jueves, 23 de noviembre de 2017

Don Juan Tenorio (2) José Zorrilla. Algo que creer.





"El sepulcro, ¡juro a Dios!, por mi mano la he de abrir"

Don Juan Tenorio (2) 
José Zorrilla 

José Zorrilla y Moral dedica Don Juan Tenorio, drama religioso-fantástico, a don Francisco Luis de Vallejo, su mejor amigo y alcalde de Lerma; en Madrid marzo de 1844. Es decir, el autor advierte al lector o espectador de que lo que va a leer o ver es ficción representada. Un producto de su imaginación que nada tiene que ver con la realidad. Su intención es escribir teatro de evasión que además se meta en honduras metafísicas de difícil comprensión. ¿Por qué entonces la fama y el éxito instantáneo, desde la primera representación, de esta obra? La respuesta habría que buscarla en los versos con fuerza, rima consonante, sonoridad rítmica y el mito del Don Juan, tema enraizado en la memoria colectiva del español medio. Un entramado que mezcla los ingredientes fundamentales del teatro del Barroco. Los temas universales del honor, el amor, la amistad, la libertad. Todo ello realzado por una maquinaria que se ajusta perfectamente a una acción cronometrada en la que es necesario que nada falle. Sumadas las partes nos  da como resultado el festival teatral de la obra más representada y versionada del teatro español. 

La obra está dividida en dos partes: La primera parte se desarrolla en cuatro actos y la segunda ocupa los tres actos restantes. Cada uno de los siete actos está encabezado por un título que resume el contenido del acto: 

PRIMERA PARTE 

Primer acto: Libertinaje y escándalo 
Segundo acto: Destreza. 
Tercer acto: Profanación. 
Cuarto acto: El diablo a las puertas del cielo. 

SEGUNDA PARTE 

Primer acto: La sombra de doña Inés. 
Segundo Acto: La estatua de don Gonzalo. 
Tercer acto: Misericordia de Dios, y apoteosis del Amor. 


El autor explica en una nota breve que la acción se desarrolla en Sevilla, en 1545 durante el reinado de Carlos I y que los hechos ocurren siempre de noche, a la luz de la luna. Los cuatro primeros actos en una noche y los tres últimos en otra noche cinco años más tarde. 

Se alza el telón, estamos en la Hostería del laurel, regentada por Cristófano Buttarelli. Es Carnaval. Don Juan con antifaz escribe en una mesa y Buttarelli y Ciutti hablan del carnaval cuya algarabía penetra por la ventana del establecimiento y no deja concentrarse a un enfadado don Juan que (según el criado) escribe a su padre. Ciutti está contento con su amo don Juan: 

No hay prior que se me iguale 
tengo cuanto quiero y más 
tiempo libre, bolsa llena, 
buenas mozas y buen vino. 

Cuando don Juan termina de escribir, firma, plega y le da la carta a Ciutti con instrucciones para que la entregue en el convento de doña Inés, espere la respuesta de la dueña (una llave, una seña y una hora) y rápido como el viento esté de vuelta. Ojo con este detalle de la carta a doña Inés porque nos indica que ya tenía pensado conquistarla antes de la apuesta con don Luis Mejías.  




"Todo mi caudal perdí, dobla a dobla, una por una"

Es una constante que el planteamiento de la trama y la presentación de los personajes se den en las primeras escenas de una obra. Buttarelli y Ciutti dialogan mientras don Juan escribe. El autor aprovecha para presentarnos al protagonista, don Juan Tenorio, a través de un diálogo eléctrico entre dos secundarios. Ciutti lleva un año de criado con el amo, pero no sabe a ciencia cierta ni el nombre ni la procedencia. Esta indefinición deliberada lo convierte en un mito, una leyenda sin nombre. Tiene la nobleza de un infante, es rico, valiente como un pirata y culto. Le gusta escribir: “Largo plumea,” exclama Buttarelli

A continuación llegan don Gonzalo, padre de doña Inés, y don Diego, padre de don Juan, a la Hostería del laurel. Se han enterado de la cita que tienen don Juan y don Luis Mejías. Quieren observar sin ser vistos. Si las apuestas que circulan son verdad, “mejor muerta que esposa suya la quiero” Dice don Diego dolorido y sigue:
  
 […]Quiero ver 
 por mis ojos la verdad 
y el monstruo de liviandad 
a quien pude dar el ser. 

 Butarelli se muestra encantado de una clientela tan distinguida que no repara en gastos y paga por adelantado y sin consumir. Van llegando más personajes, ahora son el capitán Centellas y Avellaneda. El primero apuesta a que don Juan es el más calavera. Avellaneda pone su dinero en don Luis. 

