miércoles, 26 de marzo de 2014

La saga/fuga de JB (4), Gonzalo Torrente Ballester. El ojo de tu ombligo ya no me da la espalda





"Todas las castas dominantes participaban en la esperanza de que sus rostros alcanzasen la apetecida simetría"

La saga/fuga de JB (4) 
Gonzalo Torrente Ballester 

La clase dirigente era monócula frontal, he ahí el origen del cristalito redondo que algunas castas como los poetas portugueses, los militares prusianos o los diplomáticos italianos se ponen debajo de las cejas. Cuando los antepasados miraban por un ojo frontal y otro a modo de retrovisor,  hubo una rebelión de los que miraban solo por el cogote; estos mataron a los de monóculo mirar y establecieron por vez primera la igualdad de los peores. Unas cuantas generaciones más tarde la gente recobró el ojo frontal antes de que se comprobara la sustancial ventaja que significaba la visión subfrontal binocular. La adaptación no se hizo realidad de un día para otro. Don Torcuato propone en su teoría un plazo elástico de unos dos millones de años de Transición cuyo comienzo y cuyo fin puede adelantarse o retratarse en veinte o treinta milenios. 


"Llevar un cristalito inserto debajo de cualquiera de las cejas, fórmula asimétrica, y por lo mismo ardua, de mantener la distinción de castas."


Los orígenes de la visión binocular están en la aspiración generalizada de mejora del sistema visual. Prometeo es la prehistoria, no tiene muchas luces quien se arriesga a robar el fuego al cielo cuando lo tiene bien a mano todas las noches en la relación con sus mujeres. Torcuato somete el mito a un tratamiento gramatical riguroso. Se da cuenta de que para hallar el origen de la palabra collar debe buscar: ¡Las cuentas! Halla similitud y complementariedad entre los mitos y cuentos de la antigüedad. Véase si no para comprobarlo el cuadro adjunto de dos canciones populares distantes en tiempo y espacio, posibles restos del himno primitivo: 



Basándose en el enunciado inicial: “Alguien hizo algo prohibido y fue castigado”, reconstruye la historia de la búsqueda de un ojo, recreación paródica del mito de la creación del primer hombre y del engaño mitológico de Prometeo al gran jefe Zeus. Ni que decir tiene que no necesita más explicación ni pie de foto, ni más nada porque el silogismo así surgido es agua clara, su significado es literal y comprensible. 






Mientras Taste está preparando los trebejos para pintar un jabalí por encargo del Gran Brujo, Yetti le propone plasmar un hombre con dos estrellas bajo la frente en semejanza al dios que le habló en sueños. Taste se resiste porque va contra las reglas y porque teme al Gran Brujo que no descansa en su esencia de guardián de las buenas costumbres y le vigila escrupulosamente la obra. Le pide también que lo haga de frente porque es vanidoso y presumido, le apetece servir de modelo el mismo. El artista se vuelve a resistir pues constituye herejía y va contra los patrones aceptados, se juega la horca. Al final acepta si se trata de una caricatura: “Una cara de hombre con dos ojos es una caricatura, y en eso tenemos bastante libertad.” “Trabajaron varios días y varias lunas” y Taste trazó una maravillosa figura humana, recreándose en la suerte, como si los dioses dirigieran su mano, pero faltaban los ojos que son el alma de la pintura, lo que le da vida y mirada. Yetti se siente complacido porque se reconoce en la pintura arcaica, semejante al dios del sueño. El primer fresco religioso de la historia. “De pronto, Taste humedeció en grasa oscura los dedos, corrió a la pared y dejó dos manchas debajo de la frente.” El resultado fue:  “Un sueño traspasado de voces y de luces, paseado por dioses radiantes y hombres binóculos.” 

 Pero la cosa no queda aquí ya que ambos entienden que la nueva doctrina binocular merece ser diseminada. Las hembras serán mejores receptoras porque al gustarle el mordisco en la nuca durante el acto de la posesión, no les importará el trasvase del ojo occipital al frontal. Además Yetti predicará el fomento del rito de la peregrinación a la cueva. Le sugiere a Taste que recorra todas las cuevas de la Tierra pintando hombres binoculares semejantes a los dioses. En poco tiempo las efigies de Adán y Eva inundan las paredes oscuras de las cavernas. 



 "¡Las estrellas del dios!", gritó Yetti; y cayó de rodillas."



Yetti es ejecutado por orden del Gran Brujo, a Taste se le da por devorado por algún carnívoro hambriento; sin embargo, los frescos de hombres esbeltos y mujeres binoculares son desde entonces lugares de peregrinaje, primero para las mujeres y luego para los hombres que se abrazaban “a la mujer de caderas estrechas, mirar rasgado y dúplice y vientre estéril.” 

