miércoles, 19 de octubre de 2016

La saga/fuga de J.B. (24) Gonzalo Torrente Ballester. Criatura mixta.






"Una sirena rubia se asomaba a sus playas en los atardeceres."


La saga/fuga de J.B. (24) 
Gonzalo Torrente Ballester 

La publicación de la respuesta del vate Barrantes a Bendaña es un éxito rotundo para el periódico local. Los lectores hacen cola en los quioscos esperando la salida de las sucesivas ediciones del día. Barallobre está contento por la repercusión en la prensa de su intervención: una plana completa con cinco fotos incluidas para que se fastidie el docto profesor Bendaña. Al fin y al cabo él hace de un muerto y los muertos pueden hacer y decir lo que quieran. Bastida y Barallobre celebran la victoria sobre el profesor a primera hora de la mañana con un desayuno suculento de arenques en mantequilla “con sabor a té Suchón, a tocino ahumado y a tabaco de los Balcanes.” 

Mientras tanto en casa de los Aguiar, Bendaña, indiferente al revuelo, cree que todo el mundo tiene derecho al pataleo. Considera que los argumentos expuestos carecen de valor, si acaso salva la identificación de Coralina y Lilaila por novedosa. Don Acisclo siente una profunda admiración por Bendaña desde la publicación de su teoría del derrumbe de los ídolos de Castroforte. El ya sospechaba desde antiguo que todo lo de los JB era una fábula, pero le faltaban pruebas para demostrarlo. Se aferra a la certeza de que el Santo Cuerpo Iluminado es apócrifo. Él ya llevaba años afirmándolo, pero nadie le hacía caso. Será apócrifo o lo que quiera ser, pero para la buena gente santa Lilaila es la santa particular, la suya y de nadie más, y ahora no hay manera de no creer a Jesualdo Bendaña. Se ha creado un cisma en las familias, se ha generado un conflicto que no existía. Clotilde despotrica contra su hermano por disfrazarse de vate como si fuera carnaval. Por ella como si se va a vivir con José Bastida, esa especie de mono que tiene de secretario. 

A don Acisclo la deriva al cotilleo de la conversación le aburre. No quiere ser el candil de la calle. Èl lo que quiere es oír del profesor Bendaña una explicación científica del método aplicado para el desmantelamiento de los JB y la destrucción de los símbolos, pues la “aplicación del método a ciertas figuras tambaleantes del santoral podrían dejarlo en cuadro.” Y así se lo plantea en un aparte. La explicación que Bendaña hace a continuación del método científico usado es una digresión en toda regla de cinco páginas (bien cumplidas y apelmazadas como todas las de la novela), una novela intercalada con entidad propia y materia narrativa que merece ser contada por su importancia para el devenir de Castroforte, suficiente para escribir otra saga/fuga paralela. Al menos acomodable al misterio de los JB. Agárrense bien, la imaginación haciendo horas extras. 







"El derecho al pataleo es natural e inalienable."


Bendaña le dice con la sonrisa irónica de un fino estilista adicto al trabajo de investigación, que según ha podido constatar en sus pesquisas siempre aparece un canónigo extraño como elemento determinante en las cuatro historias que ha investigado. Sus nombres son don Asclepiadeo, don Asterisco, don Amerio y don Apapucio. El Codex Magdelianensis, ese centón de leyendas conservado en Braga, dedica un capítulo al joven canónigo que vive con san Brandao en la isla. Don Asclepiadeo está dotado de voz hermosa y es tañedor de vihuela. Cuenta con sitial en el coro cerca del obispo. San Bradao lo escucha en las tardes de bruma espesa cuando el corazón se enmorriña de fado y nostalgia portuguesa. Pero Aline, una hermosa sirena rubia que se asoma a las playas al atardecer atraída por la música y la voz del joven canónigo también se enamora de él, a pesar de pertenecer al Señor. Quiere llevárselo no al huerto sino a vivir a una cueva en el fondo del mar. Ella lo enseñará a no morir bajo el agua. El obispo va penetrando en la fuerza imbatible del amor entre hombres y mujeres de tanto escuchar el cantar triste y sin esperanza de la sirena lacerada de tristeza. Quizás el Señor desee que por amor la sirena, criatura mixta, adquiera alma y pueda salvarse. San Brandao propone al canónigo joven renunciar al celibato y casarse con Aline. Ahí está él para eximirle de los votos y autorizarle al matrimonio. Asclepiadeo dice que no, es no; el olor a pescado le levanta dolor de cabeza. Los cánticos doloridos de la sirena rechazada se tornan amenazantes con el pretendido, san Brandao, las islas y sus cimientos. San Brandao sabe que los fundamentos de la isla no son seguros, te sale un día de viento fuerte y el fin está cerca. También sabe que el único que escapará a la maldición del naufragio será Asclepiadeo. La ayuda de Aline le convertirá en el último superviviente, así que le pide que cuando la mar se embravezca y los cimientos crujan, meta los Vasos sagrados en un saco de cuero impermeable y los lleve a la diócesis más próxima una vez en  tierra firme. 

