miércoles, 11 de diciembre de 2013

¿Por qué diablos debería yo quejarme?






"Muy abajo, fijándose mucho, en las calles más estrechas aún por la lejanía, se veían las diminutas figuras humanas"  

Playa de Nazaret desde El Sitio


Todo lo que era sólido (2) 
Antonio Muñoz Molina 

 “La Guerra no despertaba la pesadumbre del luto sino la euforia de la épica” entre ciudadanos acomodados y acostumbrados a los privilegios de la paz. La identificación “con los sufrimientos o las heroicidades de antepasados lejanos depara una confortable emoción épica y una superioridad moral limpias de todo inconveniente”. A menudo la democracia que dura ya más de treinta y cinco años se ve menospreciada por los políticos de las comunidades autónomas más ricas y,  según ellos, oprimidas por la Constitución de 1978, prósperas -entre otras cosas- a costa de llevarse a los mejores, a la población más joven y productiva de muchas de las demás, dejando detrás pueblos despoblados, desolados paisajes rebosantes  de asilos, todos ellos repletos de ancianos. 

Si en algo se parecen las constituciones de 1931 y la de 1978 es en la deslealtad con ellas de los que más tenían que haberlas defendido porque fueron los redactores: los partidos políticos. 

Todas las conquistas sociales se pueden desvanecer de la noche a la mañana como se desmoronó el banco de inversores Lehman Brothers de un día para otro y sin avisar, desmintiendo la presunta solidez otorgada por las empresas de calificación y expertos en economía que predicaban certezas como los augures antiguos. 


 

"El dinero tiene el poder de trastornarlo todo y de pronto se evapora y ya es como si no hubiera existido"

El autor cuenta el caso de un constructor valenciano al que conoce en Nueva York en 2006. Un tipo aún joven, engominado, de esos que al hablar se les llena la boca de millones. Para ellos ganar dinero es fácil; perderlo, más sencillo todavía. En su horizonte está levantar torres emblemáticas en Nueva York, San Francisco, Shanghai o Hong Kong. A los pocos meses pierde mil trescientos millones en la bolsa. En seis semanas su empresa pierde el 76 % de su valor. A fin de año se queda sin nada, su vida en Brasil, enajenado en la niebla de su propio fracaso e idolatría. 

Al ritmo de construcción de los años de la burbuja inmobiliaria, no quedaría ni un metro de litoral del mar Mediterráneo libre del hormigón. Los culpables no son estos personajes enriquecidos en su urbanización, sino el conjunto de la sociedad liderada por políticos que se han puesto por la labor de vivir en chancletas todo el año en los arenales de la costa. Han exigido llegar pronto y cómodamente a la arena, a través de rápidas carreteras y trenes veloces, que los saque de los rigores desagradables del clima continental del interior peninsular a cambio del sur y levante más benigno. 

A menudo observamos que quien tiene dinero siente la necesidad imperiosa de mostrar su poder al resto de los mortales. Por eso construye los edificios emblemáticos, esas moles inmensas a lo alto y a lo ancho que hechizan, causan admiración y humillan al menesteroso que carece de él. Así ha sido desde los tiempos de los asirios hasta nuestros días. 



"La función de una moderna torre de cristal es tan primitiva como la de un templo asirio: conceder sensación de poderío a quien mira desde ella, un poderío mayor cuanto más alto esté, reducir de antemano a la insignificancia y al arrobo al que se acerca a sus puertas"


Santuario de Batalha. Portugal

 Cuando MM trabajaba en Nueva York, se entrevista con un agente chileno de Merryll Lynch, un tipo que irradiaba “aire de solidez y de sabiduría profunda, como de omnisciencia”. Se acompañaba de un aire de serena lentitud, propia de alguien que carga sobre los hombros pesados sacos de grave responsabilidad y ha tratado con severos cardenales y pontífices blancos de Roma y verdes en posesión de la verdad. Jóvenes azafatas seleccionadas por la altura y buena presencia se paseaban por las imponentes estructuras transparentes del edificio, parecía imposible que allí la gente pudiera envejecer. El autor no recuerda de aquella entrevista más que un tono de untuosa vaguedad. El agente hispano llenaba la boca de millones, pero eludía el compromiso de unas decenas de miles de dólares. Siente la misma pesadumbre de las hormigas por la insignificancia del hombre ante tanta reverencia bañada de seriedad litúrgica. 



