miércoles, 29 de abril de 2015

Entre visillos (10) Carmen Martín Gaite. Te quiero regalar





"Vivía cerca del río en una casita modesta. Estaba haciendo un jersey para el niño, y llevaba el pelo liso, recogido de cualquier manera, y las uñas sin arreglar"


Entre visillos (10) 
Carmen Martín Gaite 

El diario de Natalia caracolea. Se cierra para la novela sin que su autora adolescente se atreva a comentar con su padre que quiere ir a la Universidad. Un día está a punto de decírselo, pero a la terminación no se decide. Sí le traslada su copla de rebeldía, el descontento hacia la tía Concha: “Que solo nos educa para tener un novio rico, y que seamos lo más retrasadas posible en todo, que no sepamos nada ni nos alegremos con nada, encerradas como el buen paño que se vende en el arca y esas cosas que dice ella en cada momento.” Proclama a las claras del día que prefiere no vivir si vivir es hacerlo resignada y razonable con lo que otros quieren de ella. Se echa a llorar. Lágrima viva que sana los costurones ganados en la batalla cotidiana por la supervivencia.  

 Lydia, que ya ejerce de suegra de Gertru, representa a la señorona opulenta que se desvive por no pasar desapercibida. Se esponja cada vez que logra encajar en su interlocutor una de esas sentencias que no hay manera de rebatir porque son verdades universales. Los Mandamientos de la ley de Dios. Se va a ir a la Argentina durante medio año a visitar a unos parientes y quiere dejar rematados los asuntos de la familia más cercana. Aquella Argentina del General Perón que tanta hambre quitó a los españoles de a pie durante lo más duro de la posguerra, porque aquí Mister Marshall pasó como una exhalación. Cuando ir a la Argentina significaba cambiar la miseria por el progreso. Tiempos de Di Stéfano, antes de que sus futbolistas y entrenadores vinieran a enseñarnos a jugar al fútbol. Menotti, Bilardo y el Cholo Simeone. El fútbol como filosofía, prolongación de la vida que viaja en colectivo. 

 Gertru visita a su hermana Josefina que vive en la parte antigua, en una casa junto al río. Tiene todo hecho un desorden y el niño con tosferina. No había niño que se librara de ella, tampoco del sarampión o de la viruela que dejaba la cara picada para siempre. Todavía mama cada tres horas y ya viene otro en camino y vendrán todos los que Dios quiera. Apenas tiene tiempo para nada. La visita de su hermana para invitarla a la pedida la descentra, tiene que deshacer unas vueltas del jersey que está haciendo y retomar la faena luego más despacio. 




"Cuando ella era soltera, las señoras de Fuenterrabía le decían a mamá los veranos: "Tu chica, qué estilo. No es que sea guapa, pero tiene un estilo."


Tiene mucho que domar este Ángel asilvestrado, primario infiel. Nadie que lo sepa mejor que la madre que lo parió. “Nadie es feliz del todo en este mundo, hija. Cada uno lleva su cruz” Le contesta a Gertru, endosándole una de sus frases perfectas, cuando se queja de las malas costumbres de su novio. Van a vivir a caballo entre Madrid, Salamanca y una casita en Andalucía, amuebladas a su gusto las viviendas. Las penas con pan son menos. Gertru sufre aturdimiento momentáneo con tantas idas y venidas, con las prisas y el ajetreo de operarios para reformar el pisito y los preparativos para el cóctel de la pedida. 

 Natalia no quiere ir, pero la petición personal y sus hermanas la convencen. Se pone el vestido de lunares. Se ponen guapas también las hermanas, de camino “les sonaban los tacones y les salía vaho de la boca al hablar.” A Natalia le aburren las conversaciones de los corros de chicas que hablan de cómo tratar a los chicos. Hay quien sostiene que lo mejor es enseñarlos a zapatazos. Hablan de colecciones de bolsos, de regalos. El ambiente de los cabarets en las escapadas a Madrid. Alguien asegura haber visto al mismo Jorge Mistral. Las parejas que beben los dos. Pero el tema estrella son las criadas; allí se encienden “como si trajeran leña a una hoguera común.” Las criadas que usan sus jabones y perfumes sin permiso, que se ponen a escondidas su ropa interior. Hijas del cuerpo, cortadas por el mismo patrón, exclusividad, instinto de conservación y deseo de pertenencia a la clase de los patricios. 



"Ellas dejaban un momento los libros y la veían salir levantando el visillo; se quedaban respirando juntas contra el cristal hasta que desaparecía"


 Natalia ve a todas un poco desenfocadas, será el efecto de la bebida. Se extraña de ver a Oscar, el novio por excelencia, el novio de Josefina, la hermana mayor de Gertru. Recuerda cuando la veían salir, entre visillos, para visitarle. Algo cómplices del silencio. 

 Al final llora desconsoladamente, apoyada en el hombro de Gertru cuando le enseña el montón de regalos. Ha tenido que quitar los libros para hacerle sitio. Tristeza en el corazón mientras escucha canciones francesas en la novedad del transistor a pilas.

Serrana para un vestido yo te quiero regalar. 
Yo te dije está cumplío, 
no me tienes que dar na. 
Subiste al caballo 
te fuiste de mí, 
y nunca otra noche 
mas bella de mayo han vuelto a vivir.
Quintero, León y Quiroga
Concha Buika



Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


3 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Como si las emociones solo pudieran expresarse en esos momentos en los que no se puede ya controlar el cuerpo...
Excelente.

Abejita de la Vega dijo...

¿Será más feliz Gertru que su hermana?

Natalia frente a la tía Concha, había, y hay, tantas tías Concha, qué pena de seres humanos.

La señorona casi suegra es odiosa, aguantar que nada es perfecto.

Tu ciudad tan bella antes y ahora.

Besos

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, pancho:

La tía Concha, antigua víctima, convertida en verdugo. Es el camino que siguen los maltratados, llegar a ser maltratadores cuando el ambiente lo propicia. El caso es no ser feliz, ni dejar que lo sean los demás.
Ángel, digno hijo de esa mamá.
Fundadas las lágrimas de Natalia. En Gertru había tenido una amiga.
Qué fotografía tan excelente la de las lavanderas. Dejo un enlace con otros trabajos e información de Alois Beer.

Un abrazo.

P.D.: A ver si hago -en mi blog de cine- una entrada dedicada a Di Stéfano.