jueves, 3 de julio de 2014

La saga/fuga de JB (10), Gonzalo Torrente Ballester. Leer los labios.





"Y allí mismo la viuda lo planchó, que estaba un poco arrugado en los faldones"

La saga/fuga de JB (10) 
Gonzalo Torrente Ballester 

A don Acisclo se le cae el arco del violín cuando Clotilde anuncia que su hermano, Jacinto Barallobre, haciendo uso de su irrenunciable derecho a decidir, va a contratar al feo y esmirriado José Bastida de secretario. Esta conexión de Jota Bes no es azarosa, le hace volver a sus elucubraciones. Lectura de labios. El clérigo tiene reservado para Jose Bastida el último escalón del sótano, el “lugar geométrico de todos los escupitajos perdidos, de todas las bofetadas de incierto destinatario, de todos los pisotones anónimos.”  Qué buen tuitero haría don Acisclo Azpilcueta con los ciento cuarenta caracteres de ojeriza acumulada y mala leche.

 La salud de Belcebú había dejado de preocupar. Bien cubierta como estaba por los servicios desinteresados de Obispo, había empezado a poner huevos que don Acisclo malograba con pinzas. 

El clérigo no había llegado a la siguiente conclusión de cualquier manera, sino utilizando el riguroso método comparativo de sinónimos y antónimos: 


 
A veces le entraban dudas de haber tratado a José Bastida con benevolencia y de haberse valorado a sí mismo con modestia. Sus ideas sociales no merecían caridad, sobre todo después de haberle visto puño en alto cantando la Internacional a coro con sus alumnos. Su aspecto de sapo enderezado con pelos de hambre lo clasificaba en especimen de una raza extinguida, categoría de los sub-hombres. Satán tenía mejor tipo. Su apariencia había empeorado: cara enflaquecida, espalda doblada, desde que no le pagaba la pensión a la patrona, que le escamoteaba el bacalao y las patatas de la ración diaria del rancho. Solo el desayuno no variaba con el impago, gracias a Julia que a cambio le prestaba el hombro a sus desahogos y llantos por Manolito. 

Don Joseíño pasa necesidad. Recurre a don Anibal para que le preste quince duros antes de morirse de hambre. El portugués también está a la cuarta pregunta, pero le da lástima y le asegura que al día siguiente sin falta los tendrá. Uno no puede morirse así tan flaco. 

Pepe el camarero se muere de repente. El último mal se le agarró a la garganta y que te ahogo, que se ahogaba, que se ahogó. A Pepe no se le había conocido otro oficio ni otro traje que el de camarero. Como a su padre y a su abuelo. Allí estaba de cuerpo presente, amortajado en su segunda piel, el frac color tabaco y oro del hotel Suizo, dispuesto a acompañarle a la tumba. Belalúa hace ver a la viuda que aquello no son formas de morirse, el uniforme pertenece a la empresa, no al trabajador. Allí mismo se lo quitan, la viuda lo plancha y se lo devuelve bien alisado. 




"Mire,  lo que se ventila  es que, cuando llegue el momento, muera usted en mi lugar"


A José Bastida no se le escapa la oportunidad de ocupar el puesto vacante que Pepe deja. Pero las cosas nunca son tan fáciles como parecen a primera vista. El uniforme de Pepe pasa a Alfonso que se encarga del correturnos. Harían falta dos Jota Bes, a lo largo y a lo ancho, para rellenar el traje. Un frac es la medida del camarero. Para ser camarero del Suizo poco menos que hay que ser gastador de desfile de la Guardia Real. Los fraques no pueden achicarse. “Mis fraques son sagrados,” sentencia Belalúa a modo de no-se-hable-más. El pobre JB derrotado por un frac. 

Merlín lee en voz alta una cita de Chéspir mientras están reunidos en la Tabla Redonda: “El hombre está hecho de la sustancia del tiempo.” Que da pie a una de las ideas solubles de José Bastida, al llevarle la contraria con descaro al dramaturgo inglés: “El hombre está hecho de la sustancia de los sueños.” Lo argumenta en las “cifras inabarcables por la imaginación, las distancias espacio-tiempo, los años-luz y otras magnitudes igualmente asombrosas.” Galaor exclama: “¡No somos nada!” Y se queda tan pancho. José Bastida le da la vuelta a la sentencia: “El tiempo está hecho de la sustancia del hombre.” Y se explaya en la explicación: “Nace con nosotros y con nosotros muere. Todo eso de medirlo, y de complicarlo con el espacio no es más que una argucia, porque el espacio no existe si no existen antes las cosas. Sin tres cosas al menos, no tendríamos espacio, y sin un hombre mortal no tendríamos tiempo. El tiempo no es más que una secreción de la vida.” 


 "Le explicó que se trataba de ciertos cuerpos que, sin participar de una combinación química, la hacían posible con su presencia"

A don Aníbal se le resbala el monóculo ante la grandeza de la exposición. Se le hacen poco los quince duros de préstamo. Piensa darle treinta para que cultive sus ideas solubles y no se preocupe en devolvérselos, no hay prisa. La idea soluble de don José Bastida, expuesta con tanta brillantez, deja conmovida a la audiencia. Se muestran dispuestos a disculpar la idea disparatada, debido a la amenaza de muerte que sobre el pende para los Idus de marzo. Más estremecidos se quedan cuando les anuncia que deja la Tabla Redonda porque se ha ajustado de secretario del Viejo de la Montaña. 

A la noche siguiente, ya sin José Bastida, se vuelven a congregar y la reunión transcurre lánguida y monótona. Merlín los entretiene con un texto en francés sobre el tiempo y el espacio que nadie osa discutir.

 she tortures taxi drivers just for fun
she likes to read their lips
says toro toro taxi see ya tomorrow my son
I swear she let a big truck grease her hip
she got her own world in the city
you can't intrude on her
she got her own world in the city
'cos the city's been so rude to her
Mark Knopfler 

 

Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.
  

5 comentarios:

Abejita de la Vega dijo...

¡Este don Joseíño tiene tan mala suerte! No saldrá de su condición hambrienta y miserable. Torrente Ballester cruza los dedos con este personaje tan cenizo, lagarto, lagarto. Que don Gonzalo pasó sus apurillos económicos, lo confiesa, pero no tanto...Padre de once hijos...

¡Qué paciencia literaria la tuya!

Besos, Pancho.

Myriam dijo...

¡Paciencia y voluntad!

da gusto volver sobre esta lectura a través de tus escritos.

Gracias y un beso, Pancho

Paco Cuesta dijo...

Don Acisclo dice que si las historias de los cuatro canónigos son creíbles, también deben serlo las de los cuatro Jota Be.
Un abrazo

Gelu dijo...

Buenas noches, pancho:

Cuidado que resulta antipático don Acisclo. Me alegro de que Belcebú fuese lora.
A José Bastida, el hambre acumulada parece que le hacía pensar y hablar hasta dejar boquiabiertos a todos con sus exposiciones, aunque le impidiera rellenar el traje recién planchado y -con él- ocupar el empleo del difunto.
Y que lo del Seminarista Manolito con Julita iba a acabar se veía venir.

Un abrazo.

P.D.: ¡Qué estupendo el video!

Pedro Ojeda Escudero dijo...

TE confieso que estoy disfrutando de nuevo de la novela con tu lectura y cómo te fijas en esos detalles que la hacen tan estupenda, como ese Acisclo tuitero... o la peculiaridad de las reuniones.
Gracias por tus aportaciones.