"Anthony acabó de hundirse en la más negra desesperación"
RIÑA DE GATOS.
EDUARDO MENDOZA. (8)
EDUARDO MENDOZA. (8)
El Director General de Seguridad, Alfonso Mallol, asiste a un acto en el Ateneo. El teniente coronel Marranón le comunica por teléfono que han detenido a AW. La tarde va ya bien avanzada y a Pilar, la taquimecanógrafa de la DGS, le causa un grave trastorno que a esas horas le digan que tiene que quedarse a hacer horas extras en el trabajo. Su marido inválido le espera en casa para cenar y la vecina tendrá que encargarse de todo. La pata de palo del capitán Coscolluela se queja de dolores que no existen. Otro día más que tendrá que cenar un bocata de caballa de la tasca de la esquina. Mallol llega a la DGS antes de lo esperado, “Enfundado en un elegante abrigo azul marino con solapa de terciopelo negro y tocado con un bombín”. Coscolluela hace entrar en la sala al inglés, “amedrentado pero con un resabio de altivez imperial”. Pilar comprueba la mina del lapicero y toma notas; todo lo que se diga en la sala de ahora en adelante tendrá carácter oficial.
Mallol le explica al detenido la importancia del Duque de la Igualada en relación con el fascismo español. Amigo del padre, el dictador Don Miguel Primo de Rivera, es también valedor de su hijo, Jose Antonio. Incluso su hijo mayor anda por Europa recabando apoyos y comprando armas. Éste es el momento en el que el cuadro de Velázquez y el inglés entran a formar parte de la historia. Además de propiciar el tráfico ilegal de armas, se camela a Paquita que es la clave porque une a Jose Antonio con AW. En la DGS quieren saber el valor de los cuadros. AW contesta que no sabe la cuantía, él sólo se dedica a autentificar autorías de cuadros. Es más, ha aconsejado no vender la colección. De ninguna manera le conviene levantar la liebre sobre la naturaleza del cuadro de Velázquez. La policía no ignora que hace siete días tuvo una reunión con Pedro Teacher, contacto de fascistas españoles e ingleses. Una vez que Pilar guarda el cuaderno de notas y el lapicero en el bolso, el Sr. Mallol le comunica a AW que queda detenido por “asistencia a acto público no autorizado”.
El siniestro chirrido de las puertas de la celda al cerrarse le sumen en el desconcierto, antes de sentir en la boca del estómago los aguijonazos de la soledad, la desesperación y la impotencia. Tiene tiempo de pensar en su situación presente y en su futuro nada halagüeño. Sus cábalas giran en torno a una cuádruple preocupación: No le atraen para nada los funcionarios de mirada torva que le han encerrado, pero lo soporta porque significan la legalidad. No le disgusta el inconsciente aroma romántico de perdedores de los fascistas. Paquita no le perdonaría que traicionara a Jose Antonio por salvar su pellejo. Y , por último, cree que el peor escenario posible para sus intereses se funda en descubrir el Velázquez, verlo colgado en el Museo del Prado y verse excluido de todo protagonismo.
Cuando debido al agotamiento, el sueño le gana para su causa, se sorprende paseando, a ratos con Paquita y a ratos con Catherine, por Saint James’s Park. A las diez de la mañana, el hambre, la sed y la desesperación le vuelven a la cruda realidad, repleta de pulgas y chinches que le asaetean como si fuera un alfilitero. Las voces a través del ventanuco de la puerta de la celda reciben la callada por respuesta. Aparece un guardia que le dice que se espere, como si estuviera en su mano hacer cosa diferente. Cuando por fin lo sacan, una hora más tarde, ya está decidido a confesar lo que haga falta por librarse de la incertidumbre. Se le abre el cielo cuando aparece el funcionario, Harry Parker. Quiere asearse, desembarazarse de la ropa para librarse del acoso de chinches y pulgas, pero Harry le mete prisa. Les esperan en la embajada. AW hace denodados esfuerzos por mantener la compostura. El asalto de los parásitos le hace difícil componer una postura medianamente digna de una figura tan andrajosa.
David Ross, primer secretario de la embajada, disculpa la ausencia del embajador. Peter Atkins, agregado cultural y Lord Bumblebee que además de abejorro, fuma en pipa y trabaja para el servicio de inteligencia británico, le ponen al corriente de que saben el contenido de la carta que AW le había dado a Harry Parker el día de los whiskys en el Ritz, para que éste se la entregara a Edwin Garrigaw sólo en caso de que algo grave le pasara. De nuevo el género epistolar como recurso que hace avanzar la novela. Mr. Bumblebee le pone las cosas claras ante el ataque que AW les lanza por la escasa o nula ética mostrada al abrir la carta: “Si lo que allí se cuenta es falso, usted es un estafador o un demente; si es cierto, es usted cómplice de un delito internacional”- proclama Mr. Abejorro. A continuación le habla de Kolia, un agente ruso que tratará de impedir que haya dinero para los fascistas. La política de no intervención del gobierno de Su Majestad en realidad significa oposición al comunismo. No pueden admitir una España comunista que controle el Estrecho de Gibraltar y deshaga el equilibrio de fuerzas en el Mediterráneo. Por lo tanto – le advierte- a partir de este momento es necesario que el cuadro sea auténtico. No debe importar el uso posterior que del dinero se haga: “Allá cada cual con su política”. AW se muestra satisfecho con el giro que ahn tomado los acontecimientos. Gana el apoyo de su gobierno, así como el peligro y la incertidumbre del agente Kolia. En medio de todo, Anthony Whitelands, como un jueves.
