viernes, 2 de septiembre de 2016

Cartas Marruecas (1) José Cadalso. Meterse a jardinero.






Cartas Marruecas (1) 
José Cadalso 

La biografía de José Cadalso y Vázquez de Andrade es apasionante, contiene material narrativo suficiente para hacer de ella una novela o una película de éxito. Como ya hicimos un pequeño resumen al introducir el diálogo de Noches Lúgubres, aquí nos vamos a limitar - a modo de introducción- a apuntar algo del papel que juega Cartas Marruecas en el conjunto de su obra literaria, extraído de la introducción a la edición publicada por Ediciones Libertarias y prologado por Juan José Abate Blanco.  

La aceptación por parte de la crítica y los lectores ha sido irregular a lo largo del tiempo, ha pasado del ostracismo a ser considerado el título más conocido de los suyos. La publicación de las Cartas Marruecas es también póstuma, como lo fue Noches lúgubres. Aparece impresa por primera vez en el Correo de Ciegos de Madrid en 1789, Cadalso había muerto en 1782 durante el cerco de Gibraltar. Cuando en 1793 se publica en libro, aparece con modificaciones numerosas a fin de suavizar algunas de las críticas o eludir posibles roces con los censores. 

Aunque Cadalso nunca dejó de leerse, es Azorín el punto de partida que impulsa la revalorización de su obra en el prólogo de la edición de Calleja de 1917. 

En cuanto a la fecha de escritura, existen datos en la misma obra que indican que se espació a lo largo de varios años, a medida que un tema determinado suscitaba su interés. Concretamente entre los años 1768 y 1774 durante su estancia en Salamanca. La ordenación de las cartas la hizo al final con objeto de darles unidad y continuidad.  Las aguas vuelven a su cauce tal como han llegado a nuestros días.  

Las Cartas Marruecas es un compendio de noventa epístolas escritas en primera persona, cruzadas entre sí por Gazel, Ben-Beley y Nuño. La gran mayoría de Gazel lo convierte en el protagonista. Las diez misivas de Nuño en las que vierte la visión de un ciudadano español son interesantes porque pueden corresponder con la visión del propio Cadalso: carácter taciturno, retirado de la vida social con antiguas veleidades literarias, pero defensor del deber moral de renunciar al retiro si se tienen capacidades que beneficien a la sociedad que lo sostiene; como él mismo hizo al dedicarse a obedecer en la vida castrense, a pesar de la desilusión y falta de incentivos. Conocedor de Europa, de mentalidad y formación ilustrada y al mismo tiempo defensor de la esencia española, toma este regreso a las raíces como un viaje interior para conocerse mejor. 

Aunque algunos autores sitúan las Cartas Marruecas en la periferia de la literatura - el mismo autor le reconoce escaso valor literario - la verosimilitud y la forma de tratar los temas más candentes, como son la importancia de las obras públicas, el pésimo estado de los caminos y comunicaciones o el problema de la despoblación, han hecho que la novela epistolar se siga leyendo y se vea reeditada con relativa asiduidad doscientos cincuenta años después de su escritura. 




"Se siente orgulloso sin negar los errores y excesos cometidos."


El tema principal de las Cartas es el “carácter nacional.” Cadalso intenta afrontarlo desde la objetividad más estricta; habla de las costumbres, modas, del pasado histórico y cultural,  huyendo de la superficialidad de las valoraciones vertidas en los libros de viajes. Cadalso concibe el pasado como enseñanza para el presente, ya sea digno de imitar o de desechar. Así,  considera el siglo XVI como el siglo de la grandeza y el XVII como el de la ruina. 

Mención especial merecen sus consideraciones sobre la conquista de América, errores y excesos incluidos. Pone éstos en la balanza contra el tráfico de esclavos negros, practicado sobre todo por los países que más atacan la actuación española en América

La economía es un tema que también incide en la obra en tanto es importante para el desarrollo de las naciones en sus vertientes del lujo y la austeridad. Tampoco elude la educación y la corrupción de la lengua, la afectación en el comportamiento, ni el descenso de población en lo que supone de quebranto de la riqueza. 

