DON QUIJOTE DE LA MANCHA. CAPÍTULO 2.48
El autor nos introduce otra nueva pirueta narrativa en este capítulo que sigue con la separación de los dos protagonistas. Faltaba el cruce de personajes de la realidad del castillo, en este caso representada por la dueña Rodríguez, vieja conocida, que hace su papel real, con los que actúan en la farsa organizados por los duques. Las consecuencias para DQ de la excursión nocturna real de la dueña no difieren en lo sustancial de la anterior aventura, esto es: más magullamiento añadido al rostro señalado, “no por la mano de Dios, sino por las uñas de un gato”. La acción transcurre de noche en la realidad de DQ, con idas y venidas de luz en la habitación, que se puede abrir por fuera, en la que convalece DQ.
En una de las noches de los seis días seguidos que llevaba enclaustrado el hidalgo, el ruido de una llave al girar en la cerradura sobresalta la soledad de DQ, candado en su habitación; oculto de la mirada de los demás por no hacer más sangre de la vergüenza sobrevenida del origen gatuno de las lesiones. Desde lo alto de la cama, envuelto en una colcha, ve entrar una vela portada por la mano izquierda, que deja ver a la dueña Rodríguez con anteojos, enmantada hasta los pies que “pisaban quedito y movía los pies blandamente.” La voz de DQ hizo que se aturullara, se apagara la luz y la dueña diera con sus huesos en el suelo, enredada en la manta.
DQ conjura tal presencia ofreciendo su brazo para salvar incluso a las almas del purgatorio, para eso y mucho más sirve un caballero andante. La dueña se le presenta y dice que quiere contar sus cuitas al remediador. El hidalgo acepta remediar siempre que abandone “todo incitativo melindre”; ya no está de provecho para nadie.
"Cide Hamete dice que por Mahoma que diera, por ver ir a los dos así asidos y trabados desde la puerta al lecho, la mejor almalafa de dos que tenía."
1989-Mainz-Krahenwinkel
1989-Mainz-Krahenwinkel
Al abandonar la dueña la habitación para encender la vela, sucede un monólogo de DQ en el que, a oscuras, duda de las buenas intenciones de una dueña que se presenta por la noche en la habitación de un soltero. En este momento tan comprometido para su honestidad, envidia a las señoras que tienen a las dueñas de estatuas hacendosas. Se revela consigo mismo por simplemente albergar la posibilidad de que una vieja con anteojos pueda tener atractivo. Dudas tremendas que le empujan a levantarse de la cama y cerrar la puerta por dentro. La dueña se dio más prisa en regresar con la candela encendida y teme también por su integridad. No esconde aquí Cervantes sus intenciones teatrales en una escena que provocaría la carcajada del público tanto como la de Cide Hamete en el paréntesis del guión de teatro: “por Mahoma que diera, por ver ir a los dos así asidos y trabados desde la puerta al lecho, la mejor almalafa de dos que tenía.”
Cuenta la dueña que a la corte de Madrid llegó desde Asturias a servir con una señora. Se queda huérfana y un escudero “apersonado” se enamora de ella antes de casarse, que tiene una hija y que se quedó viuda como consecuencia de un “accidente laboral” en el que se vio atravesado por un alfiler de la señora. Como consecuencia de ello, fue despedido y murió a continuación.
Le toca a DQ escuchar que la hija cuenta ya con 16 años, cinco meses y tres días. Un labrador rico se enamoró de ella, se juntaron sin permiso para poco después abandonarla con la deshonra a cuestas. La dueña recurre a DQ después del fracaso de sus intentos para que la intervención del duque, que hace “orejas de mercader” medie en la deshonra. En realidad, su hija merece más atención por parte del hidalgo que Altisidorilla “que no es todo oro lo que reluce”. Incluso la duquesa tiene unas fuentes en las piernas por donde desagua el mal humor; ámbar líquido debe de ser lo que de allí mana según DQ.