"Mil chalets a un millón limpio de beneficio cada uno, mil millones"

Los expertos augures económicos no eran expertos en cuentas sino en cuentos, en brujería. Los creímos, no porque supieran de economía, sino por nuestra ignorancia. Su reverencial puesta en escena hechizaba a los profanos. El sumo sacerdote de los brujos era Alan Greenspan, un gurú de las finanzas muy por encima de las “falibles inteligencias comunes”. Justo unos meses después de su jubilación el sistema económico americano se desmorona, se llega a temer que la caída sea como en el 29. 

Estos millonarios gurús nos hipnotizan con la exactitud apabullante de sus estadísticas y con la rigurosidad del conocimiento científico. En realidad nos hechiza su inmenso poder y puesta en escena, su huera y solemne lentitud, como Rato en la cúspide del FMI durante la primavera de 2007 al vaticinar un crecimiento del 5% para la economía mundial. 


"You know I work all day
to get you money, to buy you things
And it's worth it just to hear you say
You're going to give me everything
So why on earth should I moan
Because when I get you alone
You know I feel OK"
The Beatles


 




Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero. 

8 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Excelente, Pancho. En efecto, esa es la clave: la deslealtad. Estos partidos juegan con fuego.
Y veo que también tú te has fijado cómo MM saca conclusiones de casos concretos a partir de retrato de personajes que se convierten en estereotipos.

Paco Cuesta dijo...

Nos dejamos seducir por la imagen que un espejo manipulado ofrecía de nuestra figura.
Un abrazo

Antonio Aguilera dijo...

La palabra preferida del nuevo rico valenciano: emblemático, repetida hasta la saciedad. Los tiempos del pelotazo, el pocero y su camarilla una locura colectiva q no supo prever ni Alan Greespan, hechicero mas q economista. Al final con la excusa de la crisis a despojar al ciudadano de su dignidad. Plan premeditado por los Neocom desde la Escuela de Chicago. Vuelta a la dictadura q es la pobreza. Abrazos Pancho

Myriam dijo...

¿Sabes? Esos dos, el valenciano al que Abejita le puso hasta el nombre y el chileno, que gráfico que los retrató. Cuando vi la foto del valenciano, era totalmente reconocible a partir de la descripción que AMM le dio en el ensayo.

Besos

Abejita de la Vega dijo...

Nos parece ver al valenciano inflándose al hablar y al chileno con su estilo episcopal, atinada pintura la de M.M. Fantasmones que casi arrastran al planeta entero. Socorro.

Besos, Pancho.

Ele Bergón dijo...

Nos perdió la maldita arrogancia del ignorante.

Por esos años del boom inmobiliario, tuve ocasión de escuchar en la playa de Alicante a una mujer que vendía pisos y yo alucinaba de cómo de cómo ella y una amiga, se repartían el dinero que iban a ganar,haciendo chanchullos con los pisos.

Y también a otro que calculaba cómo un piso que había comprado por 50 millones, aún pensábamos en pesetas, dentro de un mes ya se imaginaba en el bolsillo tener 100.

De aquellos barros vinieron estos lodos.

Besos

Luz

Myriam dijo...

Bueno ya llegué a leer todo (Y sin que nada ni nadie me interrumpa).

LO dicho, entre mañana y pasado te comento las entradas.

Besos

Myriam dijo...

Y ya te las comenté. Misión cumplida. Gracias Pancho por todo el trabajo que le has puesto. Besos