MIGUEL DELIBES. EL HEREJE
LIBRO II. LA HEREJÍA
CAPÍTULO VIII
LIBRO II. LA HEREJÍA
CAPÍTULO VIII
Los escenarios del relato se reparten entre el monte plagado de conejos, la casa de Segundo Centeno e hija y las iglesias de Valladolid en busca de las palabras de los predicadores por parte de CS. Los temas que se desarrollan son el acercamiento a Segundo Centeno, como consecuencia de la atracción que CS siente por su hija. El cortejo con todo el proceso de enamoramiento de la pareja por carencia, basado en la complementariedad física y la boda con Teodomira junto al componente formal de las presentaciones de las familias tradicionales, las dotes y posterior celebración de la ceremonia y banquete. Todo ello entreverado, de la manera en la que Delibes sabe mezclar las temáticas más dispares, con sus problemas de conciencia y el acercamiento a los hermanos Cazalla.
"No era el cuerpo fofo que hacían presumir su tamaño y palidez, sino un cuerpo compacto que no cedió un ápice a su presión"
El dibujo es de:
Un jueves a las cuatro de la tarde CS se presenta en La Manga para cazar conejos con el bicho del señor Avelino. Noventa y ocho cayeron en un rato. CS se admira de la habilidad para desnucar conejos con el canto de la mano, tanto por parte del padre como de la hija. Ante una observación de CS, Teodomira le dice que ella ama a los animales, distingue los que nos sirven para alimentarnos del resto. Considera que las ovejas son sus animales favoritos porque siempre sonríen. El roce con la nalga de la joven al columpiarse, llena de tantos escrúpulos a Cipriano que le llevan al confesionario. Reprende a uno que entra en misa en el amén, éste le contesta que se meta en sus asuntos. De nuevo se confiesa de que han blasfemado por su culpa. El cura le advierte de los límites del apostolado, él no puede cargar con todos los pecados del mundo. Considera egoísta y no tiene ningún mérito esforzarse sólo por la propia salvación.
Le entran nuevos remordimientos de conciencia por ganar cien veces más que sus operarios. Su tío le calma justificando la diferencia como consecuencia del riesgo que asume en la inversión. El acalla su conciencia dando limosnas generosas al Colegio de los Doctrinos o a los pobres que con sus miserias poblaban las calles de la villa.
Se aficiona por las homilías y sermones. Prefiere las dadas por curas diocesanos a las de los frailes. Se entera por su sastre, Fermín Gutiérrez, de la existencia del doctor Cazalla, predicador de tanto prestigio que el Emperador lo llevaba de asesor en sus viajes por Europa. Los viernes se abarrotaba la iglesia de Santiago para escuchar sus emocionantes homilías con momentos en los que parecía alcanzar el éxtasis. Sin embargo, para CS era más importante lo que intuía que el predicador callaba. Iba trascendiendo el fondo erasmista de sus pláticas. Se sabía de los orígenes judeizantes de los Cazalla. Para Ignacio Salcedo se trataba de un “hombre de grandes palabras y pequeñas ideas”, “una cabeza organizada en una naturaleza flaca.”
Para Segundo Centeno hay muchos salvadores, consumados herejes condenados por la gente simple sin conocimientos. Los días de invierno se espantaba el frío como habitualmente se ha hecho: sentándose a la lumbre de la cocina. Teodomira siempre con labor entre las manos. CS descubre que su hablar calmado le proporciona serenidad, además de sosiego y excitación sexual generosa de peso. La Manga se ve, cada vez con más frecuencia, honrada con la presencia de CS, atraído por la mezcla de paz, seguridad y deseo que Teo infundía en él.
Firman un acuerdo entre las partes. CS se queda con la comercialización de la lana y Segundo Centeno se compromete a suministrar tres mil conejos anuales a precio de mercado. Consciente de que no se trataba de una novedad, a CS le mueve el acicate de hacer los zamarros más baratos que la competencia morisca de Segovia. Además estaba convencido de que los negocios con su futuro suegro le concedían algún derecho sobre Teodomira. Al día siguiente se ve desbordado por “un indecible mar de placer” cuando la besa junto a la lumbre. Ella no rechaza el beso. Se muestra receptiva, pero todo requiere los trámites dictados por la costumbre.
Que Teodomira sea hija de un perulero y que la llamen La Reina del Páramo por esquilar más rápido que ningún hombre no son las mejores credenciales a ojos de sus tutores, pero él está enamorado y ante eso nada importa. Como tampoco nada importa el desequilibrio de peso entre la pareja: ciento sesenta libras contra ciento seis ante el sosiego y la excitación que su cercanía significaba para él. Su tío trata en vano de disuadirle, exponiendo la teoría del enamoramiento por carencia; es decir, uno busca la protección de la madre que no tuvo en las prietas carnes endurecidas por el trabajo en el campo y ella alguien a quien proteger.
