lunes, 20 de junio de 2016

La saga/fuga de J.B. (21) Gonzalo Torrente Ballester. Soportar el dolor.








"Tras las almenas de su torre había siempre arcabuceros alerta que llevaban siempre en el pecho la espada verde de Villasanta de la Estrella."


La saga/fuga de J.B. (21) 
Gonzalo Torrente Ballester 

La entrevista que el director del periódico local, don Parapouco Belalúa, le hace a Jesualdo Bendaña complica las cosas en Castroforte. En realidad la entrevista ocupa sólo la contraportada de la Voz, pero es sólo un extracto porque el autor la dilata con maestría a catorce páginas de la novela. Como veremos, las consecuencias serán importantes, ponen en solfa los cimientos sagrados, las raíces fundacionales de la comunidad autónoma de Castroforte del Baralla. 

Don Gonzalo recurre a la entrevista, género periodístico de gran fuerza, que él introduce con ventaja en el relato de manera natural, nada forzada. Escuece como una pasada sin querer por una mata de ortigas rabiosas. 

Don Jesualdo es un profesor respetado en Castroforte, no en vano trabaja en los Estados Unidos, Universidad de Cornell, estado de Nueva York. Todo el mundo se siente orgulloso de su paisano científico. Habrá un antes y un después de las manifestaciones al diario local. Crearán una fuerte controversia porque el eco dinamita desde dentro las creencias bien arraigadas de la gente, aquello por lo que es capaz de matar o morir a poco que se le azuce. 

La introducción a la entrevista es Modernismo, belleza literaria decadente en estado puro, directamente tomada de las Sonatas de Valle Inclán, “don Ramón de las barbas de chivo” y la descripción del jardín abancalado del pazo de Bendaña, puesto de vigilancia que se extiende hasta el cauce del Baralla, frontera de los odios. “Veredas melancólicas bordeadas de nobles piedras; escalinatas de amplias proporciones y traza complicada […] glorietas, cenadores, estatuillas, un arco roto, una mesa de piedra.” Antes de que termine el año habrá gastado un dineral para verlo un poco rejuvenecido, después no podrá disfrutarlo porque tiene que reincorporarse al puesto que dejó allí en los Estados Unidos. 





"Los mitos hacían felices a los hombres, ya que destruían la angustia."

Pero Bendaña ha venido aquí a hablar de su libro: “Los mitos de Castroforte del Baralla.” En él piensa aplicar “los métodos de desmitificación característicos de la ciencia moderna.” Los argumentos más tumbativos y definitivos para acabar de una vez por todas con las creencias del pueblo llano. “Hay que cerrar con siete llaves el sepulcro del Cid,” como sostenía Joaquín Costa esclarecido. Como España está atrasada, la ciencia moderna llega con retraso y es mal entendida en un país que todavía cultiva los mitos, mientras en el extranjero se han desembarazado de ellos. La sagrada misión de un científico es descubrir la verdad a pesar de la oposición o el escándalo porque los hombres prefieren “las Mentiras Amables a las Verdades Ásperas.” Para entonces el científico Bendaña ya se ha encaramado al pedestal y apunta con el dedo. Habla ex cátedra. Imparte doctrina a los parroquianos ignorantes, eslabón fallido del proceso evolutivo. Auditorio ideal. 

Su hilo argumental es impecable. Estamos en la era “De la Desmitificación.” En todos los ámbitos a los nuevos descubrimientos suceden periodos en los que las viejas creencias se tambalean y caen con gran dolor de las sociedades, en esas creencias estaban enterradas las raíces de su espíritu, sus mitos. “Sin sus viejos mitos, los hombres se sienten solos, se sienten angustiados y desesperados.” 

Lo más doloroso para la gente es que quien arremete contra el recinto sagrado de sus creencias sea una autoridad, un sabio. Las almas comunes que se han formado en la contemplación de los mitos ya no tendrán que preocuparse ni sentir que el suelo se les escapa bajo sus pies. La verdad científica los hará también felices. Las nuevas generaciones ahorrarán en estatuas. No tendrán necesidad de mitos, en su lugar hallarán verdades fundamentales, menos bellas quizás, pero más firmes. Los tiempos venideros descansarán en resplandecientes e incontestables afirmaciones. 

La entrevista continúa por el sendero tortuoso de la ciencia. El científico se emplea a fondo para desmitificar al vate Barrantes, héroe y poeta a la vez. Héroe porque se puso al frente de la efímera rebelión cantonal. La algarada duró hasta el anuncio de que las tropas del gobierno que venían a sofocar el tumulto estaban cerca. Abdicación incruenta, allí no se disparó ni un tiro. Bendaña señala que dedicará un capítulo completo del libro a demostrar que Barrantes era un pésimo poeta, que no escribió ni un verso interesante. No lo ha leído casi nadie porque es ilegible. Lo dice él que lo ha leído entero. También lo decía el difunto Barallobre cuando eran adolescentes y ya comprendían el valor nulo de su poesía. 

