jueves, 26 de diciembre de 2013

Devuelta al remitente, trátame como un tonto





"Felipe me perdona deplorando que en tantos años haya escondido este terrible secreto por miedo a sus rigores"



Episodio Nacional 26 
La Estafeta Romántica (y 7) 
Benito Pérez Galdós 

XXXVI 

Don Beltrán continúa la carta anterior, dispuesto a terminar el cuento que no es tal  aunque lo parezca. La expedición real es recibida con regocijo por los pueblos en su avance hacia Madrid. En algunos se organizan juegos de cañas y corridas de toros. La tropa come en abundancia al no estar la zona centro castigada por la guerra. “La recua clerical y covachuela lo pasó tal cual ese día, pues no hubo para ella buen acomodo, quedándose algunos en cuadras pestíferas y en bodegas obscuras. Pero no faltó vino para todo el parasitismo, con lo que los duelos fueron menos y el quebranto tolerable”. El acercamiento a Madrid es una marcha triunfal. El clero salía a recibirlos, introducían a Su Majestad en las iglesias bajo palio y le entonaban solemnes Te Deum en su honor. Todo apuntaba a que “concluiría la guerra; se inauguraría el reinado de la justicia y la legitimidad, quedando encadenada para siempre la infame hidra de la revolución”. 


 "Fue que a mediados de agosto se sublevaron los oficiales del ejército de Espartero, acantonado en Pozuelo"
  
Las Reinas María Cristina e Isabel II pasando revista a las tropas liberales. 

Museo del Prado. Mariano Fortuny


Una profunda decepción y desesperación se apodera de los expedicionarios cuando corre la voz de que la Regente se ha llamado andana de sus compromisos con los carlistas. Lagrimas de tristeza ruedan por las mejillas de todos cuantos ya estaban preparados para el asalto a los sillones de la capital. Cabrera está que trina, don Beltrán deserta, aprovecha para unirse a unos trajinantes que van a Madrid. A lomos de una mula entra en la capital por la puerta de Atocha desguarnecida. Pilar lo recibe en casa con honores que le parecen dignos de reyes después de las penalidades y apreturas del camino en guerra. Promete que en cuanto dé descanso a su envejecida osamenta, volverá a Villarcayo y allí podrán escuchar sus lances con la Ojalata. 


 "Tantas palabras sonoras y campanudas se me ocurren para maldecir esta endiablada máquina de las sublevaciones militares"

Barricadas en 1837. Grabado de época


Don Beltrán explica el plante de la Regente, María Cristina. Intrigas palaciegas y sublevaciones de militares tejen la política del momento; “Fenómeno histórico que singulariza la España de nuestros días”, señala don Beltrán, que sentencia a continuación: “Es un hecho, es un vicio de la sangre, del cual participamos todos, y con él hemos de vivir hasta que Dios quiera curarnos”. 

El aura popular del Conde de Luchana, su autoridad ante el ejército, “devuelven a la Reina la confianza perdida desde la sargentada” en La Granja de San Ildefonso. El liberalismo y las logias caen. Don Beltrán disfruta en la casa adoptiva de descanso, paz y comodidades las cuales despiertan en él alegría retozona. Se siente romántico de la cepa maleante. “El mundo antiguo y el presente en él se enlazan. Por un lado llora, por otro ríe. Risa y llanto constituyen la vida, y yo no estoy ahora en disposición de llorar”. 



Constitución de 1837


A continuación don Benito juega sus cartas con ventaja y habilidad, cuenta el pasado como si fuera el futuro de la narración. Hace un resumen de gran parte del S. XIX a través de don Beltrán: “Pondrán freno a la libertad de imprenta, convertirán en un papel mojado la reciente Constitución, y este no es más que el primer paso para ir a un régimen de fuerza y autoridad”. Transforma su semblante alegre y se pone fúnebre con el joven romántico: “Cuando llegues al término de la vida, nuestras dos calaveras tendrán un careo gracioso en las honduras de la tierra... y nos reiremos”. Le aconseja que dé el paso con la chica de Castro, que se deje de melindres y repulgos, aunque no sea más que por evitarle la muerte súbita si vence la Urraca de Cintruénigo. 