Sucedieron calamidades, largos periodos de tinieblas, vinieron interminables glaciaciones de tiempo hasta que un día “nació un niño con el ojo trasero desviado.” Otro día los Grandes Brujos y los prebostes apuestan por la apetecida simetría. El hombre y la mujer se aparean vientre contra vientre. La novedad tiene adeptos. La sancionan los brujos y los teólogos por la indudable ventaja que esta posición supone a la hora de la concepción.

Una vez que nace el primer niño de ojos simétricos hijo del pueblo, hacia el solsticio de verano, lo proclaman dios. Los padres reciben tierras y esclavos para que lo traten a cuerpo de rey (como se trata a los toros bravos en las fincas) y pueda de mayor servir de semental. El Gran Fecundador, así evolucionado, puede “transmitir por herencia caracteres tan parsimoniosamente conseguidos.” 


"El Congreso de Grandes Brujos decretó que los fundamentos de la sociedad se quebrantaban, y que de aquella novedad solo podría resultar una anarquía que diese al traste con civilización tan dolorosamente conseguida."

De vez en cuando, por capricho de la genética, sale un virojo; cuando eso ocurre, no se le descarta, se le trata como fenómeno de circo, se le destina al culto por su rareza. Como los virojos son bastantes –uno de cada cuatro o cinco-, dependiendo de épocas y lunas, deciden considerar esclavos a “cuantos tuvieran los ojos desviados del eje de simetría.” Una de las jóvenes muchachas encargadas de calentarle por las noches se toma tan a pecho su cometido que lo asfixia. Los descendientes, por sorteo, se comen el cerebro del Gran Fecundador. Como se pueden suponer, tocaron a poco, pues poca era la materia gris del especimen. Pero gracias a ella había podido cubrir a miles y miles de hembras. 

He aquí - más condensado aún – la síntesis personal del disparatado esfuerzo del narrador por resumir la teoría del origen de las especies de los evolucionados de mirada simétrica que fue expuesta en un discurso por don Torcuato del Río con ocasión de la fundación de la Tabla Redonda.


¿Quién hará mi trabajo debajo de tu falda?,
la boca que era mía ¿de qué boca será?,
el roto de tu ombligo ya no me da la espalda
cuando pierdo contigo lo que gano al billar.

Aunque nunca me callo, guardo un par de secretos,
lo digo de hombre a hombre, de mujer a mujer.
Ni me caso con nadie, ni guardo pa’ mis nietos,
por no tener no tengo, ni edad de merecer. 
Joaquín Sabina 




Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.

7 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Te aseguro, querido amigo, que me he divertido tanto leyendo tu entrada como al propio Torrente Ballester. De este me gusta -no solo hace en La saga/fuga- sus irónicas teorizaciones sobre el mundo, las estructuras sociales, los individuos o las revoluciones a partir de elementos extravagantes como esta de la visión. El caso es que, aparte de lo gracioso, uno escarba y termina dándole la razón...

Gelu dijo...

Buenos días, pancho:

Voy leyendo el libro a saltos, y la verdad que es inevitable no reír con los escritos del galleguísimo Don Gonzalo.
Con los monóculos que citas me has inspirado para publicar una entrada en mi blog de cine.
Y hablando de literatura, de fugas y de Séptimo arte te dejo en una secuencia a
Ulises y Polifemo.

Un abrazo

P.D.: Esta canción de Sabina me gusta más interpretada por María Jiménez

Ele Bergón dijo...

Voy un poco más atrás. Ando con los de la Tabla Redonda. ! Cómo juega con nosotros don Gonzalo, si nos está viendo desde algún sitio, se estará tronchando de risa. Cuando pienso que ya voy cogiendo el hilo, se enreda la madeja.

Un abrazo

Abejita de la Vega dijo...

No he llegado al discurso de don Torcuato, pero he leído tu versión y me animo a hincar el diente al texto torrentino. Esa teoría de los virojos tiene su base científica...

Admirote compañero.

Un abrazo

Paco Cuesta dijo...

Querido amigo: la imaginación al poder. ¡Estupendo!
Un abrazo

Myriam dijo...

¡jajajajajajajajaja muy buena tu visión particular! y como ya terminé de leer a todo el Torrente completito, me acabo de enterar de que Pedro Abelardo era virojo del ojo derecho, algo que no sabía.

Myriam dijo...

ahhh y "virojo", nunca la había oído antes de leer a GTB, en cambio siempre "estrábico"