menos comprometido para la integridad física. El shock de la transformación le deja medio mareado, a pesar de ser menos trabajoso y también bastante menos traumático que el trasvase de un JB a otro a través de los tubos estrechos y largos del tiempo con los que se relaciona y que le dejan como un arenque pelado. Porque el tubo no es liso, sino revestido por dentro de estrías y arrugas por las que tiene que pasar adaptando el cuerpo como un gusano y dejar túrdigas y pelos en la gatera. 




"Las aristas o las arrugas le van arrancando túrdigas hasta dejarlo como un arenque pelado"

Jerónimo Balseyro recibe la visita del Mariscal Bendaña y don Asclepiadeo por la tarde. Desde las almenas oye las aviesas intenciones de la soldadesca que vivaquea al otro lado del Baralla. Antes de quemar las brujas, ejercerán el derecho de violación de guerra que iguala al hombre con las bestias, derecho de saqueo y toma de posesión de las mujeres de la ciudad derrotada. Pero ahí está él, don Jerónimo Balseyro, para impedirlo. Morirá antes de permitir que las nueve diaconisas sufran daño alguno, sobre todo porque ya están preñadas, todas de distintos maridos. A Michel, el arquitecto francés, lo tranquiliza, no le pasará nada, la guerra no va con él. Que se acoja a sagrado en la Colegiata y siga trabajando en las esculturas y en los relieves como si nada. Él se encarga de poner a salvo a su mujer con todas las demás. Un barco las llevará esa misma noche Más Allá de las Islas hasta que las cosas se sosieguen porque todo alboroto termina, hasta que se arme otra nueva algarabía. 

Al despedirse de su mujer la ordena presbítera para que diga misa y pueda perdonar los pecados de las compañeras. Él se inhibe en el adiós por miedo a que la separación lo lleve donde no quiere ir, “quizás a una de las salidas que terminan en la nada.” 

Entre viaje y viaje de metamorfosis tiene algún momento de lucidez en la lucha contra la dictadura de los párpados: le viene la imagen de Julia desesperada llamando a la puerta del viajante catalán (los viajantes catalanes que ya quieren viajar solos) o tirándose por el hueco de la escalera. Hasta que siente el cuerpo dolorido por el giro contrario al retorcimiento para desenroscarse del bucle melancólico. Giro de derviche. La operación presenta una novedad: del ahilamiento sale una sombra alargada que va adquiriendo de manera progresiva la chatura natural de toda sombra, independiente del ente que la genera. Sólo al juntarse los pies con la sombra cae en la cuenta de que su nueva identidad es el Canónigo Balseyro y que el tubo solo tontea con el tiempo, el espacio es el mismo: no se ha movido de Castroforte del Baralla. Unidad de espacio con variante temporal.


There's no need for argument 
There's no argument at all 
And if you never hear from him 
That just means he didn't call or viceversa 
That depends on wherever you're at 
Or and if you never hear from me 
That just means I would rather not 
 Oh oh Domino 
Roll me over Romeo 
There you go 
Lord have mercy 
I said oh oh Domino 
Roll me over Romeo
Van Morrison




Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


Las imágenes que acompañan esta entrada son de la exposición de Miguel Barceló para conmemorar el ochocientos aniversario de la Universidad de Salamanca. 


2 comentarios:

Paco Cuesta dijo...

Volver a vivir el realismo mágico de don Gonzalo, de tu mano, es, tenlo por cierto, un lujo impagable.
Gracias, un abrazo

Pedro Ojeda Escudero dijo...

¡Bien visto este juego de Torrente en el que un pesonaje es porque es una cosa y la contraria! Cómo se lo debió pasar al escribirlo y dejarnos claves de humor paródico: parodia de las novelas del realismo mágico, del costumbrismo casposo y de una sociedad hipócrita. Una delicia.