miércoles, 5 de octubre de 2016

Cartas Marruecas (6) José Cadalso. Soñar con androides.





"Todo lo dicho es poco en comparación de la vanidad de un hidalgo de aldea."


Cartas Marruecas (6)
José Cadalso

Ben-Beley entrega una reflexión sobre la necesidad que sienten algunas personas, enfermas de importancia y obsesionadas por el más allá, de abrazarse a la eternidad, sobrevivir a la muerte: la fama póstuma que nace de un exceso de amor propio por querer perdurarse a sí mismo, afán que no será necio si puede servir de ejemplo y estímulo a los que aún quedan vivos tirando piedras a una casa blanca, como el eterno James Dean hace en la canción de Aute de "Las cuatro y diez."

Sólo la fama del hombre de bien es apreciable. ¿Qué puede trasmitir de positivo a la posteridad la fama de un guerrero que deja tras de sí ciudades asaltadas, campos desbaratados y despoblación? Si acaso más desolación en caso de que a algún joven príncipe se le llene la cabeza de ambición y abandonando el buen gobierno del pueblo y la ciega administración de justicia se lance con un ejército a esparcir el llanto y el terror por los pueblos cercanos. Tampoco la humanidad sacará mucho provecho de la veneración a los preclaros y doctos hombres de ciencia que descubran algo nuevo y que “se envanezcan de lo poco que saben, sin considerar lo mucho que ignoran” porque pronto se descubrirá el engaño. Sólo la fama póstuma del justo y bueno será provechosa para el género humano. Si nos hubiéramos dedicado a cultivar la virtud tanto como las armas, las letras y las ideologías de ocasión y si, en lugar de ensalzar las historias de guerreros y maestros, hubiésemos escrito las vidas de hombres buenos, la gente habría aumentado su propia virtud y habría desarraigado la maldad parásita de ambición con la misma mano.






"Uno de los defectos de la nación española es el orgullo."


Ben-Beley estima que su corazón se estremecería y nada lisonjearía su oído en caso de haber sido uno de los hombres insignes que acompañaron a Tarik en el cruce del estrecho y derrotaron a las huestes cristianas a orillas del Guadalete, dejando a los godos tristes como mustios quedan los prados después de pasar la guadaña, el mortal abrazo de las hoces de Claudio Rodríguez en “El don de la ebriedad.” Las aguas del río embriagadas de rojo de la sangre de los infieles. Como consecuencia de la victoria, miles de españoles prisioneros cultivaron para ellos las tierras de labor, sometidos al derecho de conquista. Otras miles de españolas elegidas por su belleza se ocuparon del servicio. Los nietos de aquellos orgullosos conquistadores pioneros llevaron los pendones hasta las faldas de los montes Pirineos. Sin embargo, los pobres y los magnates le querían: unos porque les aliviaba de la miseria y otros porque no competía con ellos. Los extraños le amaban porque les ofrecía alojamiento, los cercanos le lloraban porque gastó su vida haciendo el bien; el glorioso y resplandeciente sol se oscureció a su muerte. Serán años de vida concedidos a su vejez.

En la carta veintinueve Gazel describe a los franceses en un intento de desmarcarse de los afrancesados. Da cuenta de un viaje a Francia, sobre todo la zona lindera con los Pirineos. Conoce los ataques que sufren los franceses por parte de los españoles religiosos, de los italianos políticos, ingleses soberbios y alemanes ásperos. Lo achaca a la envidia que sienten por el lujo que exhiben sus jóvenes, la prosperidad francesa que proviene de la etapa gloriosa de la nación, igual que los españoles eran odiados en el siglo anterior. Constata que a pesar de los defectos, tienen en el fondo un no sé qué que los hace amables. Afirma que quiere más a un francés que diga haber leído catorce mil comedias españolas sin haber hallado una escena regular en ninguna de ellas, que a otro que enumere primores de nuestros caminos, posadas y espectáculos y dé por perdidos los días gastados fuera de España. Los jóvenes franceses, a pesar del lujo persa que ostentan, tienen el valor de los macedonios como demostraron con creces en la batalla de Fontenoy derrotando a ejércitos duros de la coalición de naciones, bregados en cien batallas.






"Y dando gracias a la providencia divina de haberle hecho don Fulano de Tal."

En su empeño de parecer imparcial indaga en el verdadero carácter de las cosas sin dejarse arrastrar por las apariencias, engañosas la mayor parte de las veces.

El orgullo español se muestra como defecto, a menudo presente de manera inversa a la extracción social del individuo que se cree destinado a una misión redentora, hecho singular del cojonudismo hispano (“¡A mí Gabino que los arrollo!”). Sentencia que “el alemán pide limosna cantando, el francés llorando y el español regañando.” Exigiendo la restitución de un patrimonio robado.

Qué decir de la vanidad de un hidalgo de aldea que se pasea majestuosamente por la plaza triste de su lugar pobre, embozado en su capa de mala calidad, pero arrebatado de pertenencia, repinta el escudo de armas de su casa caída. Todo ello contrasta con el Rey lavando los pies de una docena de pobres ciertos días al año. O los magnates familiarizando con los criados más ínfimos sin mentar blasones, entronques, reatas o enlaces de conveniencia ni matrimonios desiguales que subrayan la diversidad.


Hay quien sueña con el trueno 
de la caja de Pandora 
hay quien sueña con el rayo 
redentor del Santo Grial 
Hay quien sueña con Olimpos 
donde no entre el mal de Aurora 
y quien sueña con androides 
más allá del Bien y el Mal.
Luis Eduardo Aute






El presente  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


4 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Ahora que Aute parece que se recupera...
En efecto: hay una defensa de la bonhomía en una sociedad torcitera. Deberíamos insistir, como Cadalso, en ella.

Gelu dijo...

Buenas noches, pancho:

“Sólo la fama del hombre de bien es apreciable”
Y analizando los tiempos presentes: ¡que lección tan mal aprendida!.

Un abrazo.
P.D.: ¡Qué bien escogida la canción! Es como un resumen de la sabiduría de Nuño y la filosofía de Ben Beley -conseguidas ambas tras la experiencia-, y que Gazel sabrá aprovechar.
… ♪ ♫ ♪ ♩♪ ♫ “Pero yo que no pretendo
fortalezas ni fortuna
sólo un sueño soñaría
entre un mar de girasoles
buscaría un giraluna
que velara y desvelara
cada noche la otra cara
de la luna
Gira, gira, giraluna
Gira, gira, gira, luna
Gira, gira y mírame” ♪ ♫ ♪ ♩♪ ♫…

La seña Carmen dijo...

Francia, ese país al que para lo bueno y lo malo solemos mirar de reojo, y al que deberíamos mirar sin disimulos.

Abejita de la Vega dijo...

Ya quedan pocos que se esfuercen en elaborar una entrada como está.
El hombre de bien, siempre en el justo medio sin pasarse un pelo. Soñaba Cadalso con imposibles, ya que no con androides.
Un abrazo, Pancho.