miércoles, 15 de enero de 2014

Todo lo que era sólido (10), Antonio Muñoz Molina





"Los nuestros están de este lado, los otros al otro lado de la tierra de nadie"


Todo lo que era sólido (10) 
Antonio Muñoz Molina 

No existe cultura del debate en España. No vayas a un mitin a oír las explicaciones de un programa electoral. Solo tienen cabida en él los convencidos que quieran oír cómo se embiste y se arrincona al adversario contra la pared al grito unánime de los asistentes de: “¡Dales Caña!” No hay debate de ideas argumentadas y contrastadas con otras al objeto de encontrar un punto intermedio, solo propaganda, eslóganes repetidos hasta la saciedad. Ceder un poco para ganar todos. Los medios han entrado en la broma macabra de conmigo o contra mí. Han reducido la libertad de expresión al intercambio continuo de denuestos e insultos. 

En España se jalea para que lleves la contraria a los del bando contrario, pero no a los del tuyo, a los que alguna vez has defendido. Si lo haces, rápidamente serás repudiado y señalado como traidor, marcado como las reses de por vida, nada difícil de conseguir en un país tan poblado de hombres de fe, de creyentes nacionalistas. Son escasos los que se atreven a denunciar lo que es indigno o a llevar la contraria, no ya a los principios fundamentales de la ideología, sino a hechos particulares de la realidad, rige la ley del silencio. 

“Tan difícil como pasear libremente por el campo en Estados Unidos es ejercer de verdad la libertad de expresión en España”. Rápidamente chocas contra la pared rodeada de un campo de minas del que es imposible salir sin dejarse pelos en la gatera. Resulta mucho más cómodo disparar bien parapetado desde la trinchera con el apoyo de los tuyos. Nada que ver con el público, democrático por diverso, que asiste codo con codo desde los tendidos a una corrida de toros con el sol de morros y perteneciente a todas y cada una de las clases sociales. 


"Quedarse solo por haber llevado la contraria a algún mandamiento de la ortodoxia del propio bando"


Que te aparten y que te hagan la vida imposible. Quedarse solo, en tierra de nadie. Como se quedaron Chaves Nogales y Arturo Barea durante la Guerra Civil por defender la República, pero no estar de acuerdo con las barbaridades que se hicieron en su nombre. El olvido y la capa de silencio elocuente que como una losa cayó sobre ellos después de la guerra son terroríficos. A Barea lo conocimos a finales de los ochenta por la renombrada serie de televisión sobre la trilogía: La forja de un rebelde. A Chaves Nogales nunca le perdonaron que abandonara Madrid en noviembre del 36 acompañando al gobierno cuando era el director del diario Ahora. Tampoco que escribiera la biografía de Belmonte, la mejor que existe de un torero porque hace un retrato inmenso de la época y de los personajes que le rodean, o que no tomara partido en las brillantes y sentidas narraciones breves de A Sangre y fuego. 

En un país que jalea el despechugamiento expresivo es raro que se llame a las cosas por su nombre. El mecanismo perverso de los “huracanes de miedo ante la libertad” entra en juego y gana la partida cuando se pertenece de manera inquebrantable a un grupo, cuando uno no ve lo que tiene delante de los ojos o se niega a verlo si se filtra a la conciencia por algún resquicio. Cuando se ve pero se hace como que no se ha visto, no vayan los espíritus puros a acusarte de desertor o traidor a la causa. Pocos se arriesgan a verse excluidos del grupo de sangre limpia, de la pureza sin mancha. No ver nada y fingir que se está viendo lo mismo que te dicen que veas y esforzarte por asegurarlo, no vayas a levantar sospechas de simulación. 


 "Eran países lejanos por los que solo se podía transitar como un extranjero"

Para entender lo que está pasando en España hay que leer a Cervantes, “que tenía una conciencia política tan aguda, y que con su serena ironía caló mucho más hondo que Quevedo con todas sus interjecciones y retruécanos”. Acompañar a don Quijote al palacio de los duques e introducirse en el Retablo de las Maravillas. Los duques montan un mundo paralelo con gran artificio, sin reparar en gastos para ridiculizar a don Quijote y Sancho. Cervantes denuncia el derroche de la nobleza y la insensatez de las guerras imperiales que engullían el oro de América, crujían a impuestos a los campesinos y hundían en la miseria y la calamidad a la realidad española. Igual que a Sancho, analfabeto, ser cristiano viejo le bastó para llegar a gobernador, al músico del Retablo de las Maravillas se le mide no por su talento sino por su limpieza de sangre. 

