viernes, 25 de diciembre de 2015

Novelas Ejemplares (13) El coloquio de los perros Miguel de Cervantes.Carne morena.





"Con no pequeño gozo me acogieron y escondieron en una cueva porque no me hallasen si fuese buscado"

Novelas Ejemplares (13) 
El coloquio de los perros 
Miguel de Cervantes 


Berganza huye de la quema como alma que lleva el diablo. -¡Corre Forrest, corre!- En seis horas se aleja doce leguas que le llevan a un campamento de gitanos que ha acampado al pie de Granada. Los allí establecidos le esconden en una cueva para que los perseguidores no le encuentren. Tienen la intención de hacer negocio con las habilidades del perro sabio; sus destrezas han trascendido la diversidad de culturas. Pasa con ellos veinte días en los que anota el modo particular de vida de la raza calé. 

Berganza no tiene tiempo que perder, tiene mucho que contar y se llega la mañana. Sabe que el portento del habla con discurso humano del que gozan es perecedero, viene con fecha de caducidad. Tiene prisa por engarzar una historia con otra. Pero Cipión echa el freno de mano para comentar el episodio de las brujas. Considera que las cosas excepcionales que hacen las brujas son embelecos, apariciones del demonio. 

La permanencia entre los gitanos le ratifica en el estereotipo, la opinión común que de ellos se tiene. Son numerosos y repartidos por todos los rincones de España. Todos se conocen, se apoyan y encubren las fechorías. No reconocen al Rey, solo obedecen al patriarca, uno que llaman Conde Maldonado. Se organizan al margen de la corona. Viven ociosos, los pocos que trabajan,  lo hacen en las fraguas donde fabrican los útiles del hurto además de martillos, barrenas y tenazas; ellas, trébedes y badiles para vender por las calles y mercados. Todas las mujeres son parteras. Sacan palante la raza sin ayuda exterior. Lavan las criaturas con agua fría. Se crían a la intemperie y se curten a todas las inclemencias, he ahí la selección, es por eso que muchos sean volteadores, corredores o bailadores. 



"Son sus pensamientos imaginar cómo han de engañar y dónde han de hurtar"

Practican la endogamia, se casan entre ellos para que todo quede en casa. Ellas guardan fidelidad a sus parejas, nada se dice de ellos. Arrastran fama de holgazanes y Berganza no recuerda a ninguna comulgando, (tendrán el “curto.”) Y Berganza no habla de oídas, que es un perro bien completo, piadoso con religión. Las veinticuatro horas del día pensando en cómo robar y dónde engañar dan mucho de sí. 

Berganza cuenta el caso del burro rabón, lo refiere tal y como lo escuchó que se lo contaba un gitano a otro. Cómo un labrador tuvo que pagar dos veces el mismo burro. Resulta que los gitanos le venden a un labrador un burro rabón al que le alargan el rabo con una cola postiza. Cuando ya lo han cobrado, proponen al comprador venderle otro parecido para hacer la pareja. El gitano se las arregla para hurtarle el burro, quitarle el postizo y rápidamente, para que el labrador no se dé cuenta del engaño, volver a vendérselo como si fuera otro diferente. 

A pesar de que muchos jueces se han propuesto perseguirlos, no se enmiendan, son mala gente. Los gitanos quieren llevarlo con ellos a Murcia. Al pasar por Granada se enteran de que está allí su amo, el atambor. Lo encierran, pero Berganza se escapa. En la huida da con un morisco que lo acoge porque necesita un perro para guardar la huerta y Berganza amo a quien servir. Se queda con él por pura curiosidad, por aprender el modo de vida de esta buena gente, morisca canalla (medida ambigüedad cervantina). Parte y reparte Cervantes a diestro y siniestro. Hoy tendría serios problemas con la inquisición, centinela de las buenas costumbres. Menos mal que es un perro el que lo dice y los perros no tienen culpa. 






"Ocúpanse, por dar color a su ociosidad, en labrar cosas de hierro, haciendo instrumentos con que facilitan sus hurtos"


Ni uno se encontrará que abrace con derechura la fe cristiana. Viven para ganar dinero. Trabajan y trabajan y no comen; de modo que ganando y ganando y no gastando “amontonan la mayor cantidad de dinero que hay en España. Ellos son su hucha, su polilla, sus picazas y sus comadrejas: todo lo llegan, todo lo esconden y todo lo tragan.” Como no los consume la guerra por defender el imperio ni los trabajos esforzados, no entran en religión y tampoco conocen la castidad, se reproducen como conejos. Se hacen ricos, dejándonos pobres. Como ya hicieron en las tierras de Egipto. De los doce hijos de Jacob que fueron esclavizados, salieron seiscientos mil sin contar mujeres y niños cuando lo de Moisés. Qué lío se tiene en la cabeza con las religiones y las razas este perro pijo con pedigrí. 

El amo morisco era ruin, mezquino y miserable, le daba de comer mijo y sobras de zahinas como a los pájaros (Dinamita pa los pollos). Pero como no hay mal que por bien no venga, un día con las claras del alba descubre un mancebo estudiante que espera la inspiración sentado debajo de un granado. Berganza se aproxima a él zalamero, con su mansedumbre acostumbrada cuando busca nuevo amo. Pero el poeta no le hace mucho caso, embelesado con una octava que intentaba dar forma sobre un cartapacio. Se acerca otro joven actor que aprende un papel de comedia y se interesa por la obra. Le aconseja que no introduzca tanta fanfarria y costoso aparato en la obra si quiere que haya un autor que la represente. ¿Dónde van a encontrar doce trajes morados para revestir a otros tantos cardenales? Le contesta que ya ha reducido bastante, pues de primeras había pensado en el cónclave completo de mutatio caparum. Berganza come las migajas o mendrugos de pan duro que el poeta saca de la faltriquera y que a él le parecen néctar y ambrosía durante el tiempo de concentración que tarda en componer la comedia. 

Tan pronto como falta el poeta y sobra el hambre, determina dejar al morisco y “buscar ventura; que la halla el que muda.”


Yo debí serrano cortarme las venas 
cuando entre los ayes de una copla mía 
pusiste en vilo mi carne morena 
con una palabra que no conocía... 
sólo de pensarlo me da escalofríos 
qué ciega que fui 
cuando con tus ojos mirando a los míos 
me dijiste así
Quintero,León y Quiroga
Lola Flores






El presente  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.



2 comentarios:

Gelu dijo...

Buenas noches, pancho:

Vaya varapalos que da Berganza.
No caía, y he dado vueltas a lo del “curto”

Un abrazo.
P.D.: Qué grande Lola Flores.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Cervantes aborda la cuestión de los gitanos en dos momentos en estas novelas -La Gitanilla y aquí-. Hay un fuerte componente de extrañeza. Desde su llegada a la Península, en el siglo XV, habían chocado con la sociedad establecida. En La Gitanilla hay una aproximación más moderada a su realidad. Hay autores que buscan cómo salvar estas opiniones de Cervantes -él mismo perteneciente a otra minoría en peligro- pero es difícil. Tributo de época. Sin embargo, sí es cierto que en La Gitanilla todo comienza con un "parece" que evita la afirmación directa del narrador. Y aquí quien habla es un perro...