Mallol le explica al detenido la importancia del Duque de la Igualada en relación con el fascismo español. Amigo del padre, el dictador Don Miguel Primo de Rivera, es también valedor de su hijo, Jose Antonio. Incluso su hijo mayor anda por Europa recabando apoyos y comprando armas. Éste es el momento en el que el cuadro de Velázquez y el inglés entran a formar parte de la historia. Además de propiciar el tráfico ilegal de armas, se camela a Paquita que es la clave porque une a Jose Antonio con AW. En la DGS quieren saber el valor de los cuadros. AW contesta que no sabe la cuantía, él sólo se dedica a autentificar autorías de cuadros. Es más, ha aconsejado no vender la colección. De ninguna manera le conviene levantar la liebre sobre la naturaleza del cuadro de Velázquez. La policía no ignora que hace siete días tuvo una reunión con Pedro Teacher, contacto de fascistas españoles e ingleses. Una vez que Pilar guarda el cuaderno de notas y el lapicero en el bolso, el Sr. Mallol le comunica a AW que queda detenido por “asistencia a acto público no autorizado”.
El siniestro chirrido de las puertas de la celda al cerrarse le sumen en el desconcierto, antes de sentir en la boca del estómago los aguijonazos de la soledad, la desesperación y la impotencia. Tiene tiempo de pensar en su situación presente y en su futuro nada halagüeño. Sus cábalas giran en torno a una cuádruple preocupación: No le atraen para nada los funcionarios de mirada torva que le han encerrado, pero lo soporta porque significan la legalidad. No le disgusta el inconsciente aroma romántico de perdedores de los fascistas. Paquita no le perdonaría que traicionara a Jose Antonio por salvar su pellejo. Y , por último, cree que el peor escenario posible para sus intereses se funda en descubrir el Velázquez, verlo colgado en el Museo del Prado y verse excluido de todo protagonismo.
Cuando debido al agotamiento, el sueño le gana para su causa, se sorprende paseando, a ratos con Paquita y a ratos con Catherine, por Saint James’s Park. A las diez de la mañana, el hambre, la sed y la desesperación le vuelven a la cruda realidad, repleta de pulgas y chinches que le asaetean como si fuera un alfilitero. Las voces a través del ventanuco de la puerta de la celda reciben la callada por respuesta. Aparece un guardia que le dice que se espere, como si estuviera en su mano hacer cosa diferente. Cuando por fin lo sacan, una hora más tarde, ya está decidido a confesar lo que haga falta por librarse de la incertidumbre. Se le abre el cielo cuando aparece el funcionario, Harry Parker. Quiere asearse, desembarazarse de la ropa para librarse del acoso de chinches y pulgas, pero Harry le mete prisa. Les esperan en la embajada. AW hace denodados esfuerzos por mantener la compostura. El asalto de los parásitos le hace difícil componer una postura medianamente digna de una figura tan andrajosa.
"Mr. Bumblebee se sentó a horcajadas y tomando la pipa por la cazoleta apuntó con la boquilla a la nariz de Anthony"
David Ross, primer secretario de la embajada, disculpa la ausencia del embajador. Peter Atkins, agregado cultural y Lord Bumblebee que además de abejorro, fuma en pipa y trabaja para el servicio de inteligencia británico, le ponen al corriente de que saben el contenido de la carta que AW le había dado a Harry Parker el día de los whiskys en el Ritz, para que éste se la entregara a Edwin Garrigaw sólo en caso de que algo grave le pasara. De nuevo el género epistolar como recurso que hace avanzar la novela. Mr. Bumblebee le pone las cosas claras ante el ataque que AW les lanza por la escasa o nula ética mostrada al abrir la carta: “Si lo que allí se cuenta es falso, usted es un estafador o un demente; si es cierto, es usted cómplice de un delito internacional”- proclama Mr. Abejorro. A continuación le habla de Kolia, un agente ruso que tratará de impedir que haya dinero para los fascistas. La política de no intervención del gobierno de Su Majestad en realidad significa oposición al comunismo. No pueden admitir una España comunista que controle el Estrecho de Gibraltar y deshaga el equilibrio de fuerzas en el Mediterráneo. Por lo tanto – le advierte- a partir de este momento es necesario que el cuadro sea auténtico. No debe importar el uso posterior que del dinero se haga: “Allá cada cual con su política”. AW se muestra satisfecho con el giro que ahn tomado los acontecimientos. Gana el apoyo de su gobierno, así como el peligro y la incertidumbre del agente Kolia. En medio de todo, Anthony Whitelands, como un jueves.
"Se escapó de una cárcel de amor,
de un delirio de alcohol,
de mil noches en vela.
Se dejó el corazón en Madrid
¡quien supiera reír
como llora Chavela!
J. Sabina
de un delirio de alcohol,
de mil noches en vela.
Se dejó el corazón en Madrid
¡quien supiera reír
como llora Chavela!
J. Sabina
Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.
5 comentarios:
Cuando la vida es tan simple cómo llegan a complicarse (y a complicarnos) la vida los gobiernos.
Un fuerte abrazo
Veo que sigues con AW y Velázquez... Sigo sin leer el libro pero creo que entre tú y ABEJITA ya me estoy enterando muy bien de la trama. Besotes, M.
Resulta curioso que al final Anthony fuera salvado por su embajada (previsible) y su contrincante sentimental (no tan previsible)
Recuerdo que me encantó ese abejorro, con ecos de esta canción infantil:
Fiddle-de-dee, Fiddle-de-dee,
The fly has married the humble bee...
¡Pobre AW en la cárcel de amor!
Besos
De todo este pasaje me gustó mucho cómo Mendoza describe las fases del estado de ánimo del protagonista. Lo pronto que se viene abajo el inglés... Se ve que no tenía madera de héroe.
Publicar un comentario