domingo, 17 de junio de 2012

Un aguilucho que saca la cabeza de una mole de pliegues rígidos

  
 




 


El trece de febrero de 1930, quince días después de la dimisión del dictador, Primo de Rivera, Don Miguel de Unamuno es recibido y aclamado por una multitud en Salamanca. Volvía a su ciudad tras seis años de destierro y exilio en Fuerteventura y Francia. Salió al balcón de su casa, vecina de la Casa de las Muertes, para agradecer el recibimiento. Desde ese momento fue un símbolo de la lucha contra la Dictadura recién desaparecida y la Monarquía.



 

 En 1968, a las pocos días de inaugurar la escultura, ésta remaneció pintada de rojo. El operario en plena faena de limpieza. 

Tomada del libro: El Siglo de Salamanca. Publicado por el desaparecido diario Tribuna de Salamanca.


“Yo algunas veces me cogía la bicicleta y me aventuraba por las callecitas un poco en cuesta que llevan a la casa donde vivió tantos años Miguel de Unamuno, donde murió también. Ahora tiene una estatua delante de sus balcones, obra del escultor Pablo Serrano. Es como un aguilucho, sacando la cabeza de una mole de pliegues rígidos y oscuros, venteando la nada con sus ojos de visionario. Y hasta convertirlo en piedra no puede alejar de sí las obsesiones de muerte que ensombrecieron su vida. Porque la casa que mira, vecina a aquella donde él vivió, uno de los primeros ejemplares del estilo plateresco, se llama así: La Casa de las Muertes. El nombre alude a cuatro calaveras que hay al extremo inferior de las ventanas y que en el siglo XVI se llamaban “muertes””. 

Carmen Martín Gaite.
 Rutas de Salamanca en mi recuerdo
 Coto cerrado de mi memoria. 
Selección y edición de Charo Ruano.







La Casa de las Muertes es una de las casas más interesantes del S. XVI que se conservan en Salamanca. Su arquitecto y poseedor fue Juan de Álava. El escudo del arquitecto, también  vasco,  aparece por partida doble en la fachada: en el dintel de la puerta y entre dos cupidos portando el compás, simbolo de su profesión, sobre la ventana del primer piso. Los medallones representan hombres y mujeres coetáneos de la construcción y soldados romanos.


La imagen primera está escaneada del libro: El siglo XX en Salamanca. Editado por La Gaceta. 


9 comentarios:

María dijo...

MigueldeUnamuno

Merche Pallarés dijo...

"Desde ese momento fue un símbolo de la lucha contra la Dictadura recién desaparecida y la Monarquía" ¿Un lapsus? Preciosa esa casa de las muertes aunque tenga ese nombre tan tétrico...

Asun dijo...

Es que vivir enfrente de una casa con ese nombre, y asomarse a la ventana y toparse con cuatro calaveras mirándote tiene que marcar.

Besos

Myriam dijo...

¡¡Que mazazo de agua recibió en la cabeza la pobre estatua!! ¿se habrá ahogado?

Interesante esto que relatas de Unamuno. Claro que no debía demorar mi visita, lo que me quedé corta es de tiempo...jejeje.

Besos

Gelu dijo...

Buenas tardes, pancho:

A la noche me pasaré por tu entrada anterior.
Esta tarde me he quedado aquí viendo ésta con detenimiento.
La fotografía en blanco y negro, de 1968, ...
Me he llevado para mi blog, el vídeo YouTube que te ha enlazado María. Espero que con vuestro permiso.

Abrazos.

Abejita de la Vega dijo...

Vencieron pero no oonvencieron.
Cuando ya no lo tenían a mano, la emprendieron con sus estatua. Como la Inquisición cuando quemaba al reo muerto en efigie.

Nos traes unas fotos extraordinarias.

Besos

matrioska_verde dijo...

Reconocí a Unamuno a la primera, tenía una fisonomía muy carismática, igual que Valle Inclán o Lorca... o Dalí; inconfundibles.

Intenté agrandar la foto para ver lo que ponía la placa que se ve en la fachada pero no fui capaz de leer lo que pone.

No conocía La casa de las muertes, el nombre no es muy animoso, la verdad, aunque como dice Merche, la casa sea preciosa.

El destrozo y el deterioro de lo público viene de lejos, no entiendo ese afán destructivo.

Vivir y dejar vivir es muy fácil pero... la maldad existe.

biquiños,

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Hoy necesitaríamos algún Unamuno en esta España.

Paco Cuesta dijo...

Debía de cundir el ejemplo: luchar desde el conocimiento. Hoy la mediocridad política nos invade