martes, 25 de octubre de 2016

La saga/fuga de J.B. (25) Gonzalo Torrente Ballester. Algo estúpido.





"Detrás saldría la temerosa cadena excogitativa como sale el cuerpo estirado de una tenia."


La saga/fuga de J.B. (25) 
Gonzalo Torrente Ballester 

La historia de don Asclepiadeo olvidadizo e infiel, san Brandao mediador y la sirena entristecida por el abandono, pone a trabajar la mente de don Acisclo. La mezcla de leyendas escandinavas y portuguesas revoluciona los  terminales nerviosos del cerebro del clérigo a un violín pegado. Hoy estaría desfasado si la adherencia no fuera un móvil de la séptima generación.  

Uno no sabe cómo definir las páginas que hoy abrimos en canal, sé que son fascinantes, pero puede que algo estúpidas también. El caso es que el genio del escritor gallego y un poco salmantino penetra a empujones en la mente revuelta de don Acisclo para ordenar los pensamientos que revolotean atolondrados, los clasifica y los escribe en el código común. Busca la colaboración del lector más que su comprensión que sabe casi imposible de lograr. Busca la complicidad del lector con el desaguisado que allí se perpetra. La misión es implantar el diálogo y el arma de combate es el catecismo en la mano que ayuda a deshacer el revoltijo de ideas de este monólogo de confusión. Opta por la presentación de pregunta – respuesta como hacían los catecismos primeros y que han vuelto a poner de moda las presentaciones de power point, esquemas universales  que valen para todo: 
 - ¿Qué es fe? 
- Creer lo que no vemos (y todo así) 

 “¡¡Es el destino!!":  Una proposición sin sujeto visible cuya contemplación le parece a don Acisclo fascinante y estúpida a la vez. Empieza a desenredar la madeja que le lleva a “conclusiones: Razones, pasiones, melones.” Que ponen a prueba la supremacía de la razón a través de la mente, propensa a la cuadrícula, del clérigo pegado como una lapa a un violín del S.XVIII fabricado a mano por Guarnieri





"El azar por su naturaleza, excluye la sistematización, la simetría."


El sistema de hechos que tiene ante sí cojea, está afectado de una cierta condición legendaria que no puede convencer a don Acisclo, escéptico por naturaleza, aunque seduzca al resto de la humanidad. Lo que le ronda por la mente son pasiones a montones, verdades como melones. A ver si ahora resulta que él no tuvo que salir por piernas de Puebla, donde ejercía de canónigo, cuando la revolución de Calles, protegido por una mujer que le amaba y a la que después abandona con la promesa de volver. Ahí están el loro, el guarnieri y las nueve esmeraldas a buen recaudo en un banco de Londres, que piensa devolver en cuanto haya un gobierno en Méjico: católico, apostólico y más difícil que sea romano porque no rima. 

Choca en el asunto de las “sirenas. Penas, patenas, melenas.” Lo suyo fue cierto y vete tú a saber en qué parará lo de las sirenas, criaturas mixtas. Habrá que esperar las conclusiones de la investigación de Bendaña en las baladas nórdicas. Pero dejémoslo en que las sirenas puedan existir en hipótesis. Y una vez admitida la existencia de las sirenas, no repugnará a la razón la veracidad y admisión de los demás casos. No acaba de ver las “consecuencias. Esencias, paciencias, conciencias.” Porque si las historias de los cuatro canónigos son admisibles ¿Por qué lo van a ser las de los cuatro JB? Desde ahora mismo rectifica en sus convicciones, obligado por su honestidad mental. Y si los cuatro canónigos predecesores participaron en las historias de los JB, desde ahora mismo intervendrá en los presentes que bien pueden ser don Jacinto Barallobre, Jesualdo Bendaña o José Bastida. El tiempo dirá quién es el verdadero de los tres. Desdecirse es su destino. Los JB dejarán de ser paparruchas desde este momento. Comienzan a ver la luz algunos acontecimientos ininteligibles hasta ahora como la salvación de Barallobre o su propia expulsión de Villasanta. Son el planteamiento y nudo de una comedia bien pensada cuyo desenlace es ya inminente, cuando lleguemos al fondo secreto de la novela, claro. 

Ahora la discusión se encamina a otras “metas. Tetas, cuartetas, puñetas.” Aunque mueran Sansón y todos los que con él son. Si a “¡es el destino!,” le quitamos las admiraciones nos queda una proposición copulativa con sujeto explícito que claramente es la situación. Y el que piensa es el sujeto del sujeto porque sin esa referencia nada ocurriría. Ni lo estarían pensando siquiera. No pasaría de ser un mero azar si no se repitiera porque: “Si el mismo azar se repite cuatro veces, deja de ser azar y se convierte en Destino.” 







"Si estos dedos no temblasen encima de las cuerdas."


Si seguimos con la transformación y tomamos ahora EL DESTINO ES parece que nos está pidiendo a gritos un predicado, algo que complete el significado; como por ejemplo: “El destino es cruel.” Pero quiá, no, no, no en este caso. EL DESTINO ES, aquí el predicado está en el verbo: “El predicado afirma la existencia del sujeto: “El destino existe.” Así caen por su base ciertas nociones antiguas, por ejemplo la de “Dios. ¡Amós, koljós, lanzós.” Con lo cual “Dios existe como garantía de mi libertad; el Destino la niega. Dios y el Destino son incompatibles.” 

Puestas así las cosas, no podrá casarse con Guadalupe. Su muerte en la cárcel es irresponsable. Él ha perdido la libertad. Su vida es destino. Lo que no sabe es si los antepasados tuvieron “conciencia de su condición de destinados. Amados, cuitados, colgados.” No hará nada. Atado al sofá y al destino se vive mejor. Sólo la falta de la música le haría despeñarse por el abismo de la desesperación abajo. Qué vacío tan grande si los oídos se cerraran al sonido y los dedos dejaran de temblar al contacto con unas cuerdas de violín. No hará nada, salvo no dar la absolución a la señora de Benítez de Araujo. Los dos son una pareja de estúpidos, como lo son todos los que viven pendientes de la eyaculación y del orgasmo. La humanidad entera lo es.


Then afterwards 
We drop into 
A quiet little place 
And have a drink or two 

And then I go 
And spoil it all 
By saying something stupid 
Like I love you 

I can see it in your eyes 
That you despise 
The same old lines 
You heard the night before
Frank Sinatra



El presente  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


2 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Es lo que pasa cuando uno mete dentro de una cabeza obsesionada que acaba construyendo en espiral un argumento. Una ironía excelente del autor sobre las técnicas narrativas de vanguardia, claro.
Cómo estoy disfrutando con esta relectura...

Abejita de la Vega dijo...

Don Gonzalo se ríe de la literatura y las literaturas. Y de él mismo.Y de los lectores.
Un abrazo, Pancho.