Nadie puede negar la existencia de Coralina Soto, ahí está el retrato colgado de Manet y muchos otros para corroborarlo. Incluso las memorias que a alguien le dictó porque Coralina era analfabeta. También proclama el entrevistado que nunca estuvo en Castroforte, ella misma lo señala en sus memorias. Dice que nació en Cádiz, hija de una gitana y de un marinero griego. Su madre fue una famosa bailaora flamenca. Su conocimiento llegó a Castroforte a través de las revistas llegadas de París y que iban a parar a la Casa del Barco. 

A partir de 1865, fecha clave para el pueblo, comienza la actividad mitificadora del grupo, se forma la Tabla Redonda. El antiguo semanario se transforma en diario y se publican “una serie de noticias falsas perfectamente graduada y dosificada, hasta tal punto que el pueblo acabó por preguntarse por qué, si España era ya, y sería para siempre, un pueblo de cantones federados, por qué Castroforte no era independiente todavía.” Inventan una reina Ginebra en la persona de Coralina Soto, como podría haber sido Lola Montes o cualquier otra cupletista famosa. La hacen llegar a Castroforte, la instalan en el Suizo y el vate le dedica sonetos encendidos. Ya está la leyenda montada. El rey Artús, su mujer Ginebra amante de Lanzarote, es decir Barrantes, todo invención. El mismo proceso de invención con el Obispo, el Almirante y el Canónigo. Las implacables afirmaciones de Bendaña caen como una losa, desmoronamiento de la casa común, el mundo conocido convertido en humo. Un inesperado brexit, un castrexit.  






"Es frecuente y explicable que los hombres que forman esas sociedades se aferren con desesperación a los mitos destruidos"

No queda por volatilizar más que el Santo Cuerpo Iluminado de Santa Lilaila de Éfeso y se acabó de milagrear para siempre. En 1864 unos catedráticos de la Universidad de Villasanta ya calculan que el Cuerpo Santo no tiene más de doscientos o trescientos años de antigüedad. El icono que se venera no pasa de ser “una falsificación que no remonta más allá de los primeros años del S. XVII.” 

Ante argumentos tan bien engastados, Parapouco Belalúa, harto de encajar tantos golpes seguidos, saca a relucir el as que guarda en la manga, golpe ganador. Belalúa se sale por la tangente antes de darse por vencido. Le expone las sospechas de que su interés por tumbarlo todo y por empujar a la victoria de Villasanta sobre Castroforte no puede ser desinteresado. Le acusa de ser un Bendaña, igual que todos los Bendañas que tanto daño han hecho a Castroforte a lo largo de la historia. Un descendiente godo que viene a asestar el golpe definitivo. 

Otro aspecto de la tesis que defiende incide en que la culpa de todas las invenciones descansa en la rivalidad entre los dos pueblos linderos. Y la verdadera causa de la rivalidad estriba en las virtudes culinarias de las lampreas. Las del Mendo son más finas que las del Tambre. El comercio de la lamprea ha sido una fuente de ingresos para los lugareños desde hace siglos. 

Un profesor de astronomía americano echa por tierra la teoría de la conjunción de astros que marca la fecha exacta de la muerte de los míticos héroes locales. No queda nada en pie de la mitología. Qué ser, este científico quitando palos del sombrajo. Lo más firme, lo que se tarda siglos completos en armar, echado abajo de un día para otro sin necesidad de ejércitos armados hasta los dientes, sólo con investigación y sentido común.


You're out on the streets looking good, 
And baby deep down in your heart I guess you know that it ain't right, 
Never, never, never, never, never, never hear me when I cry at night, 
Babe, and I cry all the time! 
But each time I tell myself that I, well I can't stand the pain, 
But when you hold me in your arms, I'll sing it once again.
Janis Joplin




El presente  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


PD: Perdonen los lectores la extensión de la entrada, pero no era cuestión de dejar a medias la entrevista con Jesualdo Bendaña. 

1 comentario:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Has hecho bien en no dejarnos a medias con esta entrevista... Hay tantas cosas en la novela... Como buen cervantista, Torrente juega con todos los géneros posibles y este es uno de ellos. Saca jugo y hace que todo se torne ficticio siendo real o real siendo ficticio. Para sacar conclusiones en la realidad. Y gracias por J.Joplin, que creo es la primera vez que asoma por aquí...