La ola gigante que sepulta la isla para siempre pilla a san Brandao dirigiéndose a los fieles congregados. Les habla de la muerte y del paraíso con palabras tranquilas. El canónigo, en lugar de rezar por la salvación de su alma, lucha por su vida. "La tierra en violentos vaivenes de un temblor se estremecía." Aline le ayuda a mantenerse a flote. Le lleva a las playas de Malpica en la diócesis de Villasanta de la Estrella. Allí promete matrimonio a la criatura mixta, pero sólo después de la entrega de la carga sagrada. Se encuentra tan a gusto en tierra firme que se olvida de la promesa y de que los Vasos pertenecen a la Iglesia. Los empeña para comprarse ropas decentes. Este es el don Asclepiadeo que acompaña al mariscal de campo, Bendaña, en la conquista de Castroforte. Cuenta la historia de un tirón, como si el buen obrero de la investigación la tuviera aprendida de memoria. Advierte que si nos fijamos, la misma historia se repite en todas las leyendas posteriores: “Un canónigo aficionado a la música huye con un tesoro ayudado por la mujer que le ama.” En todas las leyendas el canónigo la abandona. Don Jesualdo Bendaña anuncia que seguirá profundizando en el estudio del origen de las sirenas, sospecha que en las colecciones de baladas nórdicas hallará que los primeros ejemplares de estas criaturas mixtas proceden de Irlanda. No resulta desconocida la relación de los marineros de Castroforte con la Isla Esmeralda, más verde que la albahaca. (Eire en gaélico). 

A don Acisclo unas se le van y otras se le vienen, aquejado de una prisa grosera, pilla el guarnieri y se escabulle. Ya en su guarida arrastra una pizarra y resume el relato de Jesualdo Bendaña. Anota: 



El secreto se esconde entre las cuatro columnas. Conoce la clave, pero no se atreve a usarla de momento. En el maremágnum del pensamiento desordenado del clérigo bulle con brío una proposición sin sujeto visible. ¡¡¡ES EL DESTINO!!!


Pedazo de mi vida 
 narraba esta canción 
 de donde me conoce 
 qué extraño pensé yo 
 qué estilo aquel qué suerte
 pude reconocerme... 

Strumming my pain with his fingers, 
Singing my life with his words, 
 Killing me softly with his song, 
 Killing me softly with his song, 
 Telling my whole life with his words, 
 Killing me softly with his song.
Pitingo



El presente  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.

4 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Prestando atención a tu entrada me aclaro gracias a ella de dos de las razones que engancha de esta narración por muy compleja que aparezca. Por un lado, la elevación del cotilleo a categoría. Por otro, las empecinadas ganas de ordenar y clasificar las cosas del mundo y de los seres humanos. La fina ironía de este gallego-salmantino es de elogiar, claro.

Gelu dijo...

Buenos días, pancho:
:)
Contagiados -desde el principio- con la sonrisa de Bendaña, apreciamos su investigación, y el cotejo de don Acisclo en la pizarra:
los canónigos, San Brandán… y el DESTINO.
Cuando leí la Saga/fuga, pensé que –aunque no lo supiéramos de antemano- quedaba bien manifiesto que don Gonzalo Torrente Ballester era gallego y que había pasado por Burgos.
:)
Un abrazo
P.D.: Estupendos siempre los temas musicales que nos dejas, aunque para ‘la milonga’ de la entrada anterior tuviéramos que emplear el lenguaje de gestos para descifrarla.

La seña Carmen dijo...

Soy malísima para recordar los detalles de las novelas, incluso de las que me han gustado mucho, pero con estas entradas todo se refresca.

Gracias mil.

Abejita de la Vega dijo...

Ahora que lo dice Gelu. Burgos tiene sus puntos en común con Castroforte, tan provinciana y cotilla. En el Arlanzón no tenemos anguilas, lo único.
Besos Pancho