Para Segundo Centeno hay muchos salvadores, consumados herejes condenados por la gente simple sin conocimientos. Los días de invierno se espantaba el frío como habitualmente se ha hecho: sentándose a la lumbre de la cocina. Teodomira siempre con labor entre las manos. CS descubre que su hablar calmado le proporciona serenidad, además de sosiego y excitación sexual generosa de peso. La Manga se ve, cada vez con más frecuencia, honrada con la presencia de CS, atraído por la mezcla de paz, seguridad y deseo que Teo infundía en él.
Firman un acuerdo entre las partes. CS se queda con la comercialización de la lana y Segundo Centeno se compromete a suministrar tres mil conejos anuales a precio de mercado. Consciente de que no se trataba de una novedad, a CS le mueve el acicate de hacer los zamarros más baratos que la competencia morisca de Segovia. Además estaba convencido de que los negocios con su futuro suegro le concedían algún derecho sobre Teodomira. Al día siguiente se ve desbordado por “un indecible mar de placer” cuando la besa junto a la lumbre. Ella no rechaza el beso. Se muestra receptiva, pero todo requiere los trámites dictados por la costumbre.
Que Teodomira sea hija de un perulero y que la llamen La Reina del Páramo por esquilar más rápido que ningún hombre no son las mejores credenciales a ojos de sus tutores, pero él está enamorado y ante eso nada importa. Como tampoco nada importa el desequilibrio de peso entre la pareja: ciento sesenta libras contra ciento seis ante el sosiego y la excitación que su cercanía significaba para él. Su tío trata en vano de disuadirle, exponiendo la teoría del enamoramiento por carencia; es decir, uno busca la protección de la madre que no tuvo en las prietas carnes endurecidas por el trabajo en el campo y ella alguien a quien proteger.
Dos meses más tarde don Ignacio y CS acuden al monte a la pedida de mano. Doña Gabriela excusa su ausencia con la orfandad de Teodomira. En su casa esperan don Segundo e hija con todo limpio, los pavos y perros recogidos para la ocasión y vestidos con ropas pasadas de moda. A la lumbre de la cocina, las partes firman las capitulaciones, ambos convencidos del buen trato que acaban de realizar. Ella pone mil increíbles ducados y él quinientos en concepto de arras. La boda será en la Iglesia de Peñaflor el cinco de Junio a las nueve de la mañana. De vuelta se ríen de las calzas de Lansquenete de Segundo. Don Ignacio le recomienda una visita al doctor Galache para tratar el mal de amores. CS hace caso omiso a la sugerencia.
Después de la ceremonia religiosa se celebra el banquete en el patio de la casa grande de la familia de ella, como habían acordado. Doña Gabriela no asiste aquejada de indisposición. A la vuelta ya tienen el primer encontronazo conyugal al obstinarse ella en montar a su caballo, Obstinado, tan pasado de kilos y penco como el ama que transporta.
Cumpliendo con la tradición, él la introduce en brazos al tálamo nupcial. Teo se sorprende de la fuerza del pequeño Cipriano, la misma que derrotó al Corcel en el internado.
Después de la ceremonia religiosa se celebra el banquete en el patio de la casa grande de la familia de ella, como habían acordado. Doña Gabriela no asiste aquejada de indisposición. A la vuelta ya tienen el primer encontronazo conyugal al obstinarse ella en montar a su caballo, Obstinado, tan pasado de kilos y penco como el ama que transporta.
Cumpliendo con la tradición, él la introduce en brazos al tálamo nupcial. Teo se sorprende de la fuerza del pequeño Cipriano, la misma que derrotó al Corcel en el internado.
Como si fuera Teodomira en brazos de Cipriano Salcedo.
Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.
Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.
12 comentarios:
¡Qué acertada la primera imágen! Y también la de las "Calzas de Lansquenete" que no tenía ni idea de qué se trataban. Ya voy por el Cap. XI. Besotes, M.
Aparte de tu excelente, comentario, como siempre, quiero volver a resaltar lo mismo que hacía con tus entradas sobre el Quijote: el trabajo para buscar ilustraciones tan buenas y oportunas.
Buenas noches, pancho:
Enhorabuena por tu resumen de hoy. Además, no te has dejado ni un solo enlace que pudiera ayudarnos a entender mejor el capítulo.
