domingo, 2 de febrero de 2014

Andar en el país de los cansados. Todo lo que era sólido, Antonio Muñoz Molina (15)






"Nada está a salvo. Nada puede descuidarse ni un minuto"

Todo lo que era sólido 
Antonio Muñoz Molina (15) 

Una tradición es una costumbre que viene de antiguo, un conjunto de hechos asentados en la cultura de una comunidad que se transmite de padres a hijos, algo que se da por supuesto y que solo discuten los aguafiestas. Pero que puede desaparecer si no se practica o por múltiples motivos deja de interesar. Todas las tradiciones tuvieron un principio inseguro y muchas de ellas estuvieron a punto de malograrse en su origen. 

La Democracia se instaló entre nosotros de repente, sin periodo de adaptación. “Pero no en los hábitos que tardan mucho tiempo en formarse, en calar en la vida y en la conciencia de las personas”.  Desde entonces hemos pasado junto a ella más de treinta y cinco años y algo habremos aprendido porque no hemos caído en el cainismo tan recurrente. Ninguna historia se repite, sobran motivos para pensarlo. El camino hacia la Democracia estuvo preñado de ejemplos de generosidad. Los primeros pasos hacia la reconciliación nacional se dieron en 1956, entonces ya había hijos de los vencedores de la Guerra Civil luchando contra Franco. En 1962 vencedores y vencidos, monárquicos y republicanos exiliados de izquierdas y de derechas se pusieron de acuerdo en Múnich para reclamar una democracia sin excluidos. En 1974 se funda la Junta Democrática con Santiago Carrillo y Calvo Serer de principales inspiradores. En 1977 Fraga, La Pasionaria y Rafael Alberti se sientan juntos en el primer Parlamento democrático después de 1936. El veintitrés de febrero de 1981 los únicos que no se tiraron cuerpo a tierra en Las Cortes fueron: Adolfo Suárez, un burócrata falangista; Carrillo, antiguo consejero de gobernación de la Junta de Defensa de Madrid y Gutiérrez Mellado, quintacolumnista en Madrid. 



 "La masa crítica de la calamidad suele tardar menos en llegar que la de la concordia cívica"


El fatalismo a menudo anega de tinieblas el horizonte del país; pero el amargo pesimismo no es inamovible. Tampoco el optimismo de que las cosas positivas tienen que permanecer. 

La acumulación de hechos repetidos - tanto positivos como negativos - crea costumbre. El punto de no retorno llega sin llamar. “La tensión política se agrava cuando todo el mundo más o menos se había acostumbrado a una atmósfera de enfrentamiento verbal y violencia episódica un solo hecho lo trastorna todo y ha estallado un conflicto civil”. 



 "Nos asombra haberlo visto tantas veces sin reparar nunca en su obsceno sexismo"


Que se esté cambiando constantemente no es algo que hayamos leído en los libros o que nos hayan contado. En casa de nuestros padres era normal que la madre y las hermanas se encargaran de las tareas de la casa, como si los varones fuéramos veteranos mutilados de guerra, impedidos a los que había que servir. Si ahora vemos anuncios de televisión de hace treinta o cuarenta años, nos sorprende que viéramos con normalidad el sexismo y machismo que desprenden. 

El capítulo ochenta y siete se resiste al resumen. Imposible resumir más el magnífico ejemplo de síntesis que el autor nos ofrece condensando la Historia de España en un par de páginas del ensayo. Desde los Almohades integristas que quemaban las bibliotecas de Al Ándalus hasta 2006 en que se aprueba la ley de matrimonio entre homosexuales, pasando por la tolerancia de los Omeya, los artesanos y maestros canteros de Granada que construyeron el Alcázar de Sevilla para el rey Pedro I. Los conquistadores rudos y las misiones de los jesuitas. La Inquisición y la Contrarreforma. Los erasmistas y la traducción de la Biblia de Fray Luis de León que le llevó a la cárcel. Una gramática de Nahtual fue el primer libro editado en América. José Celestino Mutis dedicó toda su vida a la botánica de Colombia. 

La Historia de España no es la historia de una opresión de regiones y países, tampoco todo son sombras. También hay luces liberadoras como la visión irónica de Cervantes, anterior a Montaigne. Las sombras tenebrosas de los lienzos de Zurbarán y Ribera no borran la luz de Velázquez. La Constitución de 1812 no fue menos influyente que la americana. Igual que no hubo predestinación que nos arrastrara a las desgracias del pasado, tampoco la hay para los peores augurios del futuro. 

"La Constitución de Cadiz de 1812 no fue menos influyente en los movimientos liberadores de la primera mitad del siglo XIX que la constitución americana".

Ante la incertidumbre que nos acogota es importante distinguir entre lo fundamental y lo superfluo para definir con claridad a qué se está dispuesto a abandonar para salvar lo fundamental. Oscuros intereses abogan por la destrucción del Estado del Bienestar europeo con el fin de hacer negocio ellos mismos con la sanidad, la educación o las pensiones. Por otro lado, una administración gigante es el caldo de cultivo de políticos despilfarradores y ellos no van a adelgazar una administración hundida en una deuda insostenible. Es necesario que los ciudadanos dejen de ser palmeros de sus proyectos delirantes y pedirles cuentas de cada céntimo gastado. Que sientan el aliento frío en el cogote cada vez que intenten meter la mano en lo que no es suyo. No hay lugar a tragarse más el cuento del enemigo exterior que los oprime, los tiraniza y los humilla. 

