Mirad: el arco de la vida traza/el iris sobre el campo que verdea
PASCUA DE RESURRECCIÓN
Campos de Castilla. Antonio Machado
Mirad: el arco de la vida traza
el iris sobre el campo que verdea.
Buscad vuestros amores, doncellitas,
donde brota la fuente de la piedra.
En donde el agua ríe y sueña y pasa,
allí el romance del amor se cuenta.
¿No han de mirar un día, en vuestros brazos,
atónitos, el sol de primavera,
ojos que vienen a la luz cerrados,
y que al partirse de la vida ciegan?
¿No beberán un día en vuestros senos
los que mañana labrarán la tierra?
¡Oh, celebrad este domingo claro,
madrecitas en flor, vuestras entrañas nuevas!
Gozad esta sonrisa de vuestra ruda madre.
Ya sus hermosos nidos habitan las cigüeñas,
y escriben en las torres sus blancos garabatos.
Como esmeraldas lucen los musgos de las peñas.
Entre los robles muerden
los negros toros la menuda hierba,
y el pastor que apacienta los merinos
su pardo sayo en la montaña deja.
Donde brota la fuente de la piedra
Pascua de Resurrección se publicó por primera vez en el número 111 de la revista La Lectura en mayo de 1909. Se trata de una composición poética de veintidós versos sin división por estrofas y rima asonante en los pares (e, a) que se mantiene en todo el poema. Esta silva arromanzada, que tanto desarrolló Antonio Machado, presenta versos endecasílabos excepto un heptasílabo de extraordinaria fuerza expresiva: “Entre los robles muerden”, que rompe la monotonía rítmica en un verso impar y se ajusta al giro semántico del remate del poema en los últimos cuatro versos con asociaciones como: “negros toros” y “pardo sayo” que contrastan con las anteriores tonalidades: “domingo claro”, “entrañas nuevas” o “blancos garabatos”. Al final hay un regreso al ser oscuro que habita las sombras, el hombre de natural fiereza y la rudeza de los tonos pardos del sayo del pastor.
En donde el agua ríe y sueña y pasa
Como es bien conocido, la lírica de Machado habla al corazón, rebosa de paisajes y tonos ocres castellanos, caminos por andar en soledad o en compañía, de hastío o muerte como consecuencia del pulso constante con el paso del tiempo. Pero eso no ocurre en este poema, algo exterior existe que le transforma por dentro, suprime todos los complejos y le quita cien años de encima. En Pascua de Resurrección, el poeta, arrobado de emoción primaveral, se encarama al campanario con nido de cigüeñas nuevas para proclamar a viva voz y a los cuatro vientos el fin del invierno, el regreso de la vida, el triunfo de la naturaleza. Tampoco exagera en la exaltación, la vincula a la fecundidad; convoca a las doncellitas en flor, madrecitas de entrañas nuevas a abrirse al amor. Les indica el camino a seguir:
Mirad: el arco de la vida traza el iris sobre el campo que verdea.
Buscad vuestros amores, doncellitas,
donde brota la fuente de la piedra.
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¡Oh, celebrad este domingo claro,
madrecitas en flor, vuestras entrañas nuevas!
Gozad esta sonrisa de vuestra ruda madre.
Ojos que vienen a la luz cerrados
El poema es una invitación a vivir, a salir al mar de la primavera a asustar la tristeza y buscar el amor. La primavera es la niña bonita de las estaciones y el poeta nos incita a gozar de su esplendor, de la sonrisa de la madre tierra, a menudo tan hosca con las criaturas que la habitan. En pocos poemas de Machado la incitación al goce y disfrute del momento es tan evidente como en este canto a la juventud y a la resurrección primaveral.
Allí el romance del amor se cuenta
Pascua de Resurrección es también un fiel reflejo del estado de ánimo del autor en
el momento de su creación. Como dice Pedro Ojeda tan certeramente: “Le
sobreviene la vida, esa cosa tan inesperada que se nos echa al cuello cuando menos se la
espera”.
De colores,
De colores se visten los campos
En la primavera,
De colores,
De colores son los pajaritos
Que vienen de afuera,
De colores se visten los campos
En la primavera,
De colores,
De colores son los pajaritos
Que vienen de afuera,
Joan Baez
Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.
5 comentarios:
Un excelente comentario de un poema que tiene el maravilloso encanto de la aparente sencillez. Has visto muy bien ese cambio rítmico, tan ilustrador de la revolución poética que impulsa Machado sin grandes alharacas.
A mí me recuerda "Mañana de la Cruz" de Juan Ramón Jiménez, Baladas de primavera, 1907.
"Vámonos al campo por romero,
vámonos, vámonos
por romero y por amor…"
La vida se impone por encima del duelo. La primavera vence.
Excelente.
Besos
Buenas noches, pancho:
Felicidades!
Entre el poema, y los comentarios, se me ha ocurrido dejarte esta canción
Y copio : Galerías
(Nuevas canciones 1917-1930)
- Antonio Machado -
VI
¿Quién puso, entre las rocas de ceniza,
para la miel del sueño,
esas retamas de oro
y esas azules flores del romero?
La sierra de violeta
y, en el poniente, el azafrán del cielo,
¡quién ha pintado? ¡El abejar, la ermita,
el tajo sobre el río, el sempiterno
rodar del agua entre las hondas peñas,
y el rubio verde de los campos nuevos,
y todo, hasta la tierra blanca y rosa
al pie de los almendros!
Abrazos
Lo castellano marcó a Machado también de alegría.
Un abrazo
Que linda elección, Pancho: primavera, paisaje castellano y resurrección. ¡Y con cuanta sencillez lo expresa Machado!
Besos
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