XXXVII 

 “Felipe me perdona”, exclama por escrito Pilar dirigiéndose a Valvanera con admiración mal disimulada. Felipe decreta su libertad y le permite que se vaya a vivir fuera de Madrid. Ella se recrimina no haber comprendido la grandeza de Felipe, pero considera que no es culpa exclusiva suya, las almas desvirtuadas por el artificio social solo se revelan cuando se ven sacudidas por un cataclismo. Confiesa que ha sufrido inmensamente al ver su resignación y calma. Todo lo que ha percibido; su salud quebrantada y envejecimiento acelerado, lo ha visto de lejos y al acecho, no ha mediado una sola palabra entre ellos. Y ya no ha habido más tiempo: Él, confinado en la Encomienda, ella con su padre, don Beltrán, al que ha atendido como mejor ha podido, siguiendo su consejo. En cuanto se reponga,  lo manda a Villarcayo. 

Felipe la perdona. Siente que el silencio haya malogrado el matrimonio alzando entre los dos “una muralla de recelo, y confinándonos una y otro en triste soledad”. Le concede la libertad, pero le impone la obligación de residir en el palacete de Madrid para evitar los inconvenientes de una brusca separación. El vivirá en la Encomienda hasta bien entrado el invierno. En primavera derriban el palacete para construir viviendas en el solar. El vivirá en otro, ella donde quiera. Mejor fuera de Madrid. 

En este momento lo relevante, el interés para la historia reside en que Fernando pida la mano de Demetria, que  Pedro Hillo ayude en la faena y que don Beltrán aclare quién es Fernando ahora, después de la herencia. 


"Tratándose de un hecho irremediable, y sin atenuar mi enorme falta, no hay más remedio que bajar ante él la cabeza". 


XXXVIII 

Fernando le escribe una carta breve y rápida a su madre, con el pie en el estribo a punto de partir, acompañado de Pedro Hillo. Le ofrece lo más preciado que tiene, su existencia, como intento de compensación de todos los padecimientos y amarguras sufridos. Aspira a que su conducta intachable le otorgue el aprecio de la gente al no poder ofrecer claridad ni profundidad de linaje, solo la oscuridad del nombre. Manifiesta sus deseos de vivir, de agradarla en todo y tener salud para dar felicidad a la que tanto ha sufrido por él. La luz de la madre arde en su interior iluminando las estancias oscuras de su corazón romántico. Le pide calma en el asunto de Demetria, no conviene precipitar los acontecimientos hasta comprobar los sentimientos que hacia él aloja la familia. De momento promete reanudar la amistad con las señoritas, no quiere ser rival del pretendiente de la diosa, Marqués de Sariñan. 

XXXIX 

En un correo urgente, en un propio, manda Valvanera la carta para advertir a Pedro Hillo, sin que Fernando se entere, de que don Zoilo Arratia se ha presentado en Villarcayo preguntando por Fernando. Propone amistad y buena relación, pero al mismo tiempo amenaza: “Si D. Fernando no quisiera las paces, en la guerra me encontrará”. Le advierte de que tenga cuidado con el “maldito bilbaíno”. Añade Galdós de esta manera más incertidumbre al cuento ahora que se acaba. Se complica la trama con los líos de Bilbao. 

XL 

Ruge Cintruénigo contra Villarcayo y Madrid. Juana Teresa contra la alianza de su cuñada Valvanera y su media hermana Pilar: “Cuartel general de las intrigas fraguadas contra mi hijo”. “¡Si creerá Pilar que a mí me engaña! Sus enredos vienen a mi conocimiento sin que yo los busque, y a poquito que yo extienda mi tela de araña, cojo a la pobre mosca y la devoro”. 




