DON QUIJOTE DE LA MANCHA. CAPÍTULO 2.59
La acción se localiza en un prado y una venta. El prado cuenta con yerba abundosa para Rocinante y el rucio y una fuente de agua limpia y clara donde DQ se alivia del atropellamiento de los toros bravos.
El capítulo ocupa dos noches con sus días correspondientes. Se preocupa el autor de indicarnos los detalles de la manutención y alojamiento. Comen bien de las alforjas de S y de lo que hay en la venta mal provista, como correspondía en la época. Duermen profundo y largo en el prado y poco en la fonda porque El Quijote de Avellaneda les entretiene gran parte de la noche.
Cervantes nos cuenta más cosas novedosas que representan una evolución en la manera de pensar y comportamiento del hidalgo: DQ no achaca a los encantadores el molimiento de la manada de toros, cabrestos y caballos y las ventas ya no son castillos, seguramente como consecuencia de las burlas continuadas de los duques que le abrieron los ojos.
En efecto, pisoteados y atropellados por una manada de toros bravos, DQ y S pasan el resto del día en una atmósfera de melancólica tristeza, lamiendo sus magulladuras a orillas de una fuente de agua limpia y clara. Cenan de las alforjas de S. DQ se siente tan afectado por la derrota que no se ve con fuerzas para seguir. Impotente ante la realidad de unos animales "inmundos y soeces" que le pisan y acocean, le pide a S que le deje morir. S come, hace por la vida del condumio de las alforjas. Le ruega a su amo que coma y duerma en el colchón del raso; la mañana traerá alivio a sus penas. Lo único que le aliviará será una tanda de azotes a cuenta para desencantar a Dulcinea. S le pide calma y paciencia que "hasta la muerte todo es vida", tiempo habrá de cumplir la promesa.
DQ comió poco, S mucho y ambos despertaron tarde. Se pusieron de nuevo en camino hasta una venta, no castillo. Cenan de lo que hay en ella después de que un intercambio con el ventero, compañero de olla y vino, sacara de sus casillas el hambre de S.
Con sólo un tabique por medio, DQ oye cómo dos lectores del Quijote de Avellaneda, Don Juan y Don Jerónimo, lo tildan de disparate. Cómo su calidad no resiste comparación con la primera parte del Quijote. Cuando el hidalgo oye que en ese libro él está desenamorado de Dulcinea, en voz alta desafía al que eso diga porque : " la sin par Dulcinea del Toboso ni puede ser olvidada, ni en don Quijote puede caber olvido".
Los dos caballeros pasan a saludar al hidalgo y escudero. Le ofrecen el libro a DQ que sólo hojea y desprecia por su estilo flojo, baja calidad literaria e incorrección en el apellido de Teresa. Oído lo cual, S le pide que mire si a él le han cambiado también el nombre. Le informan que lo retrata de simple sin gracia y comedor.
DQ acepta la invitación de los caballeros para cenar con ellos que le sonsacan que Dulcinea está entera y la historia de su encantamiento. Ellos se quedan admirados de la cordura que muestra el narrador allí presente.
Cuando S ha dejado al ventero "hecho equis", se interesa ante los caballeros si además de tragón, le tildan también de borracho. Al confirmárselo, afirma que deben ser diferentes personajes de los descritos por Cide: "mi amo, valiente, discreto y enamorado; y yo, simple gracioso, y no comedor ni borracho". Tercia DQ diciendo: "Retráteme el que quisiere, pero no me maltrate."
A continuación, DQ decide no marchar a Zaragoza al enterarse de que ya lo ha narrado Avellaneda. Otra nueva muestra del talento de Cervantes que hace literatura de la ficción de otro. El plagio le hace girar la novela poniendo rumbo a Barcelona a instancias de don Jerónimo, simple lector del apócrifo, suponiendo todo ello una reafirmación de nuestros personajes en su historia, basada en su capacidad de improvisación y autonomía.
Este comentario pertenece al grupo de lectura del Quijote que coordina y dirige desde La Acequia el profesor D. Pedro Ojeda Escudero. Sigo sin Internet en casa por obras, seguiré haciendo los resúmenes del Quijote y subiéndolos cuando pueda, pero no podré comentar en los vuestros. Cuando esto termine, esperemos que todo pueda volver a la normalidad.
El capítulo ocupa dos noches con sus días correspondientes. Se preocupa el autor de indicarnos los detalles de la manutención y alojamiento. Comen bien de las alforjas de S y de lo que hay en la venta mal provista, como correspondía en la época. Duermen profundo y largo en el prado y poco en la fonda porque El Quijote de Avellaneda les entretiene gran parte de la noche.
Cervantes nos cuenta más cosas novedosas que representan una evolución en la manera de pensar y comportamiento del hidalgo: DQ no achaca a los encantadores el molimiento de la manada de toros, cabrestos y caballos y las ventas ya no son castillos, seguramente como consecuencia de las burlas continuadas de los duques que le abrieron los ojos.
