jueves, 16 de junio de 2016

La saga/fuga de J.B. (20) Gonzalo Torrente Ballester. Fluye el misterio.





"Chirriaron los cerrojos y en la puerta se abrió un estrecho espacio."


La saga/fuga de J.B. (20) 
Gonzalo Torrente Ballester 

La disputa de los dos hombres por la misma mujer no apasiona a Bastida, le parece un cuento. Él apoya la versión popular que circula en los mentideros de la ciudad que dice que la muerte periodística de Barallobre se acuerda en una cena que la Tabla Redonda obsequia a Bendaña y Lilaila. Bastida, que tiene mano en la Tabla Redonda, aconseja a Merlín y al rey Artús que dejen libre de abrigos y sombreros la Silla Peligrosa antes de ofrecérsela. Durante la cena Gowen cuenta el cuento de Adula, vecino de Castroforte, así llamado por hacerle la pelota a los godos. Hasta le sacan cantares: 

Adula, adula 
que el que no adula en este mundo 
es una mula. 

Con motivo de la visita que el escritor Wenceslao Fernández Flores hace a Castroforte, Adula le hace de cicerone. Poco después aparecen unos artículos ingeniosos en el ABC en los que el columnista se ríe de lo más sagrado para los lugareños: el Santo Cuerpo, las lampreas y la Tabla Redonda. La comisión permanente decide vengarse de Adula mediante la publicación de su esquela de defunción en el diario local. Convirtiéndole así en un muerto invisible al que todo el mundo le hace el vacío, nadie mira ni le habla al pobre Adula. Termina suicidándose en el Mendo: “Y su carne de traidor agrió por más de una semana el sabor de las lampreas. ¡Si tendría el andova mala leche!” Qué manera tan irónico - cervantina de denunciar un delito, un asunto claro de acoso laboral, mobbing de libro. 

Sea como sea, Barallobre escamotea la muerte. A pesar de la enorme cantidad de lagartos, como plaga doméstica de topillos, que van de un lado a otro sin inmutarse y que no hay más remedio que pisar, baja a la ciudad, como la sombra de nadie. Incluso entra en el casino, para sorpresa de los godos que no pueden concebir que el asunto sea exclusivo de los nativos. El señor Irureta lleva la voz cantante para expresar la indignación. Si por el fuera, metería en la cárcel a la ciudad entera, abriría una causa general de la que no escaparían ni los perros. Por supuesto el proceso es incoado; bien sabida es la pachorra del gobierno central ante casos así. Los godos desocupados abren tertulia al objeto de demostrar que Barallobre sigue vivito y coleando. Incluso publican un boletín quincenal en el que se muestran fotos clandestinas de los paseos por la ciudad. Cuando van al registro a solicitar la fe de vida, se topan con el acta de defunción firmada por el juez. Denuncian y el juez ordena investigación caiga quien caiga. Luego echan tierra sobre el asunto después de hablar con el Poncio. Ya se sabe que en cuanto se le quita la venda a la dama de la balanza, el fiel se aquerencia en tablas, al lado del fuerte. La justicia en este país es un cachondeo. 




"El entiende el mundo desde su ciencia hermética y nada más"

Jacinto Barallobre se entera por José Bastida de todos los acontecimientos y se ríe por lo bajinis. Deja de reírse en seco cuando se entera de que Merlín ha dado en la Colegiata con el relieve que predice su muerte. La identificación de Coralina Soto con Lilaila Souto por los siete lunares, ordenados de mayor a menor en la nalga, paralelos a la raja del culo. Todo el mundo relaciona los lunares con la alineación de los astros, justo el día de la muerte del vate Barrantes. Barallobre rechaza la relación por un problema de fechas, el destino de los JB aún no estaba escrito cuando la Colegiata se construyó. Bastida opina que el destino es anterior al tiempo, cosa de desocupados y racionalistas seniles como Perfecto Reboiras. Para demostrarlo nada mejor que organizar un viaje a las fuentes originales en el interior de la Colegiata. Pasan por portadas enrejadas, pasillos estrechos. Suben y bajan escaleras de mano, escaleras de piedra con pasos gastados. Chirridos de cerrojos, cruces de caminos. Se internan por vericuetos y pasadizos de bocas oscuras hasta que tienen la bóveda de los siete círculos esculpidos y pintados a mano al alcance de la luz de la linterna. Los círculos no representan las estrellas sino que parecen los anillos de la cola de una serpiente. El navegante con el cuerpo en brazos es Jesucristo crucificado. 

A través de túneles y pasadizos secretos, que Barallobre conoce de memoria de cuando estuvo escondido en el treinta y seis, se dirigen a un lugar mágico y de ambiente misterioso, iluminado con luz lechosa y difusa que reduce al hombre a la mínima expresión, lo despoja de su sombra. El ara de Diana, el lugar donde se hacían los sacrificios cruentos a la diosa y en el que reposa el Cuerpo Santo. El secreto mejor guardado de Castroforte, el sancta sanctórum del misterio del hombre de la sombra invisible al descubierto. 

Allí, delante del misterio esclarecido, la mente se abre para entender la realidad. Hay que ser dúplices como lo son Barallobre y Bastida. Merlín nunca entenderá porque ve el mundo desde su ciencia hermética y unidireccional. Bastida no quiere líos, se enmascara en la modestia. Señala que él sólo es un poeta pobre que escribe versos en un idioma que nadie entiende. Una lengua basada en la sonoridad, palabras hechas ritmo y sonido muy cercana a la abstracción de la música. La sublimación del idioma. 





"Bastida se había acercado a los maniquíes y los contemplaba"

Barallobre reflexiona que como hay gente que cree y gente que no cree, pero que hace como si creyera, como ellos dos, pretende que todos jueguen con la misma baraja, sin trampa ni cartón. Bastida duda: “O usted empieza a perderse, o yo no acierto a seguirle.” 

Según Barallobre el relato de la conjunción de los astros en la historia de los JB es un invento de viejas locas. Una fábula urdida por su hermana, Clotilde, para tenerlo sumiso, hacerle chantaje y sonsacarle los secretos. Porque los secretos existen, la cueva existe. Allí se escondió en el treinta y seis para salvar la biblioteca del incendiario don Acisclo. Lo que es una quimera es el oro. Entran en la cueva y Barallobre le muestra lo que esconde para convencerle: cuatro maniquíes vestidos con otros tantos trajes. Uno de obispo, otro de almirante y dos más,  de brujo y de poeta. Lo de la barras de oro es otro cuento chino inventado para rechazar el dinero de su hermana Clotilde que lo quiere mandar a las casas de citas de Vigo a desfogarse un par de días. Nunca faltan las malas personas, ansiosas por ocupar la Silla Peligrosa y mandar, por "gobernar las personas y las cosas y que el mundo sea como ellas quieran." Pero necesitan la llave del secreto que está en su posesión y ésa no la tendrán nunca.

Don Acisclo no tiene intención ninguna de acudir al funeral de Jacinto Barallobre. Proyecto sacrílego. Pone denuncia ante el obispo y arma un escándalo. Barallobre acusa al Deán de complicidad. Si de él dependiera,  lo metería en la cárcel aunque se cargara el Concordato.   




And I want to rock your gypsy soul 

Just like way back in the days of old 

And magnificently we will flow into the mystic
Van Morrison






El presente  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


1 comentario:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Entre homenaje a Wenceslao Fernández Flórez y sainete. Este JB que se muere y no se muere y todas las amenzas de cárcel, humor del bueno. Una de las cosas que más me gusta de tu relectura es paladear cada fragmento de nuevo porque es la mejor manera de componer ese gran fresco que constuyó el autor.