Por fin, justo al dar las ocho campanadas, comparecen don Luis y don Juan a la cita que toda Sevilla y las campanas de la Giralda esperan. Una vez creada la expectación se presentan los dos contendientes en otro dialogo, momento álgido del acto, que marca el primer encontronazo de los contendientes:

Don Juan: Esa silla está comprada, 
                  hidalgo. 
Don Luis: Lo mismo digo, 
               hidalgo: para un amigo 
               tengo yo esotra pagada. 
Don Juan: Que ésta es mía haré notorio. 
Don Luis: Y yo también que esta es mía. 
Don Juan: Luego, sois don Luis Mejías. 
Don Luis: Seréis, pues, don Juan Tenorio. 

Se quitan las máscaras y pasan a relatar el último año de fechorías y maldades cometidas. Ambos fuera de España, don Juan elige Italia porque hay guerra y “donde hay soldados hay juegos, hay pendencias y fechorías.” En Roma arrasa, aumenta su fama de gallardo y calavera y tiene que huir a lomos de un mal rocín porque lo quieren ahorcar. Pasa otros seis meses en Nápoles donde la lía parda como dejó escrito en los versos inmortales del don Juan más insolente, pendenciero y descarado:

Por donde quiera que fui, 
la razón atropellé, 
la virtud escarnecí, 
 a la justicia burlé, 
 y a las mujeres vendí. 
Yo a las cabañas bajé, 
yo a los palacios subí, 
yo a los claustros escalé, 
y en todas partes dejé, 
 memoria amarga de mí. 

Don Luis no se achica, tampoco se ha quedado atrás en Flandes. La bolsa le dura un mes. Se une a una partida de bandoleros y desvalijan el palacio episcopal de Gante, entran a saco en las riquezas de la Iglesia. En el reparto siempre hay lío. Mata al jefe de la banda y se queda con el botín. Huye a la vecina Alemania donde mata a un fraile que lo delata. Pasa a Francia y en París se queda otro medio año donde a las francesas adoró y con los franceses riñó. Ahora está en Sevilla para cumplir con el compromiso ante el altar que tiene con Ana de Pantoja para el día siguiente. 




"Compré a fuerza de dinero/ la libertad y el papel"

En vista de que los dos han jugado al empate en maldad, que sea el papel escrito con la relación de iniquidades el que incline el fiel de la balanza a uno u otro lado. Las cifras son siempre frías porque detrás de los números hay tragedias personales, pero favorecen a don Juan tanto en muertos como en conquistas amorosas, sus amoríos recorren toda la escala social. Sin embargo, don Luis es un hueso duro de roer, reta más; queda por conquistar a una novicia a punto de profesar. Don Juan quiere y envida más, a ello unirá la novia de un amigo que esté a punto de casar. Será Ana de Pantoja, la prometida de don Luis, y en sólo seis días el semental todo lo hará

Don Gonzalo y don Diego que han escuchado enmascarados los discursos de los dos contendientes, saltan al ver tanta maldad, pero las amenazas de don Diego de llevar a su hija al sepulcro antes que ceder y de la existencia de un dios justiciero, son caricias para el hijo de un león. Largo me lo fiáis contesta don Juan: 

que yo no os he ido a pedir 
jamás que me perdonéis. 
Conque no paséis afán 
de aquí en adelante por mí, 
que como vivió hasta aquí, 
vivirá siempre don Juan. 

Antes de caer el telón del primer acto unos alguacilillos de ronda prenden a los dos, para que no haya asimetrías, por delaciones mutuas y falta de formalidad. Parece que a don Juan el futuro se le complica, se le pone más difícil cumplir la apuesta de la doble conquista amorosa. Han pasado muchas cosas sorprendentes y esto no ha hecho más que empezar.

Love is in the air, in the whisper of the tree 
Love is in the air in the thunder of the sea 
And I don't know if I'm just dreaming 
Don't know if I feel safe 
But it's something that I must believe in 
And it's there when you call out my name
John Paul Young




Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.



3 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

En esos cinco años está la clave de la transición. De hecho, cuando regrese a Sevilla sus muertos seguirán teniendo la misma edad y él ha madurado.
Qué maravilla de ritmo tiene este drama.

La seña Carmen dijo...

Don Luis es tan donjuán como el propio don Juan, y si la obra solo contara con ese primer acto, no sabríamos muy bien quién de los dos es más calavera, más donjuán.

Si don Juan ha dado nombre a un carácter, a un tipo determinado, es entre otras cosas porque triunfa en sus fechorías, gana la última apuesta, aunque por medio deje unos cuantos muertos.

Vamos, que don Luis y don Juan juntos, aunque fueran por separado, formaban ya entonces una manada.

Abejita de la Vega dijo...

Don Juan triunfa sobre los convidados de piedra.
Un placer pasar por aquí.