jueves, 29 de noviembre de 2018

Filek. El estafador que engañó a Franco. Ignacio Martínez de Pisón.





¿Quién sabe a qué fosa común o depósito de cadáveres fueron a parar sus restos, como suele ocurrir con los indigentes, fueron utilizados para las prácticas de Anatomía de los estudiantes de Medicina?

Filek 
El estafador que engañó a Franco 
Ignacio Martínez de Pisón. 

Cuando uno menos se lo espera, salta la liebre;  pero hay que salir de casa, patear el campo y sudar la gota gorda desde el amanecer para pillarla en la cama. Martínez de Pisón es un cazador de historias en los libros de otros. Lo que el autor demuestra es que dentro de todo escritor hay un gran lector. Un párrafo de unas diez líneas levantó la liebre de una historia. Paul Preston escribió una biografía de Franco en 1993, en ella cita a Filek, un austriaco con “von” delante, como el “de” del autor de apellido compuesto, que imprime nobleza o hidalguía de pobre como a don Quijote o de un caballero tieso por la calle Sierpes. Filek intentó engañar al Caudillo con un invento que producía combustible a partir de las aguas del río Jarama (famoso por los toros bravos que se criaban bravíos en su ribera y luego por la batalla ganada por las tropas republicanas durante la Guerra Civil, a decir de una copla de la época hubo italiano que en la huida llegó hasta Badajoz. Guadalajara no era Abisinia). El libro es un tocho de medio kilo de papel cuya lectura es un castigo, a mi pensar. 





La historia del estafador internacional Albert von Filek contada por Martínez de Pisón comienza en Madrid un par de meses antes del martes catorce de abril de 1931. Ese día las gentes de Madrid se echan a la calle a celebrar la proclamación de la República a la par que el rey Alfonso XIII se dirige en coche a Cartagena a embarcarse rumbo al exilio. Lo cuenta Josep Pla que esa misma mañana llega en tren a la capital desde Barcelona. Rafael Cansinos-Assens describe la atmósfera madrileña y la juerga que dura toda la noche en “La novela de un literato”. Josep Pla ve: “grupos de aspecto suburbial, con alguna mujer, ligeramente bebidos, con banderas, latas de petróleo, trozos de estatuas mutiladas o derribadas, que seguían gritando y cantando pero con aire de estar ya un poco cansados”. Este párrafo nos ofrece un ejemplo extraordinario de cómo contar la historia, de manera ágil, indagando en los escritos de autores coetáneos que la expresaron a través de testimonios directos y sensaciones propias. 

No es la primera vez que Filek vive en directo el destronamiento de un rey, ya había visto caer la monarquía austriaca en 1918 encarnada en el emperador Carlos. 

Charles de Foltz Jr en su obra “The Masquerade in Spain” cita a Filek por su relación con los aristócratas que apoyan a Sanjurjo en la asonada de 1932. Nada tiene de raro que un militar austriaco depurado se relacione con los militares monárquicos mandados a la reserva por la Ley Azaña. En esos momentos de la realidad social española los aristócratas gozaban de poca salud, eran los apestados, como ahora los políticos para la gente con un móvil en la mano. Escondían sus distinciones, arrancaban los escudos y blasones adosados a los edificios nobles quedando reducidos a viejas casonas manchegas sin más atractivo. No como Don Guido de Antonio Machado que repintaba los blasones y era maestro en refrescar manzanilla. Corpus Barga cuenta en “Paseo por Madrid” cómo propiedades del ejército y de la monarquía pasaban al patrimonio municipal, la vieja sociedad patricia perdía pujanza de un día para otro. 

Filek lo había vivido en Viena, humillado por su licenciamiento forzoso del ejército, considerado un paria por los suyos por no haber ganado la guerra, si al menos hubiera palmado… Así lo cuentan novelistas centroeuropeos, desconocidos para nosotros, muy reconocidos en su país, como Joseph Roth o Lernet-Holenia. Los soldados se convierten en mendigos, benefactores de la ración semanal de legumbres -la sopa boba- que les proporcionan las sociedades asistenciales. 





"Por una cuestión de cautela y de vergüenza, las autoridades no llevaron a Filek ante los tribunales".
Obra de Venancio Blanco

Particularmente interesante es la descripción de la situación política y social en el avispero de los Balcanes que lleva a la primera guerra mundial (sobre todo porque ya hemos leído demasiado sobre la guerra civil y posguerra). El desmoronamiento del imperio austro-húngaro y los diez millones de muertos que acaban con el sueño del progreso indefinido. Como para no estar preocupado por las escaladas de violencia entre Ucrania y Rusia que aquí parece que no existe o la doméstica con el auge de los nacionalismos. Nadie de aquellos que gritaban: ¡Guerra! ¡Guerra!, o ¡Viva la guerra! se imaginaba lo que se le avecinaba a aquellos corazones inflamados de nacionalismo y libertad. Lo señalaba de manera magistral Stefan Zweig: “Espíritu de sacrificio y alcohol, espíritu de aventura y pura credulidad, la vieja magia de las banderas y los discursos patrióticos […] ¿Quién en los pueblos y ciudades recordaba la guerra de verdad? A lo sumo cuatro viejos que en 1866 habían combatido contra Prusia… Por eso gritaban y cantaban en los trenes que los llevaban al matadero”. 

 El autor se imagina a Albert von Filek entrando en una leva de soldados húngaros a los veinticinco años. La única constancia de certeza es una lista publicada en un periódico local. Se imagina que luchó en el frente italiano sufriendo una severa derrota entre montañas nevadas y valles rellenos de lagos en las hondonadas. El punto de partida de esta novela de investigación periodística, como hemos señalado, es el año treinta y uno en España, momento crítico en la historia doméstica. Después, con la conocida técnica narrativa de contar las cosas desde atrás, nos presenta el recorrido del protagonista hasta ese momento. Luego, sus vivencias durante la Segunda República, la Guerra Civil desde una cárcel de Madrid, la liberación y más cárcel hasta su muerte en Hamburgo en el año 1952. La obra supone un ratón de biblioteca investigando en libros, registros, archivos o hemerotecas de periódicos locales antiguos de una época convulsa y clave en Europa porque en ese momento se configura la actual estructura geopolítica europea. Lean la novela si quieren una visión de la Guerra Civil desde una cárcel de Madrid y la posguerra de un buscavidas que vive sin dar ni golpe hasta volver a dar con sus huesos en la cárcel, contada con la capacidad de Martínez de Pisón para tramar historias de una forma rigurosa y con su prosa de altos vuelos.


Academia de corte y confección, 
Sabañones, aceite de ricino, 
Gasógeno, zapatos Topolino, 
El género dentro por la calor 
Para primores galerías Piquer, 
Para la inclusa niños con anginas, 
Para la tisis caldo de gallina, 
Para las extranjeras Luis Miguel 
Para el socio del limpia un carajillo, 
Para el estraperlista dos barreras, 
Para el corpus retales amarillos
Joaquín Sabina




Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


2 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Con Sabina de fondo, qué buena lectura inicial de la obra. En efecto: el autor es un buen cazador de historias y ha sabido enfocarla correctamente. Toda una sorpresa este estafador. El tipo no ha desaparecido del todo, claro...

Abejita de la Vega dijo...

Una historia que tuvo su caldo de cultivo en un régimen autárquico que soñaba con gasolina barata. ¿O no fue eso? Porque, tal y como lo cuenta Martinez de Pisón, esa sólo es una de las posibles historias. Todo pudo ser y no haber ocurrido.

Un buen trabajo como siempre, Pancho.