jueves, 2 de noviembre de 2017

La sirena de Gibraltar. Leandro Pérez. Estar de muerte.




"El Peñón se agigantaba según se acercaban a la costa"

La sirena de Gibraltar 
Leandro Pérez 

La sirena de Gibraltar no está en los escaparates y anaqueles de las librerías de Salamanca. Pero un mensaje en el móvil te avisa de que ya lo tienes disponible en la librería veinticuatro horas más tarde. Dentro destacan los títulos traducidos del flamante nuevo Premio Nobel británico con nombre japonés, Kazuo Ishiguro, que a uno no le sonaba más que de nombre y gracias. 

La portada de la novela da un poco de yu yu cuando se mira con algo de calma. La imagen tiene la quietud permanente de un cadáver sin ojos. La frialdad del mármol. Sudario de luz, tiniebla y soledad en las manos entrelazadas, abrazadas al agua que da y quita la vida. Una imagen enigmática que esconde un misterio. La foto del autor (La misma que usa en las redes sociales) y una breve y cuidada reseña de la novela ocupan la contraportada. En ella ya se nos anticipa que estamos ante un “thriller absorbente protagonizado por un personaje tan memorable como magnético, Juan Torca.” 




"Pues ojalá gracias a esos túneles se venga abajo el Peñón, con los putos monos, eso dice mi cuñao"

La solapa de la portada reproduce la primera página de la novela en la que destaca esa frase redonda del amanecer que te corta el jadeo de un puñetazo. Pronto y en la mano: “La muerte es una sirena andaluza con la cola forrada de hormigón.” Sirena llanita con acento andaluz. 

La solapa de la pasta de atrás es una breve biografía del autor junto a las típicas consideraciones laudatorias de críticos y escritores sobre la novela que siempre ayudan debido a su categoría literaria, pues tampoco se pueden arriesgar a quedar comprometidos por una opinión que luego no se vea refrendada por el lector. Todo ello rematado con tres direcciones en las que se invita al lector a expresar su opinión sobre la obra. Se nota que el autor no tiene plomo en las alas que lastre su vida en internet. 





Dos reflexiones o citas literarias nos siguen dando pistas sobre el tema del thriller antes de comenzar el relato. La primera viene de la Edad Media, dos versos del Cantar de Mío Cid con hambre y sed de justicia por el ultraje al honor sufrido en lo más intocable de un hombre; sus dos hijas vejadas por los infantes de Carrión: 
 “Quien a damas escarnece y así abandona a traición 
que otro tanto le acontezca o alguna cosa peor.” 

La segunda es actual, de Walter White, el profesor protagonista de la exitosa serie de televisión Breaking Bad: 
 “Todas las vidas vienen con una condena a muerte” Nacer es comenzar a morir. 

Después otra de Albert Camus: 
“Para que la pena sea verdaderamente ejemplar ha de ser espantosa.” 
Incide en la superación de la ley del talión que quiere una pena idéntica al estropicio causado, un escarmiento. Nada ni nadie te exonera de la culpa, por eso se representa a la justicia con los ojos cerrados y una espada. 

Las nueve citas de la novela merecen mención aparte. Cada uno de los siete capítulos principales en los que está estructurada la novela viene encabezado por una cita acorde con la lectura que sigue. He aquí algunos, transcritos porque me parecen preciosos y elegidos con sumo cuidado, llenos de significado como el célebre poema de Ángel González en “Glosas a Heráclito”
“Nada es lo mismo, nada 
Permanece. 
Menos 
La Historia y la morcilla de mi tierra: 
Se hacen las dos con sangre, se repiten.” 

 “El futuro es un humo de ala dulce y homicida. Una esperanza con neones.” Antonio Lucas. 

Y la última que es como una invitación a leer la próxima entrega de Juan Torga: 
“El quería cruzar los mares y olvidar a su sirena.” 
Fito y los Fitipaldis en “Soldadito marinero” 

Las citas, breves y contundentes como un tweet, son la banda sonora de un relato en el que no queda espacio para la música, todo va derecho al grano,  sin circunloquios ni paradas narrativas que alivien la tensión permanente. El artefacto narrativo está estructurado con precisión de cirujano experto. Siete días de la semana, siete capítulos distintos, de lunes a domingo, del uno al siete de julio San Fermín como la canción popular. Seis días de trabajo estresante para una persona normal y el séptimo que no tiene más remedio que descansar porque el protagonista termina la historia medio muerto en un hospital de Gibraltar. 




"El casino flotante estaba fondeado en una zona ganada al mar, nueva, cercana a la frontera"

Luego, veinte capítulos, todos titulados a la vieja usanza de los escritores grandes como Cervantes o Dostoyevsky que también titulaban los capítulos. Los títulos son otra clave certera más de lo que vamos a leer segundos después. Nuevo valor añadido de esta novela que certifica que a Leandro Pérez le caben en la cabeza muchos tipos de literatura. Para terminar una coda final o epílogo en el que señala que quizás encontrara el yacimiento de inspiración el trece de julio de 2013, trescientos aniversario del Tratado de Utrecht. El misterio de la Santísima Trinidad, el número tres. Los motivos, los agradecimientos y un correo electrónico para lectores que quieran comentar el libro. 

Las cosas pasan principalmente en Madrid que es donde reside Juan Torca, pero hay bastantes viajes por la geografía nacional. De norte a sur, viajes importantes para el desarrollo de la narración, de Bilbao a Marbella y Gibraltar que es donde muere la historia con las trepidantes escenas del asesino en bicicleta. 

Tocaría hablar de los personajes, ambiente, estilo  y contar algo del argumento, pero lo dejaremos para la siguiente entrada porque tampoco conviene abusar de los millones de lectores que por aquí se acerquen. 

Si he de fundir mi espacio frente al tuyo 
Cómo será tu cuerpo al recorrerme 
Y cómo mi corazón si estoy de muerte 
Mi corazón si estoy de muerte
Chabuca Granda


Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


3 comentarios:

Abejita de la Vega dijo...

Como no soy una amante del género, veo las cosas con el prisma de Rodrigo Torca, el hijo de Juan Torca, un policia de una pieza:

"Pero si te llamaron, si pensaron en ti para asesinarla, es por algo. Porque eres un asesino. Porque matas. ¿A cuántas personas has matado? ¿Las has contado' ¿A que para eliminar a alguien no contratan a la portera de casa o al panadero de la esquina?"

Un abrazo, Pancho.

Corre, vuela, corta las olas del mar, quién pudiera a una sirena encontrar.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Esto es entrar abriendo primero la puerta. Excelente. Y con el ritmo de la novela: al grano y por derecho. La primera frase es tan buena que corta el hipo. Y esta canción de Chabuca Grande un descubrimiento para mí.
(Como publicaste un poquito tarde y estaba yo liado el jueves pasado no pude incluir la entrada en las noticias de aquella semana, lo hago en esta.)

La seña Carmen dijo...

Es curioso ver cómo un mismo texto, unas letras puestas a continuación de otras, nos producen resultados, reacciones tan diferentes en los lectores.

En fin, será que lo miro con otros ojos, pero a mí este tipo no me pone, por mucho que el profesor Ojeda se haya quedado casi sin dedos al alabarlo. Exceso de testosterona, amigos, es lo que veo yo en esta novela.

A pesar de ello me gusta leer vuestros comentarios que siempre descubren cosas.