En cuanto a las ilustraciones, muy bien la del dibujo estilo Botero, y la del predicador de gran parecido con el Lutero que pintó Cranach.
Los otros dos dibujos, quizás, en esta ocasión quieran demostrar la ceguera del amor.
Cuando he acabado la lectura he pensado que no habías hecho mucho hincapié en la caza de los conejos con los hurones; pero -luego- ya he visto que has puesto un estupendo vídeo.
Miguel Delibes vuelve a darnos lecciones de economía, con la respuesta de Cipriano Salcedo a Estacio del Valle sobre el zamarro forrado de piel de conejo que no era ninguna novedad: "el negocio consistía en hacerlo mejor y más barato que la competencia y ganarle por la mano."
Y qué bien explica los escrúpulos de conciencia, por todo lo habido y por haber, y el cortejo amoroso del inexperto Cipriano,y la ceremonia de la presentación, y las vestimentas, y las dotes.
Y qué gracia contando el final del banquete, y la discusión por Obstinado, y la narración de la prueba de la entrada en el dormitorio con la novia en brazos, tras dos meses de preparación.
A ver qué ocurre en las páginas por leer.
Saludos.
Merche: Creo que la primera la encontré buscando en google: "fat girl on a swing" o algo así. La verdad es que buscando en inglés, las posibilidades de encontrar fotos o ilustraciones se multiplican. Ya va subiendo la parte leída del libro.
Pedro: Todo es cuestión de rastrear en la red, pero lleva tiempo, como todo. Gracias por tu recomendación de visita al portalillo a todos tus lectores de La Acequia, que se me olvidó decírtelo en la entrada correspondiente del jueves.
Gelu: Gracias por la "norabuena" como dicen en mi pueblo.
Parece de Botero, pero no debe ser. Del sitio del que tomé el dibujo no venía ninguna referencia sobre el autor. Era un lugar de ésos que venden las fotos en tamaño grande.
La atracción entre ellos es el leit motiv del capítulo, por eso intento resaltarlo con los dos dibujos.
La escena de los dos obstinados sobre el caballo del mismo nombre está muy lograda. Al final le toca ceder a él, como casi siempre pasa con ellas.
Un abrazo y gracias por vuestras visitas y comentarios.
Cipriano descubre a Teodomira no como aquel amor puro con Minervina, sino como hembra, el matrimonio con ella produce en principio un nuevo ritmo en la pareja.
¡Gran trabajo Pancho! Gracias
Al final no he podido releer a tu ritmo el libro. Pero me haces recordar muchos detalles cuasi olvidados.
Y algunos puntos de vista que para mí pasaron desapercibidos.
La gordita, supongo de botero, ilustra graciosamente le caída de la dama.
Voy a ver tu inquietud........................ en el paraíso
Me rechifla el dibujo de la gordita, así que ahora mismo me voy a visitar el enlace que nos has dejado.
biquiños,
Vaya, el enlace no es de la gordita, ¿te importaría decirme de dónde lo has quitado?
biquiños,
Paco: Como dicen por ahí, siempre hay un roto para un descosido. Delibes hilvana perfectamente la atracción entre la pareja. Después la ansiedad por no quedarse embarazada deteriora la relación. Hacemos lo que se puede.
Aguilera: De los libros que leo al final recuerdas cuatro detalles o menos.
No, no debe de ser de Botero. Al menos no viene en la Red como tal. De Botero hay cientos.
Aldabra: Llevo un rato buscando la imagen y no hay manera, parece que ha desaparecido. La encontré buscando en Google imágenes "fat girl on a swing". Recuerdo que estaba en una página que te venden las imágenes con muchos megapíxeles. Ésta estaba libre, de muestra. De todas formas creo que al coger una imagen de alguien, no se la estás quitando. El original allí queda tal cual. Para mí el que sube algo a la Red, es para compartirlo, a menos que pida precio por ello. Al menos así lo veo yo. Si alguien no lo quiere compartir, no tiene sentido ponerlo en el escaparate de Internet, mejor que lo deje metido en el cajón.
Un abrazo y gracias por vuestras opiniones y visitas
¡jajaja! ¡¡realmente el petiso tenìa mucxha fuerza!!
Disculpa mis tradanzas en venir a leerte, pero ando a mil y relamente tus entradas son tan ricas que quiero hacerlo con calma. Un abrazo.
Myr: Chiquito, pero matón. Mejor diría que la riqueza es de Delibes que sabe dotar a sus personajes de complejidad. Se trata de personajes con fuerte personalidad, con muchos e interesantes matices en su manera de comportarse en la novela. La evolución del protagonista es fascinante.
Un abrazo y gracias por tus palabras.
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