 "Murió el año trece al pasar a caballo un río de nombre muy enrevesado"

"Death of Prince Jozef Poniatowski", prior to 1830, oil on canvas, private collection.

Juana Teresa contraataca por el lado del chismorreo, ha indagado en la correspondencia antigua de don Beltrán y ha descubierto una atractiva historia de romance de príncipe y cigarrera. Resulta que Pilar se dejaba cortejar por el príncipe polaco destronado de nombre endiablado de escribir, José Poniatowsky. No quiere que piense que es cruel por sacar trapos sucios, historias olvidadas de hace siglos y no hacer suyo el dicho: “A tanta lejanía, algo de indulgencia”. El príncipe muere en 1813. Se muestra dispuesta al olvido de esos años de locura romántica siempre y cuando ella sea comedida y no le cierre el camino a las pretensiones con la chica de La Guardia: “por Dios, que no me pise, porque al sentir el ultraje y el pisotón, me revuelvo y clavo el diente... no lo puedo remediar...” 

Admirable la forma que el autor tiene de dejarnos con la miel en los labios y dejarse la sorpresa para el final. Desvela el origen de la procedencia de Fernando, pero abre otro misterio que nos empuja a seguirle la pista en un nuevo Episodio Nacional. 


  Well tell him I was calling just to wish him well
Let me leave my number - heartbreak hotel
Oh love me tender - baby don't be cruel
Return to sender - treat me like a fool
Mark Knopfler 

 




El presente  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


8 comentarios:

Abejita de la Vega dijo...

Felipe perdona a Pilar y la guerra carlista sigue. Y Pancho no se ha de quedar con la miel en los labios, con lo que le está gustando esta historia. En "Vergara" te espera Fernando frente al Zoilo Arratia de sus pecados. Y al buenazo de don Pedro le ponen a confesar reos.

Impresionante el cuadro de Fortuny. Una entrada épica la tuya.

Besos, Pancho.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Magnífico final para tu aportación sobre Galdós, querido amigo. He releído con calma todas tus entradas sobre esta obra y quiero resaltar dos cosas: la oportunidad de las citas elegidas y la forma que tienes de mostrar la técnica galdosiana, como en las últimas líneas de esta entrada.
Gracias, como siempre.

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, pancho:

Consigues rematar los trabajos con Matrícula de Honor.
Todo excelente: las ilustraciones, los párrafos seleccionados, las explicaciones...
Pero, entre todos, don Benito el primero, los galdosianos y galdosistas, el profesor, los comentaristas acequianos, ... conseguís que algunas no terminemos nunca.
Y para acabar dejas esa canción que nos lleva a los románticos del siglo XX, y XXI por los mismos caminos sin final, hasta Elvis, al 'Hotel de los corazones rotos', al 'No seas cruel',
'Devuélvase al remitente'
al 'Love me tender',
'Love me …
Vamos, al cuento de nunca acabar.
En fin, que me han encantado todas tus entradas, y que Don Beltrán y su antagónica nuera son dos personajes inolvidables, como los demás que aparecen en esta ‘Estafeta’, en esos años de guerra absurda.
Felices fiestas de este 2013, y los mejores deseos para el 2014.

Abrazos.

Ele Bergón dijo...

Eres constante hasta el final, no desfalleces. No sé que me pasa últimamente pero no termino los libros y en este de GAldós me ha pasado también.

FELIZ AÑO 2014 que esperemos sea un poco mejor que el anterior, fíjate ya con qué poco nos conformamos.

Un abrazo

Luz

Myriam dijo...

Un excelente cierre, me gustó volver contigo a recordar esta lectura.

Besos

Myriam dijo...

Ahh y tienes razón que dan ganas de seguir leyendo los Episodios, peor ya nos gasificamos y ahora nos estamos poetizando jejeje-

Myriam dijo...

Pero ya nos... dice, Vale

Myriam dijo...

(En Argentina de chica hice como tres cursos de máquina en la Academia Pitman, que era la mejor de Buenos Aires y fíjate que escribo como un pato, ni ahí aprendí)