jueves, 8 de octubre de 2009

Un entreverado loco

 
Gustave Doré


Cervantes  ajusta de nuevo la unidad temática a la extensión razonable de un capítulo: los cuatro días de estancia de DQ y S en la casa – castillo de D. Diego. Hace coincidir principio y fin del capítulo con la llegada y salida de los protagonistas a la misma.
Como hombre de mundo que es el autor, seguro que conocía la igualdad en la apreciación que ofrecen las diferentes lenguas europeas: 

El huésped y el pez, días tres, más huele, si más es.
Company is like fish: after three days they stink
L’hôte et le poisson, en trois jours poison.
O hospede e o peixe aos tres días aborece,
L’ospite e il pesce dopo tre dì rincresce.

C, poco amigo de convencionalismos y lugares comunes, rompe el dicho acomodando al Caballero Andante y escudero durante cuatro días en casa de Doña Cristina. Señora que recibe, acoge y despide a la pareja.
Sin el preámbulo que hemos utilizado para comenzar el comentario (tampoco uno tiene nada que ver con  C) se nos introduce a los lectores en una casa “ancha como de aldea”; surtida de tinajas, la entrada; Dulcineas del Toboso para DQ. Las eróticas, curvilíneas redondeces de las tinajas le transportan al sugerente mundo de las pasarelas. Observamos cómo DQ cambia en sus percepciones. Donde antes veía gigantes en los odres, ahora ve pasarelas de top models luciendo prendas que se le asemejan a su Dulcinea.
DQ se encuentra a gusto en una casa donde reina un silencio de monasterio de cartujos. La ausencia de niños que rompan el silencio es evidente. Un lugar donde es bien acogido y enseguida encuentra un feeling especial con Lorenzo, hijo de los amos de la casa, no sin antes pasar la cabeza y el rostro por cinco o seis calderos de agua que le quiten el aspecto pringoso del suero y requesón. Nada de baños y duchas, que todavía faltaban varios siglos para que esas comodidades llegaran a los pueblos españoles. Hasta la segunda mitad del S XX sus gentes solo sabían por referencias qué era un grifo y un cuarto de baño, cosas de nobles gentes y habitantes de las urbes. Es impresionante lo que han cambiado las costumbres en este aspecto y lo que se ha evolucionado. La semi desnudez de DQ, también nos descubre que padecía de los riñones, sufrimiento que viene a añadirse a su atracción por la farándula de su vida anterior al trastorno viajero.
DQ se dispone a pasar de nuevo el test de locura – cordura, esta vez ante Lorenzo, que ya había sido advertido por su padre: “le he visto hacer cosas del mayor loco del mundo, y decir razones tan discretas que borran y deshacen sus hechos […] antes le tengo por loco que por cuerdo.” Parece desdecirse de lo que antes había afirmado: “todo lo que vuesa merced ha dicho y hecho va nivelado con el fiel de la misma razón”.

Mientras se pone la mesa, DQ y Lorenzo entablan conversación. El buen feeling entre los dos se refuerza al gustarle la humildad con la que Lorenzo habla de poesía: porque no hay poeta que no sea arrogante y piense de sí que es el mayor poeta del mundo”. Como si el tiempo no hubiera pasado por esta afirmación ni por los consejos que le da sobre el mundillo literario de los premios.

Siguiendo adelante con el test, DQ afirma que un Caballero Andante debe ser; juez, teólogo, médico, paramédico, astrólogo, matemático y santo varón, sin dejar atrás otras menudencias como: herrero y peletero; todo ello adornado con la castidad hasta en el pensamiento, honestidad, liberalidad, además de defender la verdad aunque le cueste la vida. No hay ciencia que comparársele pueda a tal ramillete de sabiduría y cualidades. “El es un entreverado loco, lleno de lúcidos intervalos” es la conclusión de Lorenzo sobre DQ.

Después de bien comidos, cosa que suponemos, pues ésta debió de ser una de las “disgresiones inútiles” para el cuento. Lorenzo da muestra de sus habilidades recitando una glosa sobre el tiempo, cuyo paso y fugacidad siempre ha atormentado a los poetas destacando entre otras cosas: volver el tiempo a ser / después que una vez ha sido, / no hay en la tierra poder / que a tanto se haya estendido.” que hacen a DQ exclamar que está ante “el mejor poeta del orbe”. El hidalgo le pide unos endecasílabos que lo confirmen. Lorenzo, a pesar de considerarlo medio loco, no puede negarse ante tamaño grado de adulación y recita un soneto que a DQ le parece obra de un consumado poeta, que no consumido.
Después de los cuatro días de vida regalada y meditación que se pasaron en la bien surtida, silenciosa casa, la abandonan a requerimiento de DQ (después de que S llene bien las alforjas en un capítulo que ha estado missing), que ya siente en su nuca la fría llamada de la locura a la búsqueda de nuevas aventuras; no sin antes aconsejarle a Lorenzo que con la poesía “podrá ser famoso si se guía más por el parecer ajeno que por el propio. Qué poco de locura entreverada tiene el hidalgo ahora.

Este comentario pertenece al grupo de lectura del Quijote que coordina y dirige desde La Acequia el profesor D Pedro Ojeda Escudero y ya ha sido publicado en la misma.

13 comentarios:

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Total y absolutamente de acuerdo, Pancho. Estupendo comentario.

Tu aseveración sobre la poesia es estupenda, y desde luego, que fuerte es el poder de la adulación.

Repito: sensacional.

Un abrazo.

Merche Pallarés dijo...

