"y aunque activamente singularizase, singularmente activaba, y la singularización de la activación, si bien no del todo equivalente a la activación de la singularización, podía confundirse con ella"
Colectivo de cigüeñas en la iglesia de Alaraz
La saga/fuga de JB (11)
La saga/fuga de JB (11)
Gonzalo Torrente Ballester
La reunión de la Tabla Redonda no da para más sin la presencia de don José Bastida. Se retiran antes de media noche, justo a la hora en la que don Benito Valenzuela, godo activo y singular, activa su singularidad.
La introducción del tiempo como variante en el andamiaje teórico crea matices que le obligan a actividades singulo-temporales concretas, como meter en una caja de sombreros de su mujer, un traje de la primera
comunión de Bernardino, hijo que se le murió de viruelas locas a edad temprana; un ejemplar del Catón, encuadernado en tela, caído en desuso a pesar de sus cualidades pedagógicas; unos tirantes viejos; un velo de tul del traje de hada usado por su hija en el baile de disfraces infantil de 1934; la vaina de la espada de su padre; la funda del paraguas de su madre y una colección de la revista Nuevo Mundo de enero de 1915 a diciembre de 1917 con fotos de la Guerra Europea I. Así sale a la calle a recibir plácemes activando su singularidad en el tiempo y singularizando su actividad en el espacio. Se siente reafirmado y orgulloso de la estima y la confianza que le profesan sus superiores, llegan a decirle:
-¡Oiga don Benito! Usted, que tiene buena vista, ¿quiere mirar si esto que tengo en el ano es una fístula o una simple rozadura? ¡Y todos tenían fístulas, los cabrones!
Don Anníbal Mario descubre en una tiendecita un peperete a punto de reventar. Su regente, la quincallera Micaela Barros, se muestra dispuesta a negociar, avenirse a razones. Galaor es uno de los godos cansados de sus esposas; ella, una de las pocas godas sumisas a la obediencia a don Acisclo, se esfuerza en dotar a los trámites de variedad. El se apunta como tonto a la lista de los que esperan disfrutarla. Como el peperete ya no es un verdadero catalizador, una vez que los miembros de la Tabla Redonda se la han beneficiado piensan en descubrir otra que garantice la cohesión de la Tabla Redonda.
"El Poncio recibió el cese y fue sustituido por un sujeto de tierra adentro que venía precedido de fama entre lírica y siniestra"
Los godos andan revueltos estos días por unos cambios acaecidos bajo el cielo de Madrid. Un sujeto de tierra adentro viene de lejos a sustituir al Poncio. Escrupuloso con la propaganda, su fotografía aparece a diario en el periódico local de corto alcance. Llega con ínfulas, metiendo miedo. Sus primeras palabras semi públicas son amenazas, anuncia que meterá en cintura a Castroforte. Lo primero será rescatar el diptongo del nombre antiguo, Castrofuerte, como siempre se ha llamado y aprendimos en la escuela. Luego está la cuestión de la que nadie habla: el misterio de la ciudad levitante. Lo han nombrado Poncio de una ciudad invisible para los mapas. Sospecha que Parapouco Belalúa sabe más de lo que aparenta. Así que le pregunta de sopetón, un día que se lo topa de frente, si sabe algo relacionado con el descuajamiento.
-¡No pregunta usted nada! Eso solo lo saben los más viejos. Además, aunque se lo cuente no lo creerá.
Ante la insistencia del Poncio, Parapouco le refiere con todo lujo de detalles e interrupciones estratégicas el misterio de la ciudad que se columpia. Y si no se lo cree usted, “podemos hacer la prueba, que la ciudad se levante un poquito.” Podemos provocar una preocupación colectiva. Podemos diseminar una amenaza de epidemia, la gente saldrá pitando y -al final de todo- nosotros podremos irnos a la Tierra de Nadie, esos baldíos de las afueras llenos de plásticos, de botellas y desechos desperdigados por el aire.
"Podía confundirse con ella merced a la doble apariencia de actividad singularizada o de singularidad activada que ofrecía el conjunto"
Dicho y hecho. Esa misma noche el locutor de la emisora municipal de corto alcance lee un comunicado en el que se advierte a la población que evite el contacto con las heces y que tenga a mano repuesto de bicarbonato porque un ingresado del Hospital Provincial padece cólera morbo asiático.
Previamente la mujer y las hijas del Poncio habían evacuado la ciudad en el coche oficial para hacer noche en Vigo.
A las doce menos cuarto en sombra de la noche observan desde el coche las luces que oscilan hacia arriba como las velas de un paso de Semana Santa, con lentitud uniforme y parsimonia, veladas por la niebla. Las luces de los faros del coche iluminan “la rotura de la tierra y el espacio oscuro que iba quedando debajo.” Les entra un pánico temblón que les impide mirar el descuajamiento. Cuando se recomponen, “Castroforte se asentaba de nuevo en sus cimientos.” Había vuelto a su estado natural.
El Poncio piensa presentar la dimisión, “no hay quien viva en una ciudad que levanta el vuelo como una golondrina.” Belalúa le aconseja que no lo haga, no hay manera de justificarla. Lo meterán en un manicomio. Lo que tiene que hacer es lo que se lleva haciendo en Castroforte desde la noche de los tiempos; hacer la vista gorda, así la ciudad se mantendrá tranquila, sin necesidad de autorizar los partidos políticos. Confiar en la Tabla Redonda como el mejor instrumento para mantener la estabilidad. No importa que se oponga don Acisclo que ya había intimado, a través del confesionario, con la mujer del Poncio. Se hace lenguas de la ejemplaridad de la pareja, que ya usaba el método Ogino. Eso sí, autorizados ambos miembros de la pareja por tener el RH negativo en los análisis de sangre azul y hacer uso del matrimonio siempre en pijama y camisón. Sin rebasar, ni aproximarse siquiera a los límites permitidos. Don Acisclo hacía cuentas y se asombraba del derroche seminal. Un par de centímetros cúbicos al mes, cifra modesta si se comparaba con los metros cúbicos desperdiciados por los millones de gentes de las grandes urbes. Si de el dependiera, ya habría enviado lenguas de fuego que las arrasara, que ni Lot se salvase.
You know I'd sooner forget but I remember those nights
when life was just a bet on a race between the lights
you had your head on my shoulder you had your hand in my hair
now you act a little colder like you don't seem to care
but believe in me baby and I'll take you away
from out of this darkness and into the day
from these rivers of headlights these rivers of rain
from the anger that lives on the streets with these names
'cos I've run every red light on memory lane
I've seen desperation explode into flames
and I don't want to see it again. . .
when life was just a bet on a race between the lights
you had your head on my shoulder you had your hand in my hair
now you act a little colder like you don't seem to care
but believe in me baby and I'll take you away
from out of this darkness and into the day
from these rivers of headlights these rivers of rain
from the anger that lives on the streets with these names
'cos I've run every red light on memory lane
I've seen desperation explode into flames
and I don't want to see it again. . .
Dire Straits
Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde antiguo su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.
3 comentarios:
que no tengan contacto con las heces... es bueno, ¿verdad? Veo la sonrisa malona de Torrente al redactar todo esto.
A ver si tus entradas me ayudan a retomar los sorbitos de saga/fuga. Porque me he perdido entre Bastida y don Acisclo.
Besos, Pancho.
Tal como prometí continuaré con La saga, para lo cual utilizaré tus textos. Seguro que así lo comprendo.
Un abrazo
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