En efecto, pisoteados y atropellados por una manada de toros bravos, DQ y S pasan el resto del día en una atmósfera de melancólica tristeza, lamiendo sus magulladuras a orillas de una fuente de agua limpia y clara. Cenan de las alforjas de S. DQ se siente tan afectado por la derrota que no se ve con fuerzas para seguir. Impotente ante la realidad de unos animales "inmundos y soeces" que le pisan y acocean, le pide a S que le deje morir. S come, hace por la vida del condumio de las alforjas. Le ruega a su amo que coma y duerma en el colchón del raso; la mañana traerá alivio a sus penas. Lo único que le aliviará será una tanda de azotes a cuenta para desencantar a Dulcinea. S le pide calma y paciencia que "hasta la muerte todo es vida", tiempo habrá de cumplir la promesa.
DQ comió poco, S mucho y ambos despertaron tarde. Se pusieron de nuevo en camino hasta una venta, no castillo. Cenan de lo que hay en ella después de que un intercambio con el ventero, compañero de olla y vino, sacara de sus casillas el hambre de S.
Con sólo un tabique por medio, DQ oye cómo dos lectores del Quijote de Avellaneda, Don Juan y Don Jerónimo, lo tildan de disparate. Cómo su calidad no resiste comparación con la primera parte del Quijote. Cuando el hidalgo oye que en ese libro él está desenamorado de Dulcinea, en voz alta desafía al que eso diga porque : " la sin par Dulcinea del Toboso ni puede ser olvidada, ni en don Quijote puede caber olvido".
Los dos caballeros pasan a saludar al hidalgo y escudero. Le ofrecen el libro a DQ que sólo hojea y desprecia por su estilo flojo, baja calidad literaria e incorrección en el apellido de Teresa. Oído lo cual, S le pide que mire si a él le han cambiado también el nombre. Le informan que lo retrata de simple sin gracia y comedor.
DQ acepta la invitación de los caballeros para cenar con ellos que le sonsacan que Dulcinea está entera y la historia de su encantamiento. Ellos se quedan admirados de la cordura que muestra el narrador allí presente.
Cuando S ha dejado al ventero "hecho equis", se interesa ante los caballeros si además de tragón, le tildan también de borracho. Al confirmárselo, afirma que deben ser diferentes personajes de los descritos por Cide: "mi amo, valiente, discreto y enamorado; y yo, simple gracioso, y no comedor ni borracho". Tercia DQ diciendo: "Retráteme el que quisiere, pero no me maltrate."
A continuación, DQ decide no marchar a Zaragoza al enterarse de que ya lo ha narrado Avellaneda. Otra nueva muestra del talento de Cervantes que hace literatura de la ficción de otro. El plagio le hace girar la novela poniendo rumbo a Barcelona a instancias de don Jerónimo, simple lector del apócrifo, suponiendo todo ello una reafirmación de nuestros personajes en su historia, basada en su capacidad de improvisación y autonomía.
Este comentario pertenece al grupo de lectura del Quijote que coordina y dirige desde La Acequia el profesor D. Pedro Ojeda Escudero. Sigo sin Internet en casa por obras, seguiré haciendo los resúmenes del Quijote y subiéndolos cuando pueda, pero no podré comentar en los vuestros. Cuando esto termine, esperemos que todo pueda volver a la normalidad.
7 comentarios:
Cervan muestra todo so ingenio literario en este capítulo. Le deja hecho polvo al Avellaneda... Besotes, M.
"Melancólico estás, es que no como"
Esas palabras de Rocinante se le podían aplicar a su amo don Quijote, ahora. En cuanto come un poquito, se echa un sueñecito y ya se le disipa la pesadumbre.
Está malito y aprovecha para chantajear al pobre Sancho, pero alto ahí, que eso de azotarse es algo recio. Y el escudero capea el temporal magistralmente.
Un abrazo, Pancho Celestino y disfruta de las vacaciones.
¡Me gusta como Cervantes hace "moco" a Avellaneda!
Muy completo tu resumen del capìtulo, gracias.
Un abrazo desde el cono sur, el abuelazgo, el tango y los asados.
PD- En Argentina al menos, "hacer moco a alguien" es hacerlo "pomada".
Hacerlo "pomada" es hacerlo "bosta", hacerlo bosta es, como digno excremento de las vacas, hacerlo "M......"
En definitiva, Cervantes lo hace moco.
DQ está el pobre que tiene el ánimo por los suelos, pero ahí está el contrapunto de su sin par escudero que se preocupa por él e intenta que desista de su decisión de dejarse morir de inanición.
Muy bueno el revés de Cervantes a Avellaneda.
Besos
Buenas noches, pancho:
Aunque he leído todos tus resúmenes del Quijote, y he visto todas las ilustraciones que los acompañan, no te he puesto comentario.
Sé lo que son unas obras en casa, y la incomodidad de un ciber en el mes de julio, si bien tú has seguido en tu línea habitual de tus cuidadísimas entradas.
Actualmente tengo problemas para entrar en La acequia, y me es imposible poner comentario. Sigo la marcha de la lectura por tu blog.
Saludos. Gelu
P.D.: Te pongo una nota en tu entrada del 16 de mayo: "Larga vida al juglar".
Es curioso cómo Cervantes demora la aparición de los datos sobre el falso Quijote: merece un análisis psicológico cómo manejó todo esto.
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