¡Estupendo! Panchito. La famosa frase de los tres dias, ¿no la dicen los alemanes? Je,je...
La adulación hace estragos sin duda alguna, solo hay que ver cuán envarado y ufano pasea Camps por su feudo valenciano...
Precioso el grabado de Doré. Besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

En efecto, ajusta todo a un capítulo y en él nos da cuatro -no había caído en el refrán, con el que seguro jugó Cervantes aquí-. Muy bien visto el examen de locura. La ilustración de Doré, una gozada.

Anónimo dijo...

Buenos días, pancho:

- Gustave Doré debía conocer perfectamente El Quijote, pues el trabajo que dedicó a la ilustración (¿366 dibujos?) son una maravilla.
- Este que has elegido hoy, me recuerda un edificio de Barcelona. Es estupendo verlo con detalle. No falta hasta una planta delante de las tobosencas tinajas.
- El comentario en La acequia, en tu línea.

Saludos. Gelu

pancho dijo...

Cornelius: La adulación es un arte y un deber para aquellos que quieran ascender en la escala social. Hay otros que no viven si no sienten el aliento adulante alrededor.

Merche: Los alemanes seguro que la inventaron, pero no entiendo ese idioma tan difícil y eso que debería, pues lo estudié un par de años.

Pedro: Es un capítulo que tiene mucho escondido. Complejo y lleno de claves. Quien las descubra tiene la llave del tesoro quijotesco.

Gelu: No sabía que eran tantos. En mi libro hay sólo 75. He visto otro parecido con unos 130 dibujos. Este DQ es un crack, hay que tener imaginación para ver Dulcineas en las tinajas. Procuro esmerarme en los comentarios, máxime si van a la Acequia donde el nivel está por las nubes, pero siempre tengo que andar corrigiendo errores de segundas. Es una ventaja del blog, puedes entrar y corregir lo que te parezca, cuando quieras.

Gracias por vuestras palabras y comentarios. Buen fin de semana largo.

Unknown dijo...

Llego tarde, cosas de los trenes de cercanías. (Excusa)
En el tema de la adulación sobre el joven poeta no hay síntomas de locura, sino de admiración por su obra. ¿Acaso no buscaba Cervantes esa misma adulación sobre sus poemas?
Me imagino haciendo aquello tan típico que dice... "Ya que tu no me dices que me quieres, me lo digo yo mismo que para eso, no tengo abuela".
Excelente desarrollo amigo. Excelente.
Un abrazo

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Al adulador ahora le llamamos "pelota"; pero es que a veces es necesario para sobrevivir.

No había caido en lo del refrán, es que este Cervantes los maneja al dedidllo. Un abrazo.

pancho dijo...

Jan: Según cuenta algún comentarista los halagos son como respuesta a los ataques que recibe de Lope. Supongo que C se sentiría mal por no poder vivir de la escritura, su auténtica pasión. De todas formas el nunca se dedicó a la escritura full time hasta bien tarde, cuando manco, no tuvo más remedio que buscar mecenazgos para dedicarse a escribir y al mismo tiempo poder sobrevivir. Poca gente en España ha podido vivir holgadamente de la escritura, menos de la poesía, sólo. El buscaría reconocimiento más que adulación.

Tucci: Abundan, abundan los de esa especie.

Las sentencias están para romperlas, como los records. En este caso se la salta a la torera.

Kety dijo...

Muy buena reflexión sobre el capítulo.

Como he dicho en otro comentario, Cervantes tenía una espinita clavada sobre la indiferencia hacia su poesía...

Agradezco tu visita
Un abrazo

Antonio Aguilera dijo...

PANCHO:
Pues según el dicho popular si nuestros héroes, antihéroes casi siempre, han estado cuatro días en lo del Lechuga, ya huelen como el pescado caducado; más no se entiende que don Quijote huela mal ahora que consumió seis calderos de agua en la toilette de la sra Cristina.

Hace dos días que leo tu excelente entrada ésta, y aún estoy forzando mis neuronas en ver, como don Quijote, las formas de dulcinea “en las eróticas curvilíneas redondeces de las tinajas”; eso es tenr imaginación. Muy buena la metáfora, ni Góngora lo hace mejor.

El test de cordura-locura, al final no nos benefició: cuando don Quijote se pone cuerdo se nos muere. Y es que en este mundo para vivir, para sobrevivir, hay que nutrirse de sueños.

Suerte amigo con esos alumnos carnìvoros.

pancho dijo...

Kety: Pero lo que dice sobre ella y los poetas tiene plena vigencia.
Te visito desde hace tiempo, el poema sobre la tierra de D Guillermo es muy bueno y original, he ido a él varias veces.

Aguilera: No se acomoda fácilmente C a los dichos. Seguro que ahora sí le ablandaron los sesos, pero para bien, pues desbarra poco el hidalgo durante su estancia en el aposento cartujano.

Es cierto si no fuera por los sueños, como esta locura quijotesca, la vida sería más plana.

Esperemos que los carnívoros se queden sólo en la metáfora.

Abejita de la Vega dijo...

El huésped y la pesca, a los tres días apesta. Así lo conocía yo.
Dulcinea debía estar muy oronda para que don Quijote viese sus curvas en la de las tinajas, je, je.Muy bueno.
Lo de los calderos nos llama la atención en estos tiempos de duchas diarias pero, como tú dices los cuartos de baño, en el campo, eran desconocidos.Tampoco había lavadoras para quitar la mugre acumulada y el óxido de las armas en la ropa. Da pena verlo sin armas.Patético...

Un abrazo,pancho

pancho dijo...

Abejita: Buena variante del asunto de los huéspedes. DQ tenía una imagen muy difuminada de Dulcinea, lo más parecido era la labradora chata de hace unos capítulos que no le dejó ni rozar la mano. Al menos no se lio a mandobles como si fueran gigantes. Yo creo que la estancia en casa y los buenos cuidados de las damas paliaron un tanto su locura.
Un abrazo