"otra persona, [...] le alzaba las faldas, y con una, al parecer, chinela, le comenzó a dar tantos azotes, que era una compasión"
1964-Madrid-Nacional
1964-Madrid-Nacional
Se le cae la vela a la dueña Rodríguez al abrir la puerta y alguien la agarra por la garganta “que no la dejaba gañir”, mientras otra la azota con una zapatilla. DQ, mientras tanto, amonado en la cama, no le vaya a tocar algo en el reparto. De poco le sirvió porque fueron a por él y le pellizcaron durante una batalla de media hora dejándole “doloroso y pellizcado, confuso y pensativo”.
"le pellizcaron tan a menudo y tan reciamente, que no pudo dejar de defenderse a puñadas"
1833-Roma-Gentilucci
1833-Roma-Gentilucci
Ahora nos vamos a la ínsula a comprobar si S remedió su hambre y volvemos a dejar a su amo en la cama, más convaleciente aún después de la recaída.
"...vendado el rostro y señalado, no por la mano de Dios, sino por las uñas de un gato"
1843-Pforzheim-Finck
1843-Pforzheim-Finck
Este comentario pertenece al grupo de lectura del Quijote que coordina y dirige desde La Acequia el profesor D Pedro Ojeda Escudero
10 comentarios:
¡Pobre criatura! y alma cándida,le ocurre de todo aunque esta intervención tan respetuosa de doña Rodríguez le aliviará el corazón.
Abrazos
¡Qué grabados más estupendos! Pobre Quijo siempre acaba hecho un cristo... Besotes quijotescos, M.
Las imagenes son estupendas Pancho. Pobre D. Quijote: de los arañazos gatunos a los pellizcos; es que no para.
Un abrazo.
Excelente forma de hacernos ver la pirueta técnica de este capítulo.
Las imágenes, impagables.
Igual que sucedió a doña Rodríguez con sus principales señores, no ha mucho tiempo, en nuestra España, a los empleadores se les llamaba "Amos".
Es tal la necesidad de justicia que tiene la dueña que se agarra a.... un caballero andante
Cosmo: Doña Rodríguez entra en los terrenos del sueño de DQ, tan peligrosos como los de JT delante del toro.
Merche: Como un Nazareno acaba.
Cornelius: Con una diferencia, éstos últimos eran de menterijilla.
Pedro: Andamos con las orejas tiesas en busca de novedades en la narración. Cervantas rara es la vez que defrauda la búsqueda.
Paco: Tienes razón, hay que estar muy contagiado y carente de justicia para que tengas que recurrir a un caballero con ideas trasnochadas pero íntegro.
Un abrazo a todos y cada uno y gracias por vuestra visita y comentario.
Cuando la dueña sale a encender la vela DQ quiere cerrar la puerta porque no se fía de sí mismo, de no sucumbir a la llamada del deseo, pero llega tarde , aunque como estaba equivocado en sus sospechas, de momento no hay peligro.
Al final el pobre vuelve a salir mal parado.
Besos
Asun: Si la que entra es Altisidora, estaríamos hablando de otra cosa, pero se nos rajó el autor al ponerle cara de dueña a la visitante al aposento.
Un abrazo
Doña Rodríguez acude a don Quijote como caballero andante para que remedie a su hija, que el duque ni caso. Quijotizada dueña, a pesar de que conoce, por dentro, l tinglado.
El burlador es el que fía a su señor, cuando necesita tapar sus trampas. Intocable.
Sigue el molimiento de don Quijote,ahora tocan pellizcos, menos mal que no le han azotado, como a la gazmoña doña Rodríguez.
Un abrazo, pancho.
Abejita: Este capítulo está construido en clave de humor, situaciones extremas que provocarían carcajadas en los corrales de comedia si se representara. El relato tiene todas las trazas de una obrilla de teatro, un entremés. DQ y la dueña son los únicos personajes que están en su plano real, representando su propia realidad. Los azotes son reales y los pellizcos también.
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