Importa el origen sin mancha, la pureza de raza. Hay que esforzarse en ver lo que ven todos los demás. Cuando alguien se atreve a descubrir el engaño, surge la voz terrible, inquisitorial, del alcalde: “De ellos es, pues no ve nada”. De ellos, de los que no pueden ni nombrarse porque sería como reconocer su existencia, mancharse con su impureza. “Solo fingiendo o creyendo ver lo que no existe se está seguro de no pertenecer a ese ellos infame. El solo hecho de ver la realidad y contarla lo convierte a uno en un proscrito, en un disidente, en un raro: en un aguafiestas”. 

En 2008 la economía crecía a un ritmo del 4% anual. MM venía de Nueva York donde los chiringuitos financieros más sólidos habían saltado por los aires. En la calle se cerraban negocios de toda vida. La alarma se reflejaba en los rostros de la gente. En España aún se vivía en el artificio paralelo del engaño de los Duques sin nombre de la segunda parte del Quijote. Hablar de crisis americana era mentar la bicha, propaganda de la derecha para hacer daño al gobierno. 

El verano de 2012 fue un sin vivir de principio a fin. Conocimos a la prima de riesgo enfurecida. Cada mañana nos sobresaltaba con una subida que significaba más paro y más deuda. Aquello parecía el incendio incontrolado de todos los veranos que reduce a cenizas la masa forestal de media España. El autor viaja en el tiempo. Se sumerge en los volúmenes encuadernados de El País de 2007 durante varias horas todas las mañanas. Regresa a casa y al caer la tarde rumia los apuntes de su cuaderno y escribe. Leer los periódicos atrasados es como viajar a un país extranjero, adivinar el pasado, revivir lo ya vivido desde el futuro. 



"Venir a España era llegar a otro mundo"

No es lo mismo viajar en el tiempo, parar, aterrizar en 1936 o 1969 que hacerlo en enero y febrero de 2007. Lo primero significa viajar como un extranjero que divisa el pasado a través de un cristal empañado. Lo segundo es asombrarse por lo que ya no se reconoce de tu ciudad. Reconocer la fragilidad de la memoria, lo selectiva que se vuelve. En 2007 aún resonaban los ecos de la explosión de la T4. Dos inmigrantes ecuatorianos vinieron de lejos para convertirse en carne de cañón de los libertadores de la patria vasca. “Venir de tan lejos para que lo maten a uno y que al poco tiempo no quede el menor recuerdo”. Isaías Carrasco, concejal socialista, de los últimos asesinados de todos, el más desasistido. 

2007 es un disparate, un país salvaje de coches de lujo, viajes exóticos, clínicas de cirugía estética, áticos exclusivos en el centro de Madrid, placeres eróticos. 2007 es un catálogo completo de récords: viviendas para media Europa, treinta y cinco rascacielos en el Manhattan de Cullera, el Pocero de Seseña habla de hacer una ciudad de cien mil habitantes en los páramos baldíos, sin agua. Campos de golf donde más falta el agua. Rodeados por la podredumbre desvergonzada de los pelotazos urbanísticos. Cercados por el furor enloquecido del arte de Damien Hirst y los tiburones disecados en la feria de ARCO. Entregados sin condiciones a la moda importada de los centros comerciales. 




Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero

6 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

En efecto, cuando vino la crisis este país parecía un paisaje del disparate, de la desmesura, de la pérdida del sentido común.
Sabía que te ibas a fijar en Cervantes...

Antonio Aguilera dijo...

Pues yo también me fijé en Cervantes; uf, me entró una pereza -por interminable- en desarrollar el tema. Qué bien y qué extenso desgranas los entresijos del libro.
Espero unirme a mas lecturas, a ver si voy dejando los frenos -pastillas- de la patata. Q me cuesta trabajillo...
un abrazo

Paco Cuesta dijo...

Los mítines y reuniones de partido tienen éxito asegurado: se aplauden solos, no se puede discrepar. Quizás por eso es tan frecuente y provechosa la técnica del avestruz que apuntas.
Un abrazo

Ele Bergón dijo...

¡Cuánto nos falta para aprender sobre lo que es la verdadera democracia! y en este aprendizaje me refiero a todos, ciudadanos y políticos

Un abrazo
Luz

José Núñez de Cela dijo...

El libro es espléndido, claro retrato de un tiempo en el que absurdamente lo echamos todo a perder. Después de leerlo me quedó la sensación que los espejos cóncavos o convexos que teníamos delante se convertían en planos.

Saludos!

Abejita de la Vega dijo...

Aquel verano del 2012 no se nos olvidará en la vida. Se rompió el Retablo de las Maravillas, habíamos vivido en la corte de cartón de los duques. Todo lo que era sólido se licuaba. Y en esto seguimos.

En Gamonal, han levantado la tapadera. Sobre la calle Vitoria se paseaba el fantasma de aquel arzobispo que se negaba a que hubiera fábricas en Burgos, que los obreros ya se sabe...

Besos