En general Cadalso adopta una actitud ecléctica; al mismo tiempo que censura los vicios nacionales, se muestra orgulloso de nuestra cultura, convirtiendo esta obra en un antecedente del ensayo por su claridad y modernidad. Su estilo procura huir de todo aquello que suponga ampulosidad y extravagancia. 




"¡Jesús, María y José! Este hombre es traidor a su patria."


 INTRODUCCIÓN 

Cadalso comienza la introducción con una referencia a Cervantes en la que muestra la admiración por el autor. (Aún no era viejo recurrir a la sabiduría y originalidad de Cervantes.) Señala que desde que el novelista denunciara las costumbres viciosas de nuestros antepasados en el Quijote, no han cesado las críticas de autores extranjeros. El mayor éxito corresponde al género epistolar por lo que su fragmentación supone de lectura cómoda, que aunque no digan cosa nueva, están escritas en un estilo atractivo y novedoso. Esta razón es la que lleva a Cadalso a adoptar el formato de cartas con un protagonista viajero llegado de tierras lejanas para escribir de nuestros vicios y costumbres. En ellas lo importante es lo escrito y no tanto la relevancia del verdadero autor: “Cartas escritas por un moro llamado Gazel Ben-Aly, a Ben-Beley, amigo suyo, sobre los usos y costumbres de los españoles antiguos y modernos, con algunas respuestas de Ben-Beley, y otras cartas relativas a éstas.” Ambigüedad del narrador en otra muestra más del claro juego cervantino que nos propone el autor. 

Añade que las publica porque en ellas no se tratan asuntos de religión ni de gobierno con lo cual evita engorrosos encontronazos con la censura y no hiere creencias ni pasiones de sus compatriotas. Incide en “ese sí, pero no” cuando apunta: “El amigo que me dejó el manuscrito de estas Cartas y que, según las más juiciosas conjeturas, fue el verdadero autor de ellas, era tan mío y yo tan suyo, que éramos uno propio.” Y concluye: “[…]puedo llamar esta obra mía sin ofender a la verdad.” Se resiste a ser considerado mero editor de los manuscritos: demasiada humillación para su amor propio. Afirma que persigue la brevedad de la obra, medida en quilates como las piedras preciosas, huyendo de los libros que pesan quintales como era usual en la época. En modo alguno pretende abusar de la paciencia del lector. 

 Es consciente de que la obra no va a gustar. Al tratarse en ella del “carácter nacional,” disgustará tanto a los que esperen improperios contra esta nación ajada, como no encontrarán mediano mérito los que esperen alabanzas a troche y moche. 

Piensa que es indispensable atraer el odio de ambas parcialidades, hacerse sospechoso a ojos de los preocupados de ambos extremos para aplicar la razón a las reflexiones. No es fácil caminar entre los que afirman: “Este hombre es traidor a la patria” y los “que se avergüenzan de haber nacido de este lado de los Pirineos.” Las posiciones de las dos Españas siguen atrincheradas doscientos cincuenta años después.


Érase de un marinero 
que hizo un jardín junto al mar 
y se metió a jardinero. 

 Estaba el jardín en flor 
y el marinero se fue 
por esos mares de Dios.
Antonio Machado / Joan Manuel Serrat




El presente  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


5 comentarios:

Abejita de la Vega dijo...

Y se metió a jardinero. O en jardines, implacable la censura.
Cómo has madrugado Pancho.
Un abrazo

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, pancho:

Después de escuchar este remate poético musical con el que has sembrado tu entrada, sólo me queda decirte que me apuntaré a la lectura de las ‘Cartas Marruecas’.
Un buen retorno de vacaciones.

Abrazos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Comenzamos nuevo curso y nueva lectura.
Cadalso puso sobre el tapete la cuestión de España y me temo que necesitaremos de su visión en los próximos meses para comprender la algarabía...
Excelente introducción que hace apetecer la lectura de la obra.

Myriam dijo...

¡Qué aplicado has estado, Pancho!
Me gustó mucho tu introducción,
me aclara muchas cosas.

Besos

andandos dijo...

También a mí me ha gustado la introducción, y me animo a leerla.

Un saludo