Los políticos andaluces creyeron que el pueblo quería reformar el Estatuto de Autonomía porque ser una región no era suficiente. “Se pusieron en marcha los viejos mecanismos de la unanimidad”. Había que ser una realidad nacional. Cómo íbamos a ser menos que catalanes y vascos si aquí descansan restos arqueológicos de la civilización de los Tartesios. Se produce una deslegitimización de la crítica al confundir territorio con ideología. El sectarismo político se hace necesario para que haya impunidad e inmunidad. Se movilizan todas las instituciones, se gastan ingentes cantidades de dinero en miles de horas de propaganda en radio, televisión y medios. La unanimidad en el Parlamento fue franquista del Movimiento,  con la única discordancia de la extrema izquierda que pedía derecho a la autodeterminación, derecho a decidir. A pesar de todo, el resultado del Referéndum fue un fracaso absoluto. El sesenta y tres por ciento de la población se quedó en casa. Fiel reflejo del alejamiento de la gente de la casta política que crea necesidades ficticias. 

Lo que se despilfarró en lo superfluo, ahora hace falta para pagar lo imprescindible. Cuando despertamos del delirio de grandeza, descubrimos que éramos pobres, lo que siempre habíamos sido, enanos en el país de los gigantes. Sin embargo, menos pobres que la vasta mayoría de la humanidad, menos que otros países y que nuestros antepasados. 

A continuación el autor nos hace una relación de propuestas que podrían ir incluidas en cualquier programa electoral de carácter regeneracionista. Como tenemos que sacar dinero de donde no lo hay, lo primero es reducir gastos, preguntar cuánto cuestan las cosas, como hacemos en el ámbito privado. La reducción del número de políticos iría unida al ajuste, disminución o supresión de Ayuntamientos, Senado y Diputaciones. “Lo necesario de verdad nunca es ilimitado”. El agua es un bien escaso, su despilfarro no se puede tolerar habiendo tantos millones en todo el mundo carentes de ella, menos aún en un país de aridez creciente como el nuestro. Las ayudas al fútbol, corridas de toros y procesiones están fuera de lugar. 


 "[...]Que se gaste mucho menos dinero en investigación científica que en fiestas patronales o en subvenciones a partidos de fútbol, a corridas de toros, a procesiones religiosas"

Acotar con exactitud los derechos irrenunciables no debería ser difícil, no son muchos: La educación, la salud, la seguridad jurídica se dan por supuestos pero son inexistentes en la mayor parte del mundo. Incluso en Europa son recientes, pero nos hemos acostumbrado a ellos. Salir a la calle sin miedo a que te atraquen o te maten. Tener seguridad de que la policía te va a ayudar en caso de peligro y no va a atracarte o pedirte dinero por la ayuda. Cosas tan naturales como poner un negocio y no tener que pagar a alguien para que no te lo quemen son privilegios europeos. Todas estas cosas nos parecen sólidas, pero se pueden deteriorar gradualmente hasta que un día “muere un enfermo porque le retrasaron demasiado la operación, los policías están tan desmoralizados o tan necesitados que se venden a la mafia, el fuego estalla y devora un bosque sin que nadie lo detenga, la escuela se vuelve inhabitable y solo quedan en ella los niños a los que sus padres no pueden costear un colegio privado”. 

Los expertos en urbanismo se asombran de la rapidez con la que un barrio apacible se puede convertir en territorio comanche, “foco desolado de tráfico de drogas”. La calamidad toma asiento sobre lo que costó siglos construir. 


 Te acusarán, te acusarán, te acusarán:
de ser el tuerto en el país de los ciegos,
de ser quien habla en el país de los mudos,
de ser el loco en el país de los cuerdos,
de andar en el país de los cansados,
de ser sabio en el país de los necios,
de ser malo en el país de los buenos,
de divertirte en el país de los serios,
Joaquín Sabina 

 


Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero

3 comentarios:

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, pancho:

Me he pasado un buen rato con tus enlaces.
Las ilustraciones estupendas. ¡Vaya con las ideas de la publicidad!
¡Qué tremenda la fotografía de Homs!
Del texto, ... así somos los humanos.
Y la canción de Sabina, pues que cada vez que la escucho me suena a Hilario Camacho.

Un abrazo.

P.D.: La escultura en rojo, a más de un estudiante le traerá sobresaltos de calificaciones. Ya me dirás dónde se encuentra y qué representa.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

En efecto, son pocos los derechos irrenunciables, en donde no debería escatimarse nunca. Sin embargo, es de donde primero se ha sacado dinero: para retirarlo o para entregarlo al saqueo privado de lo público.
¿Estamos condenados a repetir las fases más negativas de nuestras historia y dejar como paréntesis las mejores y más cortas? Eso sí es una tradición nacional...

Abejita de la Vega dijo...

Añoramos la generosidad de la transición.

Cambios, hemos cambiado mucho. Era normal que las chicas nos ocupáramos de los platos y demás. No exageres, Pancho. No eres tan viejo, en tu juventud tú ya sabías que eso no era normal.

Muñoz Molina tiene mucha enjundia.

Besos,Pancho.